«La magia de una palabra —DADA—, que ha puesto a los
periodistas ante la puerta de un mundo imprevisto, no tiene para nosotros
ninguna importancia.
Para lanzar un
manifiesto es necesario:
A, B, C.
irritarse y aguzar
las alas para conquistar y propagar muchos pequeños y grandes a, b, c, y
afirmar, gritar, blasfemar, acomodar la prosa en forma de obviedad absoluta,
irrefutable, probar el propio non plus ultra y sostener que la novedad se
asemeja a la vida como la última aparición de una cocotte prueba la esencia de
Dios. En efecto, su existencia ya fue demostrada por el acordeón, por el
paisaje y por la palabra dulce. Imponer el propio A.B.C. es algo natural, y,
por ello, deplorable. Pero todos lo hacen bajo la forma de cristalbluff-madonna
o de sistema monetario, de producto farmacéutico o de piernas desnudas
invitantes a la primavera ardiente y estéril. El amor por lo nuevo es una cruz
simpática que revela un amiquemeimportismo, signo sin causa, frágil y positivo.
Pero también esta necesidad ha envejecido.
Es necesario animar el arte con la suprema simplicidad: novedad. Se es humano y auténtico por diversión, se es impulsivo y vibrante para crucificar el aburrimiento. En las encrucijadas de las luces, vigilantes y atentas, espiando los años en el bosque. Yo escribo un manifiesto y no quiero nada y, sin embargo, digo algunas cosas y por principio estoy contra los manifiestos, como, por lo demás, también estoy contra los principios, decilitros para medir el valor moral de cada frase. Demasiado cómodo: la aproximación fue inventada por los impresionistas. Escribo este manifiesto para demostrar cómo se pueden llevar a cabo al mismo tiempo las acciones más contradictorias con un único y fresco aliento; estoy contra la acción y a favor de la contradicción continua, pero también estoy por la afirmación. No estoy ni por el pro ni por el contra y no quiero explicar a nadie por qué odio el sentido común.
Es necesario animar el arte con la suprema simplicidad: novedad. Se es humano y auténtico por diversión, se es impulsivo y vibrante para crucificar el aburrimiento. En las encrucijadas de las luces, vigilantes y atentas, espiando los años en el bosque. Yo escribo un manifiesto y no quiero nada y, sin embargo, digo algunas cosas y por principio estoy contra los manifiestos, como, por lo demás, también estoy contra los principios, decilitros para medir el valor moral de cada frase. Demasiado cómodo: la aproximación fue inventada por los impresionistas. Escribo este manifiesto para demostrar cómo se pueden llevar a cabo al mismo tiempo las acciones más contradictorias con un único y fresco aliento; estoy contra la acción y a favor de la contradicción continua, pero también estoy por la afirmación. No estoy ni por el pro ni por el contra y no quiero explicar a nadie por qué odio el sentido común.
DADA— he aquí la
palabra que lleva las ideas a la caza; todo burgués se siente
dramaturgo, inventa distintos discursos y, en lugar de poner en su lugar a los
personajes convenientes a la calidad de su inteligencia, crisálidas en sus
sillas, busca las causas y los fines (según el método psicoanalítico que
practica) para dar consistencia a su trama, historia que habla y se define. El
espectador que trata de explicar una palabra es un intrigante: (conocer). Desde
el refugio enguatado de las complicaciones serpentinas hace manipular sus
propios instintos. De aquí nacen las desgracias de la vida conyugal.
Explicar: diversión de los vientres rojos con los molinos
de los cráneos vacíos.
