Primera parte: Teoría de las categorías sociológicas
II.-Las categorías sociológicas fundamentales de la vida económica
«26.- Las comunidades y sociedades
comunistas, o sea, con servicios ajenos al cálculo, no están fundadas en el
logro del óptimo de provisión, sino en una solidaridad inmediatamente sentida.
Históricamente -hasta la actualidad- han aparecido sobre la base de
actitudes de trabajo extraeconómicamente orientadas, particularmente:
1.-como comunismo doméstico de la familia
-sobre base tradicional y afectiva;
2.-como comunismo de camaradas -del ejército;
3.-como comunismo de amor de la comunidad (religiosa)
-en estos dos casos (2 y
3), sobre bases originariamente de carácter afectivo (carismático). Empero,
siempre:
a) en contraste con el mundo
circundante, entregado a una economía tradicional o racional con arreglo a
fines, y por consiguiente con división del trabajo y cálculo -y en este caso,
bien trabajando para sí, ya siendo sostenidos mecenísticamente (o ambas cosas a
la vez)-, o
b) como asociación consuntiva de privilegiados,
con dominio sobre las demás haciendas y mantenidas por ellos de un modo
mecenístico o litúrgico, o
c) como hacienda de consumidores,
separada de la explotación lucrativa y recibiendo de ella sus ingresos, es
decir, asociada con ella.
El caso a es típico de las economías
comunistas religiosas o ideológicas (comunidades religiosas (bien
laboriosas o retiradas del mundo; comunidades de secta; socialismo icárico).
El caso b es típico de las comunidades
total o parcialmente militares (casas de varones, Syssitas espartanos,
comunidades de bandidos ligurios, organización del califa Ornar, comunismo de
consumo y en parte de requisición de los ejércitos en campaña, tal como se han
dado en todo tiempo) y, además, de las comunidades religiosas autoritarias (el estado
jesuita del Paraguay, las comunidades monacales de la India y de otras partes
con prebendas de mendicidad).
El caso c es típico de todas las
economías familiares en la economía de cambio.
Dentro de estas
comunidades tanto la disposición al trabajo como el consumo ajeno al cálculo
son consecuencia de una actitud de conciencia extraeconómicamente orientada;
y en los casos 2 y 3 se funda en parte considerable en el pathos del
contraste y lucha contra los órdenes del "mundo". Todos los
intentos comunistas modernos, en la medida en que se esfuerzan por una organización
comunista de masas, no pueden menos de emplear argumentaciones, frente a sus
partidarios juveniles, que son de carácter racional con arreglo a valores, y
asimismo de hacer uso en su propaganda de argumentos de carácter racional
con arreglo a fines; o sea, en ambos casos, consideraciones específicamente
racionales y -en contraste con las comunidades religiosas y militares
orientadas en lo excepcional y extraordinario- brotadas de la vida cotidiana. En circunstancias de normalidad
cotidiana sus probabilidades son también esencialmente distintas de las que
poseen aquellas otras comunidades con una orientación extracotidiana u
originariamente extraeconómica.
27.- Es típico de los bienes de
capital que en su germen se nos ofrezcan primeramente como mercaderías objeto
de cambio interlocal o intertribal, siempre que se dé el supuesto (ver § 29) de
que estén entre sí separados el "comercio" y la producción
consuntiva de bienes. Pues el comercio propio de las economías domésticas
cerradas (venta de excedentes) no puede hacer uso de un cálculo de capital
separado. Los productos de las industrias familiares, del clan o de la tribu,
objeto de relaciones de cambio de carácter interétnico, son mercaderías; y
los medios de producción, en la medida en que continúan siendo productos
propios, aparecen como instrumentos y materias primas, pero no, en cambio, como
bienes de capital. Lo mismo vale respecto de los productos para la venta
y medios de producción de los campesinos y señores territoriales, siempre que
su gestión económica no esté basada (aunque sea en forma muy sencilla) en el
cálculo de capital (del que ya en Catón, por ejemplo, encontramos precedentes).
Es cosa evidente por sí que todos los movimientos de bienes dentro del círculo
de la gran propiedad señorial o del oikos, y también el cambio de
productos ocasional o de carácter puramente interno, representan lo contrario
de una economía con cálculo de capital. Igualmente el comercio del oikos (por
ejemplo, del Faraón), incluso cuando no es sólo para cubrir sus propias
necesidades, es decir, cambio meramente en servicio del estado, sino que en
parte sirve fines lucrativos, no es capitalista en el sentido de esta
terminología, en tanto que no se orienta por el cálculo de capital, particularmente
por la estimación previa de las probabilidades de ganancia en dinero. Este fue
el caso de los comerciantes profesionales viajantes, lo mismo cuando las
mercancías eran de su propiedad, que recibidas en commenda o aportadas
por una sociedad. Aquí, en la forma de la empresa ocasional, está el
origen del cálculo de capital y de la calidad de bienes de capital. Los
hombres (esclavos y siervos) utilizados como fuente de renta por señores
territoriales y corporales, y las instalaciones de toda clase empleadas en ese
caso son, evidentemente, objetos patrimoniales soporte de rentas, pero no
bienes de capital; con calidad exactamente igual, pues, a la que hoy poseen los
valores productores de rentas o dividendos (para el particular orientado
por la probabilidad de renta -y en todo caso por una especulación ocasional- en
contraste con la inversión temporal que puede hacerse en ellos de capital lucrativo).
Las mercaderías que los señores territoriales y corporales recibían de sus
vasallos en virtud de su poder señorial como prestaciones obligatorias, y que
llevaban al mercado, son para nuestra terminología mercaderías, pero no
bienes de capital, ya que faltaba en teoría (no sólo de hecho) el
cálculo racional de capital (costos). Por el contrario, en el caso de una
explotación que utiliza esclavos como medíos lucrativos (con mercado de
esclavos y trata de esclavos típica), éstos sí son bienes de capital. En el caso
de explotaciones señoriales con siervos (hereditarios) que no pueden ser
comprados y vendidos libremente, no puede hablarse de explotaciones
capitalistas, sino de explotaciones lucrativas con trabajo vinculado (lo
decisivo es la vinculación, también, del señor al trabajador), lo mismo
si se trata de explotaciones agrícolas que de industrias a domicilio con
trabajo servil.
Dentro del dominio
de la industria, el artesano que trabaja por precio representa la
pequeña explotación capitalista, la industria doméstica, la explotación capitalista
descentralizada y toda explotación de taller, siempre que sea capitalista,
representa la explotación centralizada. En cambio, son simples formas de
trabajo todas las especies de Stor,* de artesanos que trabajan por
salario y de industrias a domicilio; las dos primeras en interés de la hacienda
del patrono, la última en interés de los fines lucrativos del patrono.
Lo decisivo no es
el hecho real, sino la posibilidad teórica del cálculo material de
capital.»
[El texto pertenece a la edición en español de Fondo de Cultura Económica, 2002, en traducción de José Medina Echavarría, Juan Roura Farella, Eugenio Ímaz, Eduardo García Máynez y José Ferrater Mora. ISBN: 84-375-0374-4.]
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