3 de noviembre, Ariad
«-¿Qué sentido tiene que todos nos pasemos tres horas jugando partidos entre nosotros con un frío que encoge el escroto, desafiándonos, tratando de ganarles a los demás? ¿Tratando de defendernos del ataque de los demás? El axioma del sistema es la desigualdad. Todos conocemos cuál es nuestra posición con respecto a los demás. John Wayne está por delante de mí y yo delante de Struck y Shaw, que hace dos años me superaban, pero estaban por detrás de Troeltsch y Schacht, y ahora superan a Troeltsch, que hoy por hoy está por delante de Freer, que supera con mucho a Schacht, que no puede ganarle a nadie de los presentes, salvo a Pemulis desde su lesión en la rodilla y desde que empeora su mal de Crohn y que hoy no cuenta en el ranking aunque aún saca algunos golpes increíbles. Freer me ganó cuatro a dos en cuartos de final de pista dura hace dos veranos, y ahora está en el equipo B y a cinco puestos por debajo de mí y serán seis si Troeltsch puede ganarle cuando vuelvan a jugar tras su enfermedad.
-Estoy por delante de Blott. Y de Ingersoll -asiente Idris Arslanian.
-Idris, Blott acaba de cumplir diez. Y tú estás detrás de Chu, que pasa una temporada rarita, y él está detrás de Possalthwaite. Y Blott está por debajo de Beak e Ingersoll sólo en virtud de su categoría de edad.
-Yo siempre sé dónde estoy -musita Ingersoll.
SyberVision edita las secuencias visuales con un filtro de fundido, de modo que la devolución de Stan Smith se funde con su revés para dar paso a la siguiente jugada exactamente igual; las transiciones son etéreas y oníricas. Hal intenta descansar sobre sus codos.
-Todos estamos en la misma cadena alimenticia. Todos nosotros. Es un deporte individual. Bienvenidos al significado de la palabra "individual". Aquí todos estamos profundamente solos. Es lo que tenemos en común, la soledad.
-E Unibus Pluram -susurra Ingersoll.
Hal mira a la cara de cada uno. La de Ingersoll carece por completo de cejas, es redonda y salpicada de pecas como una tarta.
-Y entonces, ¿cómo podemos estar juntos? ¿Y ser amigos? ¿Y cómo puede ser que Ingersoll apoye a Arslanian cuando Idris juegue el partido de singles en el torneo de Port Washington, cuando en el caso de que Idris pierda Ingersoll puede optar otra vez a su puesto?
-No necesito su apoyo. Estoy preparado. -Arslanian muestra sus caninos.
-Bueno, ése es el asunto. ¿Cómo podemos ser amigos? Incluso si vivimos y nos duchamos y jugamos juntos, ¿cómo podemos dejar de ser ciento treinta y seis personas profundamente solas, aunque estemos aquí todos amontonados?
-Hablas de comunidad. Esto es una arenga comunitarista.
-Yo opino que es alienación -dice Arslanian girando su perfil para hacer ver que habla con Ingersoll-. Individualismo existencialista, muy citado en Occidente. Solipsismo. -Mueve arriba y abajo su labio superior sobre los dientes.
Dice Hal:
-En concreto, aquí hablamos de soledad.
Blott parece a punto de llorar. Los ojos inmóviles y los pequeños espasmos en las piernas de Beak significan algún sueño problemático. Blott se frota furiosamente la nariz con la palma de la mano.
-Añoro a mi perro -concede Ingersoll.
-Ah -Hal se apoya en un codo para levantar un dedo en el aire-, ah, pero fíjate ahora en la instantánea cohesión de grupo que se forma con todo este cabreo y estas quejas, ¿lo ves, Blott? Kent, ésta era tu pregunta. Todo lo que huele a sadismo, a estrés corporal, a fatiga. El sufrimiento nos une. Ellos quieren que estemos juntos y nos quejemos juntos. Después de una dura tarde, por más breve que sea, llegamos a sentir que tenemos un enemigo común. Ése es su regalo. Su medicina. Nada une más que un enemigo común.
-El señor DeLint.
-El doctor Tavis. Schtitt.
-DeLint. Watson. Nwangi. Thode. Todos los verdugos y las torturadoras de Schtitt.
-¡Los detesto! -grita Blott.
-Y tú, que hace tanto tiempo que estás aquí, ¿aún crees que todo este odio es fortuito?
-Kent Blott, ¡cómprate un cerebro para darte cuenta! -dice Arslanian.
[...]
-El asunto es -dice Hal en voz baja- que ya no se trata de lo físico, muchachos. Lo físico sólo es pro forma. Ahora trabajan en nuestras mentes. Día tras día y año tras año. Todo un programa de acción. Buscar pruebas de ese plan ayudará a vuestra actitud. Siempre nos dan algo que odiar, algo que odiemos juntos cuando se acercan las grandes ocasiones. Los aterradores entrenamientos de mayo durante las finales antes de la gira de verano. La paliza post-Navidad antes de Australia. El maratón de frío en noviembre, el festival de mocos y el retraso en montar el Pulmón y ponernos a cubierto. Un enemigo común. Yo puedo detestar a K. B. Freer o -(No me puedo resistir)- a Evan Ingersoll o a Jennie Bash, pero todos en común detestamos a los hombres de Schtitt, los partidos de dobles después de correr, la insensibilidad a los exámenes, las repeticiones, el estrés. La soledad. Pero nos juntamos y nos cagamos en ellos, de golpe y porrazo todos hacemos algo en grupo. Una voz de comunidad. Comunidad, Evan. Oh, son arteros. Se entregan a nuestra antipatía, calculan nuestros puntos débiles y apuntan justo sobre ellos, luego nos envían al vestuario con un cuarenta y cinco desmontado justo antes de las sesiones del Amigo Grandullón. ¿Un accidente? ¿Algo que pasa al azar? ¿Acaso alguna vez tenéis alguna prueba de la más mínima falta de una estructura fríamente calculada en este sitio?
-Lo que más odiamos es esa estructura -dice Ingersoll.
-Saben lo que pasa -dice Blott saltando un poco sobre su coxis-. Quieren que nos reunamos para quejarnos.
-Oh, son astutos -dice Ingersoll.»
[El fragmento pertenece a la edición en español de la editorial Mondadori, 2013, en traducción de Marcelo Covián. ISBN: 978-84-397-0236-8.]
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Realiza tu comentario: