III.-Temática
8.-La construcción de la trama
5.-La vida de los procedimientos de la trama
«Aunque los procedimientos generales para la construcción de la trama son muy semejantes en todos los países y en todos los pueblos, y aunque se puede hablar de una lógica particular de la construcción de la trama, sus distintos procedimientos concretos, su combinación, su uso y, en parte, su función, son extremadamente variables en el curso de la historia de la literatura. Cada época literaria, cada escuela, se caracterizan por un sistema particular de procedimientos, que en su conjunto constituye el estilo (en el sentido más amplio de la palabra) de un género o de una corriente literaria.
Desde este punto de vista, hay que distinguir procedimientos canónicos y libres. Son canónicos los procedimientos obligatorios en un género particular de una época determinada. En este sentido, el sistema más preciso de procedimientos canónicos se encuentra en el clasicismo francés del siglo XVII con sus "unidades" dramáticas y con la minuciosa reglamentación de las formas de los distintos géneros. Los procedimientos canónicos son las características fundamentales de las obras literarias de la escuela que acepta aquel determinado canon. En toda tragedia del siglo XVII, el lugar de la acción no cambia, y el tiempo se reduce a veinticuatro horas. Todas las comedias concluyen con el matrimonio de los enamorados y las tragedias con la muerte de los personajes principales. Toda regla canónica sirve para fijar un determinado procedimiento y, en literatura, todo -empezando por la elección del material temático, de los distintos motivos, de su combinación, y acabando por el sistema de exposición, por la lengua, el léxico, etc.- puede ser un procedimiento canónico. Se han formulado reglas para el uso de algunas palabras y para la prohibición de otras, para la elección de algunos motivos y el rechazo de otros, etc. Los procedimientos canónicos nacen como facilidades técnicas, se convierten en tradicionales a fuerza de repetirse y, una vez introducidos en la poética normativa, acaban perpetuándose como reglas absolutas. Pero ningún canon puede agotar todas las posibilidades y prever todos los procedimientos necesarios para la creación de una obra en su conjunto. Al lado de los procedimientos canónicos, existen siempre otros procedimientos libres, no obligatorios, propios de las distintas obras, de los diferentes escritores, géneros, corrientes, etc.
Los procedimientos canónicos, en general, envejecen, mientras el valor de la literatura radica en su novedad, en su originalidad. La tendencia a la renovación actúa, en general, precisamente contra los procedimientos canónicos, tradicionales, "estereotipados", que de obligatorios se convierten en prohibidos. Se crean nuevas tradiciones y nuevos procedimientos. Esto no impide que procedimientos prohibidos durante algún tiempo renazcan después de dos o tres generaciones literarias.
Según reaccionen la atención y el juicio del ambiente literario respecto a los diversos procedimientos, estos se clasifican en perceptibles (evidentes) e imperceptibles (que escapan a la atención).
El motivo de la perceptibilidad de un procedimiento puede ser doble: su extremada vejez o su extremada novedad. Los procedimientos superados, viejos, arcaicos, son percibidos como un enojoso vestigio del pasado, como un fenómeno que ha perdido ya todo sentido, pero que continúa existiendo por inercia, como un cuerpo muerto entre seres vivos. Los procedimientos nuevos impresionan, en cambio, porque no son habituales, sobre todo si pertenecen a un repertorio hasta entonces vedado (por ejemplo, los vulgarismos en la poesía elevada). Para juzgar el grado de perceptibilidad de un procedimiento, es preciso no descuidar nunca la dimensión histórica. El lenguaje de Pushkin nos parece hoy un lenguaje pulido y casi no advertimos sus peculiaridades, mientras los contemporáneos del poeta se sentían impresionados por la extraña mezcla de elementos eslavo-eclesiásticos y del lenguaje popular, que lo hacían parecer irregular, multicolor. Sólo un contemporáneo puede juzgar acerca de la perceptibilidad de un procedimiento. Las audaces construcciones de las obras simbolistas, que han escandalizado hasta 1907-1909 a los viejos creyentes de la literatura, nosotros no las percibimos, en absoluto, y más bien nos sentimos inclinados a considerar vulgares y triviales los primeros versos de Bal'mont y de Brjusov.
En cuanto a la perceptibilidad de los procedimientos usados, hay dos distintas maneras literarias. La primera, característica de las obras del siglo XIX, se distingue por la tendencia a mantener oculto el procedimiento. Todo el sistema de las motivaciones está orientado a hacer imperceptibles los procedimientos del autor, a desarrollar el material literario, del modo más "natural", es decir, más imperceptible. Pero se trata sólo de una manera, no de una ley estética general. La otra manera, opuesta a la primera, no se preocupa de mantener oculto el procedimiento, sino que, más bien, a menudo, trata de hacerlo evidente, perceptible. Por ejemplo, si el escritor interrumpe el parlamento del héroe con la justificación de no haber oído su final, mientras en la página anterior había expuesto los pensamientos más recónditos del mismo héroe, no tenemos aquí una justificación realista, sino la evidencia del procedimiento o, como suele decirse, la puesta al desnudo del procedimiento.»
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