Dogma Socialista de la Asociación de Mayo
Palabras simbólicas
3.-Fraternidad 4.-Igualdad 5.-Libertad
«"La fraternidad humana es el
amor mutuo, o aquella disposición generosa que inclina al hombre a hacer a los
otros lo que quisiera que se hiciese con él".
Cristo la
divinizó con su sangre y los profetas la santificaron con el martirio.
Pero el
hombre entonces era débil, porque vivía para sí y sólo consigo. La humanidad o
la concordia de la familia humana, concurriendo a idéntico fin, no
existía.
Los tiranos y
egoístas fácilmente ofuscaron con su soplo mortífero la luz divina de la
palabra del Redentor y pusieron, para reinar, en lucha al padre con el hijo, al
hermano con el hermano, la familia con la familia.
Ciego el
hombre y amurallado en su yo creyó justo sacrificar a sus pasiones el
bienestar de los demás, y los pueblos y los hombres se hicieron guerra y se
despedazaron entre sí como fieras.
"Por la ley
de Dios y de la humanidad todos los hombres son hermanos. Todo acto de egoísmo
es un atentado a la fraternidad humana".
El egoísmo es
la muerte del alma. El egoísta no siente amor, ni caridad, ni simpatía por sus
hermanos. Todos sus actos se encaminan a la satisfacción de su yo;
todos sus pensamientos y acciones giran en torno de su yo; y el deber,
el honor y la justicia son palabras huecas y sin sentido para su espíritu
depravado.
El egoísmo se
diviniza y hace de su corazón el centro del universo. El egoísmo encarnado son
todos los tiranos.
Es del deber
de todo hombre que conoce su misión, luchar cuerpo a cuerpo con él hasta
aniquilarlo.
La
fraternidad es la cadena de oro que debe ligar todos los corazones puros y
verdaderamente patriotas; sin esto no hay fuerza, ni unión, ni patria.
Todo acto,
toda palabra que tienda a relajar este vínculo, es un atentado contra la patria
y la humanidad.
Echemos un
velo de olvido sobre los errores de nuestros antepasados; el hombre es falible.
Pongamos en balanza justa sus obras y veamos lo que hubiéramos hecho en
circunstancias idénticas. Lo que somos y lo que seremos en el porvenir, a ellos
se lo debemos. Abramos el santuario de nuestros corazones a los que merecieron
bien de la patria y se sacrificaron por ella.
Los egoístas
y malvados tendrán su merecido; el juicio de la posteridad los espera. La
divisa de la nueva generación es fraternidad.
Para que la
igualdad se realice, es preciso que los hombres se penetren de sus derechos y
obligaciones mutuas.
La igualdad
consiste en que esos derechos y deberes sean igualmente admitidos y declarados
por todos, en que nadie pueda substraerse a la acción de la ley que los formula,
en que cada hombre participe igualmente del goce proporcional a su inteligencia
y trabajo. Todo privilegio es un atentado a la igualdad.
No hay
igualdad donde la clase rica se sobrepone y tiene más fueros que las otras.
Donde cierta
clase monopoliza los destinos públicos.
Donde el
influjo y el poder paraliza para los unos la acción de la ley y para los otros
la robustece.
Donde las contribuciones no
están igualmente repartidas y en proporción a los bienes e industria de cada
uno.
Donde la
clase pobre sufre sola las cargas sociales más penosas, como la milicia, etc.
Donde el
último satélite del poder puede impunemente violar la seguridad y la libertad
del ciudadano.
Donde las
recompensas y empleos no se dan al mérito probado por hechos.
Donde cada
empleado es un mandarín, ante quien debe inclinar la cabeza el ciudadano.
Donde los
empleados son agentes serviles del poder, no asalariados y dependientes de la
nación.
Donde los
partidos otorgan a su antojo títulos y recompensas.
Donde no
tiene merecimientos el talento y la probidad, sino la estupidez rastrera y la
adulación.
Es también
atentatorio a la igualdad, todo privilegio otorgado a corporación civil,
militar o religiosa, academia o universidad; toda ley excepcional y de
circunstancias.
La sociedad o
el poder que la representa, debe a todos sus miembros igual protección,
seguridad, libertad; si a unos se la otorga y a otros no, hay desigualdad y
tiranía.
La potestad social
no es moral ni corresponde a sus fines, si no protege a los débiles, a los
pobres y a los menesterosos, es decir, si no emplea los medios que la sociedad
ha puesto en su mano, para realizar la igualdad.
La igualdad
está en relación con las luces y el bienestar de los ciudadanos.
Ilustrar las
masas sobre sus verdaderos derechos y obligaciones, educarlas con el fin de
hacerlas capaces de ejercer la ciudadanía y de infundirlas la dignidad de
hombres libres, protegerlas y estimularlas para que trabajen y sean
industriosas, suministrarles los medios de adquirir bienestar e independencia:
he aquí el modo de elevarlas a la igualdad.
La única jerarquía
que debe existir en una sociedad democrática, es aquélla que trae su origen de
la naturaleza y es invariable y necesaria como ella.
El dinero
jamás podrá ser un título, si no está en manos puras, benéficas y virtuosas. Un
alma estúpida y villana, un corazón depravado y egoísta, podrán ser favorecidos
de la fortuna; pero ni su oro, ni los inciensos del vulgo vil, les infundirán
nunca lo que la naturaleza les negó, capacidad y virtudes republicanas.
Dios,
inteligencia suprema, quiso que para tener el hombre el señorío de la creación
y sobreponerse a las demás criaturas, descollase en razón e inteligencia.
La
inteligencia, la virtud, la capacidad, el mérito probado; he aquí las únicas
jerarquías de su origen natural y divino.
La sociedad
no reconoce sino el mérito atestiguado por obras. Ella pregunta al general
lleno de títulos y medallas: ¿qué victoria útil a la patria habéis ganado? Al
mandatario y al acaudalado: ¿qué alivio habéis dado a las miserias y
necesidades del pueblo? Al particular ¿por qué obras habéis merecido respeto y
consideración de vuestros conciudadanos y de la humanidad? Y a todos, en suma,
¿en qué circunstancias os habéis mostrado capaces, virtuosos y patriotas?
Aquel que
nada tiene que responder a estas preguntas y manifiesta, sin embargo,
pretensiones y ambiciona supremacía, es un insensato que sólo merece lástima o
menosprecio.
El problema
de la igualdad social está entrañado en este principio: «A cada hombre, según
su capacidad; a cada hombre, según sus obras».
"Por la ley
de Dios y de la humanidad todos los hombres son libres".
"La libertad
es el derecho que cada hombre tiene para emplear sin traba alguna sus
facultades en el conseguimiento de su bienestar y para elegir los medios que
puedan servirle a este objeto".
El libre ejercicio de las
facultades individuales no debe causar extorsión ni violencia a los derechos de
otro. No hagas a otro lo que no quieras te sea hecho; la libertad humana no
tiene otros límites.
No hay
libertad, donde el hombre no puede cambiar de lugar a su antojo.
Donde no le
es permitido disponer del fruto de su industria y de su trabajo.
Donde tiene
que hacer al poder el sacrificio de su tiempo y de sus bienes.
Donde puede
ser vejado e insultado por los sicarios de un poder arbitrario.
Donde sin
haber violado la ley, sin juicio previo ni forma de proceso alguno, puede ser
encarcelado o privado del uso de sus facultades físicas o intelectuales.
Donde se le
coarta el derecho de publicar de palabra o por escrito sus opiniones.
Donde se le
imponen una religión y un culto distinto del que su conciencia juzga verdadero.
Donde se le
puede arbitrariamente turbar en sus hogares, arrancarle del seno de su familia
y desterrarle fuera de su patria.
Donde su
seguridad, su vida y sus bienes, están a merced del capricho de un mandatario.
Donde se le
obliga a tomar las armas sin necesidad absoluta y sin que el interés general lo
exija.
Donde se le
ponen trabas y condiciones en el ejercicio de una industria cualquiera, como la
imprenta, etc.»
[El fragmento pertenece a la edición de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.]
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