martes, 11 de abril de 2017

"Superficiales. ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?".- Nicholas G. Carr (1959)


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6.- La viva imagen del libro

«Cuando un libro impreso -ya sea un trabajo de erudición recién publicado o una novela  victoriana con dos siglos de antigüedad- se transfiere a un dispositivo electrónico conectado a Internet, se convierte en algo muy parecido a una página web. Su texto queda preso de todas las distracciones que ofrece un ordenador conectado a Internet. Sus hipervínculos y demás mejoras digitales son un constante foco de atracciones infructuosas para el lector, que pierde lo que John Updike llamaba "sus aristas" para disolverse en las vastas y procelosas aguas de la Red. La linealidad del libro impreso se quiebra en pedazos; y con ella, la calmada atención que induce en el lector. Las prestaciones altamente tecnológicas de dispositivos como el Kindle y el nuevo iPad de Apple nos facilitarán la lectura de libros electrónicos, pero nuestra manera de leerlos será muy distinta del modo en que leíamos las ediciones impresas.
 Estos cambios en la lectura también provocarán cambios en el estilo de escritura: autores y editores se adaptarán a los nuevos hábitos y expectativas de los lectores. Japón ya presenta un llamativo ejemplo de este proceso: en 2001 varios jóvenes japonesas empezaron a componer relatos en sus teléfonos móviles, bajo la forma de mensajes textuales que cargaban en una página web, Maho no i-rando, donde otras personas los leían y comentaban. Estas historias se expandieron como seriales o "novelas telefónicas" de popularidad creciente. Algunas de estas novelas tuvieron millones de lectores online. Los editores tomaron nota y empezaron a sacarlas como libros impresos. A finales de la década estas novelas de teléfono móvil habían pasado a dominar las listas de los libros más vendidos del país. Las tres novelas japonesas más vendidas en 2007 fueron escritas originalmente por medio de teléfonos móviles.
 La forma de una novela refleja su origen. Éstas, según el periodista Norimitsu Onishi, son "sobre todo historias de amor escritas en el estilo breve característico de los mensajes enviados por el móvil, pero apenas contienen instrucciones argumentales o el desarrollo de los personajes que se observa en la novela tradicional". Una de las novelistas telefónicas más populares, una joven de veintiún años que se hace llamar Rin, explicaba a Onishi por qué los jóvenes abandonan la novela tradicional: "No leen novelas de escritores profesionales porque sus frases son demasiado complicadas, con expresiones deliberadamente rebuscadas; y las historias que cuentan no les resultan familiares". Puede que la popularidad de las novelas telefónicas nunca se extienda más allá del Japón, un país dado a las rarezas, pero aun así este ejemplo demuestra cómo los cambios en la lectura acaban afectando a la escritura.
 Otro síntoma del modo en que la Web comienza a influir en la literatura se produjo en 2009, cuando O'Reilly Media, editorial estadounidense de libros sobre tecnología, sacó un libro sobre Twitter escrito en Power-Point, un programa de Microsoft para hacer presentaciones visuales. "Hacía tiempo que nos interesaba explorar cómo el medio online altera la presentación, la narrativa y la estructura del libro", declaró el consejero delegado de la editorial Tom O'Reilly, al presentar el volumen, que está disponible en forma tanto impresa como electrónica. "La mayoría de los libros siguen ateniéndose al viejo modelo de una narración sostenida como principio organizador. Aquí más bien hemos usado un modelo del tipo Internet, con páginas independientes, cada una de las cuales puede leerse sola (o como mucho dentro de un grupo de dos o tres)". Según O'Reilly, esta "arquitectura modular" refleja el modo en que las prácticas de lectura de la gente han variado para adaptarse al texto en pantalla: "La Web ofrece incontables lecciones de cómo los libros deben adaptarse al formato online".
 Algunos cambios del modo en que los libros se escriben y presentan serán radicales. Al menos una editorial importante, Simon&Schuster, ya ha empezado a publicar novelas electrónicas con vídeos incrustados en sus páginas virtuales. Estos híbridos se han dado en llamar vooks. Otras empresas han emprendido ya experimentos multimedia similares. "Todo el mundo intenta pensar en la mejor manera de organizar los libros y la información en el siglo XXI", opina Judith Curr, ejecutiva de Simon&Schuster, cuando explica el impulso que está detrás de estos vooks. "Lisa y llanamente, ya no se puede disponer el texto de manera lineal, sin más".
 Otras alteraciones de la forma y el contenido serán más sutiles y se desarrollarán más lentamente. Por ejemplo, a medida que los lectores accedan a las novedades bibliográficas fundamentalmente a través de búsquedas en Internet, los autores serán cada vez más presionados para usar determinadas palabras con más probabilidades de ser elegidas en esas búsquedas. Es lo que hacen hoy día los blogueros y otros escritores online. Steve Johnson apunta algunas probables consecuencias: "Los escritores y editores empezarán a preocuparse por cómo determinadas páginas o capítulos vayan a aparecer en los resultados de Google, y diseñarán las secciones específicamente con la esperanza de que atraigan esa corriente constante de visitantes llegados mediante una búsqueda. Los párrafos iniciales llevarán marcadores descriptivos que orienten a los potenciales buscadores; y se probarán distintos títulos de capítulos para determinar su visibilidad para las búsquedas".
 Muchos observadores creen que es mera cuestión de tiempo el que las funciones de las redes sociales se incorporen a los lectores digitales, con lo que la lectura se convertiría en una especie de deporte de equipo. Charlaremos online y nos pasaremos notas virtuales mientras escaneamos textos electrónicos. Nos suscribiremos a servicios que actualizarán automáticamente nuestros libros añadiéndoles críticas, comentarios y revisiones de otros lectores. En palabras de Ben Vershbow, del Instituto para el Futuro del Libro, dependiente del Centro de Comunicación Annenberg de la USC, "pronto los libros contendrán literalmente discusiones, en forma tanto de charla como de intercambios asíncronos mediante comentarios y anotaciones sociales. Uno podrá ver quién más está leyendo un libro dado, pudiéndose establecer un diálogo entre lectores". En un controvertido ensayo el escritor científico Kevin Kelly llegó a sugerir que se celebrarían fiestas comunales de "cortar y pegar" a través de Internet. Confeccionaremos nuevos libros con retazos de libros viejos.»
 

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