Dada no significa nada
Si alguien lo
considera inútil, si alguien no quiere perder tiempo por una palabra que no
significa nada….El primer pensamiento que se agita en estas cabezas es de orden
bacteriológico…, hallar su origen etimológico, histórico o psicológico por lo
menos. Por los periódicos sabemos que los negros Kru llaman al rabo de la vaca
sagrada: DADA. El cubo y la madre en una cierta comarca de Italia
reciben el nombre de DADA. Un caballo de madera, la nodriza, la doble
afirmación en ruso y en rumano DADA. Sabios periodistas ven en todo ello un
arte para niños, otros santones jesúshablaalosniños, el retorno a un primitivismo
seco y estrepitoso, estrepitoso y monótono. No es posible construir la sensibilidad
sobre una palabra. Todo sistema converge hacia una aburrida perfección,
estancada idea de una ciénaga dorada, relativo producto humano. La obra de arte
no debe ser la belleza en sí misma porque la belleza ha muerto; ni alegre; ni
alegre ni triste, ni clara ni oscura, no debe divertir ni maltratar a las personas
individuales sirviéndoles pastiches de santas aureolas o los sudores de una
carrera en arco a través de las atmósferas. Una obra de arte nunca es bella por
decreto, objetivamente y para todos. Por ello, la crítica es inútil, no existe
más que subjetivamente, sin el mínimo carácter de generalidad. ¿Hay quien crea
haber encontrado la base psíquica común a toda la humanidad? El texto de Jesús
y la Biblia recubren con sus amplias y benévolas alas: la mierda, las bestias,
los días. ¿Cómo se puede poner orden en el caos de infinitas e informes
variaciones que es el hombre? El
principio «ama a tu prójimo» es una hipocresía. «Conócete a ti mismo» es una
utopía más aceptable porque también contiene la maldad. Nada de piedad.
Después de la matanza todavía nos queda la esperanza de una humanidad
purificada. Yo hablo siempre de mí porque no quiero convencer. No tengo derecho
a arrastrar a nadie a mi río, yo no obligo a nadie a que me siga. Cada cual
hace su arte a su modo y manera, o conociendo el gozo de subir como una flecha
hacia astrales reposos o el de descender a las minas donde brotan flores de
cadáveres y de fértiles espasmos. Estalactitas: buscarlas por doquier, en los pesebres
ensanchados por el dolor, con los ojos blancos como las liebres de los ángeles.
Así nació DADA, de una necesidad de independencia, de des-confianza
hacía la comunidad. Los que están con nosotros conservan su libertad. No
reconocemos ninguna teoría. Basta de academias cubistas y futuristas,
laboratorios de ideas formales. ¿Sirve el arte para amontonar dinero y
acariciar a los gentiles burgueses? Las rimas acuerdan su tintineo con las
monedas y la musicalidad resbala a lo largo de la línea del vientre visto de
perfil. Todos los grupos de artistas han ido a parar a este banco a pesar de
cabalgar distintos cometas. Se trata de una puerta abierta a las posibilidades
de revolcarse entre muelles almohadones y una buena mesa.
Aquí echamos el ancla en la tierra feraz. Aquí tenemos
derecho a proclamar esto porque hemos conocido los escalofríos y el despertar.
Fantasmas ebrios de energía, hincamos el tridente en la carne distraída.
Rebosamos de maldiciones en la tropical abundancia de vertiginosas
vegetaciones: goma y lluvia es nuestro sudor, sangramos y quemamos la sed.
Nuestra sangre es vigorosa. […]
Amo una obra antigua por su novedad. Tan sólo el contraste
nos liga al pasado. Los escritores que enseñan la moral y discuten o mejoran la
base psicológica, tienen, aparte del deseo oculto del beneficio, un
conocimiento ridículo de la vida que ellos han clasificado, subdividido y
canalizado. Se empeñan en querer ver danzar las categorías apenas se ponen a
marcar el compás. Sus lectores se carcajean y siguen adelante: ¿con qué fin?
Hay una literatura que no llega a la masa voraz. Obras de creadores nacidas de
una auténtica necesidad del autor y sólo en función de sí mismo. Consciencia de
un supremo egoísmo, en el que cualquier otra ley queda anulada.
Cada página debe
abrirse con furia, ya sea por serios motivos, profundos y pesados, ya sea por
el vórtice y el vértigo, lo nuevo y lo eterno, la aplastante espontaneidad
verbal, el entusiasmo de los principios, o por los modos de la prensa. He
ahí un mundo vacilante que huye, atado a los cascabeles de la gama infernal, y
he ahí, por otro lado, los hombres nuevos, rudos, cabalgando a lomos de los
sollozos.
He ahí un mundo mutilado y los medicuchos literarios
preocupados por mejorarlo. Yo os digo: no hay un comienzo y nosotros no
temblamos, no somos unos sentimentales. Nosotros desgarramos como un furioso
viento la ropa de las nubes y de las plegarias y preparamos el gran espectáculo
del desastre, el incendio, la descomposición. Preparamos la supresión del dolor
y sustituimos las lágrimas por sirenas tendidas de un continente a otro.
