miércoles, 5 de abril de 2017

"Manifiesto por la filosofía".- Alain Badiou (1937)

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3.- Modernidad

«Acordaremos llamar "período" de la filosofía una secuencia de su existencia en la que persiste un tipo de configuración especificada por una condición dominante. A lo largo de dicho período, los operadores de composibilidad dependen de esta especificación. Un período anuda los cuatro procedimientos genéricos en el estado singular, post-acontecimiento, en el que se encuentran; y ello bajo la jurisdicción de los conceptos a través de los cuales uno de dichos procedimientos se inscribe en el espacio de pensamiento y de circulación que, filosóficamente, hace las veces de determinación del tiempo. En el ejemplo platónico, la Idea es manifiestamente un operador cuyo principio "verdadero" subyacente es el matema, la política se inventa como condición del pensamiento bajo la jurisdicción de la Idea (de ahí el Rey-filósofo y el notable papel jugado por la aritmética y la geometría en la educación de este Rey, o guardián), y la poesía imitativa es mantenida a distancia, tanto más cuanto que, como lo muestra Platón en el Gorgias o en el Protágoras, existe una complicidad paradójica entre poesía y sofística: la poesía es la dimensión secreta, esotérica, de la sofística, porque agudiza la flexibilidad, la variación de la lengua.
 Por consiguiente, nuestra pregunta será: ¿existe un período moderno de la filosofía? La acuidad de esta pregunta obedece hoy a que la mayoría de los filósofos declaran que existe efectivamente dicho período, aunque por otro lado sostienen que somos contemporáneos de su conclusión. No es otro el sentido de la expresión "posmoderno", pero incluso entre los que economizan esta expresión, el tema de un "final" de la modernidad filosófica, de un agotamiento de los operadores que le eran propios -especialmente la categoría de Sujeto-, está siempre presente aunque sea bajo el esquema del final de la metafísica. Por lo demás, este final es asignado, casi siempre, al proferimiento nietzscheano.
 Es cierto que si designamos empíricamente "tiempos modernos" al período que va del Renacimiento hasta hoy, resulta difícil hablar de un período, en el sentido de una invariabilidad jerárquica en la configuración filosófica de las condiciones. En efecto, resulta evidente que:
     -en la edad clásica, la de Descartes y Leibniz, la condición matemática es la dominnate, bajo el efecto del acontecimiento galileano, el cual tiene por esencia introducir el infinito en el matema;
     -a partir de Rousseau y Hegel, escandida por la Revolución francesa, la composibilidad de los procedimientos genéricos se halla bajo la jurisdicción de la condición histórico-política;
     -entre Nietzsche y Heidegger, el arte, cuyo corazón es el poema, recae, por una retroacción neoplatónica, en los operadores por los que la filosofía designa nuestro tiempo como el de un nihilismo olvidadizo.
 Hay pues, a lo largo de esta secuencia temporal, un desplazamiento del orden, del referente principal a partir del cual se dibuja la composibilidad de los procedimientos genéricos. La coloración de los conceptos es un buen testimonio de este desplazamiento, entre el orden de las razones cartesiano, el pathos temporal del concepto en Hegel y la metafórica meta-poética de Heidegger.
 No obstante, este desplazamiento no debe disimular la invariabilidad del tema del Sujeto, al menos hasta Nietzsche, aunque proseguida y extendida tanto por Freud y Lacan como por Husserl. Este tema se resiste a una deconstrucción radical salvo en la obra de Heidegger y de sus sucesores. Las refundiciones a las que es sometido por la política marxista o por el psicoanálisis (que es el tratamiento moderno de la condición amorosa) testimonian la historicidad de las condiciones, y no la rescisión del operador filosófico que trata esta historicidad. 
 Resulta por lo tanto cómodo definir el periodo moderno de la filosofía mediante el uso organizador central que se ha hecho de la categoría de Sujeto. Aunque esta categoría no prescribe un tipo de configuración, un régimen estable de la composibilidad, es suficiente respecto a la formulación de la pregunta: ¿concluyó el periodo moderno de la filosofía? Lo que quiere decir: proponer para nuestro tiempo un espacio de composibilidad en el pensar de las verdades que en él se prodigan, ¿exige el mantenimiento, el uso, incluso profundamente alterado, o subvertido, de la categoría de Sujeto? O al contrario, ¿el pensamiento de nuestro tiempo exige que esta categoría sea deconstruida?»  
    

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