"Panarizo: Mucho mejor sería, si tú lo pudieses acabar, que la hiciesen obispesa de la tierra de Jauja.
Mendrugo: ¡Cómo! ¿Qué tierra es ésa?
Honcigera: Muy extremada, a do pagan soldada a los hombres por dormir.
Mendrugo: ¿Por su vida?
Panarizo: Sí, de verdad.
Honcigera: Ven acá, asiéntate un poco y contarte hemos las maravillas de la tierra de Jauja.
Mendrugo: ¿De dónde, señor?
Panarizo: De la tierra en que azotan a los hombres porque trabajan.
Mendrugo: ¡Oh, qué buena tierra! Cuénteme las maravillas de esa tierra, por vida suya.
Honcigera: ¡Sus! ven acá, asiéntate aquí en medio de los dos. Mira...
Mendrugo: Ya miro, señor.
Honcigera: Mira: en la tierra de Jauja, hay un río de miel; y junto a él, otro de leche; y entre río y río, hay un puente de mantequillas encadenada de requesones y caen en aquel río de la miel, que no parece sino que están diciendo: "Comedme, comedme".
Mendrugo: Mas, ¡pardiez!, no era de menester a mí convidarme tantas veces.
Panarizo: ¡Escucha aquí, necio!
Mendrugo: Ya escucho, señor.
Panarizo: Mira: en la tierra de Jauja hay unos árboles que los troncos son de tocino.
Mendrugo: ¡Oh, benditos árboles! ¡Dios os bendiga, amén!
Panarizo: Y las hojas son hojuelas, y el fruto de estos árboles son buñuelos y caen en aquel río de la miel, que ellos mismos están diciendo: "Mascadme, mascadme"
Honcigera. ¡Vuélvete acá!
Mendrugo: Ya me vuelvo.
Honcigera: Mira: en la tierra de Jauja, las calles están empedradas con yemas de huevos; y entre yema y yema un pastel con lonjas de tocino.
Mendrugo: ¿Y asadas?
Honcigera: Y asadas, que ellas mismas dicen: "Tragadme, tragadme".
Mendrugo: Ya parece que las trago.
Panarizo: ¡Entiende, bobazo!
Mendrugo: Diga, que ya entiendo.
Panarizo: Mira: en la tierra de Jauja hay unos asadores de trescientos pasos de largo, con muchas gallinas y capones, perdices, conejos, francolines...
Mendrugo: ¡Oh, cómo los como yo ésos!
Panarizo: Y junto a cada ave, un cuchillo, que no es de menester más que cortar; que ello mismo dice: "Engollidme, engollidme".
Mendrugo: ¿Qué? ¿Las aves hablan?
Honcigera: ¡Óyeme!
Mendrugo: Que ya oigo, pecador de mí: estarme hía todo el día oyendo cosas de comer.
Honcigera: Mira: en la tierra de Jauja hay muchas cajas de confitura, mucho calabazate, mucho diacitrón, muchos mazapanes, muchos confites.
Mendrugo: Dígalo más pausado, señor, eso.
Honcigera: Hay ragea y unas limetas de vino que él mismo se está diciendo: "Bebedme, comedme, bebedme, comedme".
Panarizo: ¡Ten cuenta!
Mendrugo: Harta cuenta me tengo yo, señor, que me parece que engulo y bebo.
Panarizo: Mira. en la tierra de Jauja hay muchas cazuelas con arroz y huevos y queso.
Mendrugo: ¿Cómo ésta que yo traigo?
Panarizo: ¡Que vienen llenas! ¡Y ofrezco al diablo la cosa que vuelven!
Mendrugo: ¡Válalos el diablo! ¡Dios les guarde! ¿Y qué se han hecho estos mis contadores de la tierra de Jauja? ¡Ofrecidos seáis a cincuenta aviones! ¿Y qué es de mi cazuela? Juro a mí que ha sido bellaquísimamente hecho. ¡Oh, válalos el de las patas luengas! Si había tanto que comer en su tierra, ¿para qué me comían mi cazuela? Pues yo juro a mí, que juro a bueno, que tengo de enviar tras ellos cuatro o cinco dineros de hermandades para que los traigan a su costa. Pero primero quiero decir a vuesas mercedes lo que me han encomendado".
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