Banderas de intensa alegría viudas de la tristeza del veneno. DADA es la
enseñanza de la abstracción; la publicidad y los negocios también son elementos
poéticos.
Yo destruyo los
cajones del cerebro y los de la organización social: desmoralizar por
doquier y arrojar la mano del cielo al infierno, los ojos del infierno al
cielo, restablecer la rueda fecunda de un circo universal en las potencias reales
y en la fantasía individual.
La filosofía, he ahí el problema: por qué lado hay que
empezar a mirar la vida, Dios, la idea y cualquier otra cosa. Todo lo que se ve
es falso. Yo no creo que el resultado negativo sea más importante que la
elección entre el dulce y las cerezas como postre. El modo de mirar con rapidez
la otra cara de una cosa para imponer directamente la propia opinión se llama
dialéctica, o sea, el modo de regatear el espíritu de las
patatas fritas bailando a su alrededor la danza del método.
Si yo grito:
IDEAL, IDEAL, IDEAL,
conocimiento, conocimiento, conocimiento
bumbúm, bumbúm, bumbúm,
registro con suficiente exactitud el progreso, la ley, la
moral y todas las demás bellas cualidades de que tantas personas inteligentes
han discutido en tantos libros para llegar, al fin, a confesar que cada uno,
del mismo modo, no ha hecho más que bailar al compás de su propio y personal
bumbúm y que, desde el punto de vista de tal bumbúm, tiene toda la razón:
satisfacción de una curiosidad morbosa, timbre privado para necesidades
inexplicables; baño; dificultades pecuniarias; estómago con repercusiones […]
Si todos tienen
razón, y si todas las píldoras son píldoras Pínk., tratemos de no tener razón. En
general, se cree poder explicar racionalmente con el pensamiento lo que se
escribe. Todo esto es relativo. El pensamiento es una bonita cosa para la
filosofía, pero es relativo. El psicoanálisis es una enfermedad dañina, que
adormece las tendencias antirreales del hombre y hace de la burguesía un sistema.
No hay una Verdad definitiva. La dialéctica es una máquina divertida que nos ha
llevado de un modo bastante trivial a las opiniones que hubiéramos tenido de
otro modo. ¿Hay alguien que crea, mediante el refinamiento minucioso de la lógica,
haber demostrado la verdad de sus opiniones? La lógica constreñida por los sentidos
es una enfermedad orgánica. A este elemento los filósofos se complacen en
añadir el poder de observación. Pero justamente esta magnífica cualidad del espíritu
es la prueba de su impotencia. Se observa, se mira desde uno o varios puntos de
vista y se elige un determinado punto entre millones de ellos que igualmente
existen. La experiencia también es un resultado del azar y de las facultades
individuales.
La ciencia me
repugna desde el momento en que se transforma en sistema especulativo y pierde
su carácter de utilidad, que, aun siendo inútil, es, sin embargo, individual.
Yo odio la crasa objetividad y la armonía, esta ciencia que halla que todo está
en orden: continuad, muchachos, humanidad... La ciencia nos dice que
somos los servidores de la naturaleza: todo está en orden, haced el amor y rompeos
la cabeza; continuad, muchachos, hombres, amables burgueses, periodistas vírgenes... Yo estoy
contra los sistemas: el único sistema todavía aceptable es el de no tener
sistemas. Completarse, perfeccionarse en nuestra pequeñez hasta colmar el vaso
de nuestro yo, valor para combatir en pro y en contra del pensamiento, misterio
de pan, desencallamiento súbito de una hélice infernal hacia lirios baratos.
La espontaneidad dadaísta
Yo llamo amíquémeimportismo a una manera de vivir en la
que cada cual conserva sus propias condiciones respetando, no obstante, salvo
en caso de defensa, las otras individualidades, el twostep que se convierte en
himno nacional, las tiendas de antiguallas, el T.S.H., el teléfono sin hilos,
que transmite las fugas de Bach, los anuncios luminosos, los carteles de
prostíbulos, el órgano que difunde claveles para el buen Dios y todo esto, todo
junto, y realmente sustituyendo a la fotografía y al catecismo unilateral.»
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