sábado, 30 de noviembre de 2019

Economía y sociedad.- Max Weber (1864-1920)

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Primera parte: Teoría de las categorías sociológicas
II.-Las categorías sociológicas fundamentales de la vida económica

«26.- Las comunidades y sociedades comunistas, o sea, con servicios ajenos al cálculo, no están fundadas en el logro del óptimo de provisión, sino en una solidaridad inmediatamente sentida. Históricamente -hasta la actualidad- han aparecido sobre la base de actitudes de trabajo extraeconómicamente orientadas, particularmente:
 1.-como comunismo doméstico de la familia -sobre base tradicional y afectiva;
 2.-como comunismo de camaradas -del ejército;
 3.-como comunismo de amor de la comunidad (religiosa) -en estos dos casos (2 y 3), sobre bases originariamente de carácter afectivo (carismático). Empero, siempre:
 a) en contraste con el mundo circundante, entregado a una economía tradicional o racional con arreglo a fines, y por consiguiente con división del trabajo y cálculo -y en este caso, bien trabajando para sí, ya siendo sostenidos mecenísticamente (o ambas cosas a la vez)-, o
 b) como asociación consuntiva de privilegiados, con dominio sobre las demás haciendas y mantenidas por ellos de un modo mecenístico o litúrgico, o
 c) como hacienda de consumidores, separada de la explotación lucrativa y recibiendo de ella sus ingresos, es decir, asociada con ella.
 El caso a es típico de las economías comunistas religiosas o ideológicas (comunidades religiosas (bien laboriosas o retiradas del mundo; comunidades de secta; socialismo icárico).
 El caso b es típico de las comunidades total o parcialmente militares (casas de varones, Syssitas espartanos, comunidades de bandidos ligurios, organización del califa Ornar, comunismo de consumo y en parte de requisición de los ejércitos en campaña, tal como se han dado en todo tiempo) y, además, de las comunidades religiosas autoritarias (el estado jesuita del Paraguay, las comunidades monacales de la India y de otras partes con prebendas de mendicidad).
 El caso c es típico de todas las economías familiares en la economía de cambio.
 Dentro de estas comunidades tanto la disposición al trabajo como el consumo ajeno al cálculo son consecuencia de una actitud de conciencia extraeconómicamente orientada; y en los casos 2 y 3 se funda en parte considerable en el pathos del contraste y lucha contra los órdenes del "mundo". Todos los intentos comunistas modernos, en la medida en que se esfuerzan por una organización comunista de masas, no pueden menos de emplear argumentaciones, frente a sus partidarios juveniles, que son de carácter racional con arreglo a valores, y asimismo de hacer uso en su propaganda de argumentos de carácter racional con arreglo a fines; o sea, en ambos casos, consideraciones específicamente racionales y -en contraste con las comunidades religiosas y militares orientadas en lo excepcional y extraordinario- brotadas de la vida cotidiana. En circunstancias de normalidad cotidiana sus probabilidades son también esencialmente distintas de las que poseen aquellas otras comunidades con una orientación extracotidiana u originariamente extraeconómica.
 27.- Es típico de los bienes de capital que en su germen se nos ofrezcan primeramente como mercaderías objeto de cambio interlocal o intertribal, siempre que se dé el supuesto (ver § 29) de que estén entre sí separados el "comercio" y la producción consuntiva de bienes. Pues el comercio propio de las economías domésticas cerradas (venta de excedentes) no puede hacer uso de un cálculo de capital separado. Los productos de las industrias familiares, del clan o de la tribu, objeto de relaciones de cambio de carácter interétnico, son mercaderías; y los medios de producción, en la medida en que continúan siendo productos propios, aparecen como instrumentos y materias primas, pero no, en cambio, como bienes de capital. Lo mismo vale respecto de los productos para la venta y medios de producción de los campesinos y señores territoriales, siempre que su gestión económica no esté basada (aunque sea en forma muy sencilla) en el cálculo de capital (del que ya en Catón, por ejemplo, encontramos precedentes). Es cosa evidente por sí que todos los movimientos de bienes dentro del círculo de la gran propiedad señorial o del oikos, y también el cambio de productos ocasional o de carácter puramente interno, representan lo contrario de una economía con cálculo de capital. Igualmente el comercio del oikos (por ejemplo, del Faraón), incluso cuando no es sólo para cubrir sus propias necesidades, es decir, cambio meramente en servicio del estado, sino que en parte sirve fines lucrativos, no es capitalista en el sentido de esta terminología, en tanto que no se orienta por el cálculo de capital, particularmente por la estimación previa de las probabilidades de ganancia en dinero. Este fue el caso de los comerciantes profesionales viajantes, lo mismo cuando las mercancías eran de su propiedad, que recibidas en commenda o aportadas por una sociedad. Aquí, en la forma de la empresa ocasional, está el origen del cálculo de capital y de la calidad de bienes de capital. Los hombres (esclavos y siervos) utilizados como fuente de renta por señores territoriales y corporales, y las instalaciones de toda clase empleadas en ese caso son, evidentemente, objetos patrimoniales soporte de rentas, pero no bienes de capital; con calidad exactamente igual, pues, a la que hoy poseen los valores productores de rentas o dividendos (para el particular orientado por la probabilidad de renta -y en todo caso por una especulación ocasional- en contraste con la inversión temporal que puede hacerse en ellos de capital lucrativo). Las mercaderías que los señores territoriales y corporales recibían de sus vasallos en virtud de su poder señorial como prestaciones obligatorias, y que llevaban al mercado, son para nuestra terminología mercaderías, pero no bienes de capital, ya que faltaba en teoría (no sólo de hecho) el cálculo racional de capital (costos). Por el contrario, en el caso de una explotación que utiliza esclavos como medíos lucrativos (con mercado de esclavos y trata de esclavos típica), éstos sí son bienes de capital. En el caso de explotaciones señoriales con siervos (hereditarios) que no pueden ser comprados y vendidos libremente, no puede hablarse de explotaciones capitalistas, sino de explotaciones lucrativas con trabajo vinculado (lo decisivo es la vinculación, también, del señor al trabajador), lo mismo si se trata de explotaciones agrícolas que de industrias a domicilio con trabajo servil.
 Dentro del dominio de la industria, el artesano que trabaja por precio representa la pequeña explotación capitalista, la industria doméstica, la explotación capitalista descentralizada y toda explotación de taller, siempre que sea capitalista, representa la explotación centralizada. En cambio, son simples formas de trabajo todas las especies de Stor,* de artesanos que trabajan por salario y de industrias a domicilio; las dos primeras en interés de la hacienda del patrono, la última en interés de los fines lucrativos del patrono.
 Lo decisivo no es el hecho real, sino la posibilidad teórica del cálculo material de capital.»

     [El texto pertenece a la edición en español de Fondo de Cultura Económica, 2002, en traducción de José Medina Echavarría, Juan Roura Farella, Eugenio Ímaz, Eduardo García Máynez y José Ferrater Mora. ISBN: 84-375-0374-4.]

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