viernes, 24 de mayo de 2019

Ideología y utopía.- Paul Ricoeur (1913-2005)


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Parte I. Ideología
 14.-Habermas (2)

«Deseo concluir esta conferencia diciendo unas pocas palabras sobre la estructura de la utopía. Por mi parte, veo la utopía como una compleja urdimbre de elementos de diferentes orígenes. No se trata de algo simple, sino que es un manojo de fuerzas que obran juntas. La utopía se apoya primero en la noción de autorreflexión. Esto expresa el concepto principal de utopía y es el componente teleológico de toda crítica, de todo análisis, de toda restauración de la comunicación. Yo lo llamo el componente trascendental. Este factor preserva la unidad de crítica de la ideología y del idealismo alemán y en última instancia también la unidad de crítica de la ideología y de toda la tradición de la filosofía, a pesar de la afirmación de Habermas según la cual hemos roto con la teoría en favor de la praxis. Lo que es común a la teoría y a la praxis es este elemento de autorreflexión, algo que es, no histórico, sino trascendental en el sentido de que no tiene fecha ni origen histórico, sino que es, en cambio, la posibilidad fundamental del ser humano. Cuando el joven Marx habla de la diferencia entre el animal y el ser humano traza una línea divisoria, la diferencia es el elemento de trascendencia únicamente accesible al ser humano. Yo prefiero decir que este factor es trascendental porque es la condición de posibilidad para hacer algo diferente.
 El segundo componente de la estructura utópica es cultural. Este atributo es moderno y procede de la tradición de la Ilustración; agrega al elemento de la fantasía la posibilidad de corrección, de probar los límites de la posible realización. Para repetir una cita que ya hemos hecho: "Las ideas de la Ilustración proceden del depósito de ilusiones históricamente transmitidas. De ahí que debamos comprender las acciones de la Ilustración como el intento de poner a prueba el límite de la posibilidad de realización del contenido utópico presente en la tradición cultural en condiciones dadas" (284). Las ideas se transmiten históricamente. De manera que la utopía no es un elemento meramente trascendental sin historia pues forma parte de nuestra historia. Esto nos permite decir que tal vez la gran diferencia entre Gadamer y Habermas consiste en que estos autores no tienen las mismas tradiciones. Gadamer se apoya más en la tradición del idealismo alemán y el romanticismo, en tanto que Habermas lo hace más en la Ilustración y el idealismo alemán. Que Habermas y Gadamer estén ambos históricamente situados es inevitable, pues nadie puede estar fuera de la tradición. Hasta el énfasis puesto en la autorreflexión tiene cierta tradición. La autorreflexión tiene un factor ahistórico, que es lo que llamé su componente trascendental y tiene también un componente cultural, una historia. Habermas habla de la unidad de intereses y razón (287, 289) y éste es típicamente un tema de la Ilustración.
 El tercer elemento de la estructura utópica es la fantasía. Fantasía es el término que Habermas emplea para designar lo que Freud llama ilusión. Recordemos que Freud distingue la ilusión del engaño y que el engaño es lo inverificable y lo irrealizable. La ilusión o fantasía es un elemento de la esperanza, de una esperanza racional. Habermas desarrolla este tema no sólo en su discusión de Freud sino también en sus tesis sistémicas contenidas en el apéndice de su libro. En estas últimas, Habermas dice que la humanidad tiene sus raíces en estructuras fundamentales tales como el trabajo, el lenguaje y el poder. Pero agrega que también hay algo en nosotros que trasciende esta condicionalidad y ese algo es lo utópico. Habermas emplea precisamente la palabra "utópico" en este contexto. "La sociedad es no sólo un sistema de autoconservación. Una tentadora fuerza natural, que está presente en el individuo como libido, se separa del sistema de conducta de la autoconservación e impele hacia la realización utópica" (312). La fantasía es lo que "impele hacia la realización utópica". En Habermas la oposición de utopía y autoconservación es una buena intuición de la relación entre ideología y utopía en el mejor sentido de ambos términos. Como veremos con Geertz, la función fundamental de una ideología es establecer la identidad, la identidad de un grupo o de un individuo. En cambio, la utopía rompe con el "sistema de autoconservación e impele hacia la realización utópica". Para Habermas, la realización de este elemento utópico conduce a la tesis de que "el conocimiento sirve como un instrumento y trasciende la mera autoconservación" (313). La utopía es precisamente lo que impide que queden reducidos a uno los tres intereses constitutivos del conocimiento: el instrumental, el práctico y el crítico. Lo utópico presenta la gama de múltiples intereses e impide que queden reducidos a lo instrumental.
 Bien pudiera ser, pues, que la utopía, en el sentido positivo del término, se extendiera hasta la línea fronteriza entre lo posible y lo imposible, lo que quizá no pueda racionalizarse en última instancia en la forma de una esperanza racional. [...] La fantasía utópica es la fantasía de un acto ideal de discurso, una situación comunicativa ideal, una situación de comunicación sin limitaciones ni coacciones. Y bien pudiera ser que este ideal constituyera nuestra noción misma de humanidad. Hablamos de la humanidad no sólo como de una especie, sino también como de una tarea, puesto que la humanidad no está dada en ningún lugar. El elemento utópico puede ser la noción de humanidad a la que estamos apuntando y que incesantemente tratamos de hacer cobrar vida.»
 
   [El texto pertenece a la edición en español de Editorial Gedisa, 2008, en traducción de Alcira Bixio. ISBN: 978-84-7432-336-8.]

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