Noticias morales de 1917
«Su carta es del 29 de agosto y la encontré ayer en el secreter de caoba de la oscura salita que da al patio de granados. El papel es rayado y la tinta violeta. La letra, muy picuda. Se explica así:
"Mi amado hijo,
Lamento de verdad que Dios no dispusiera que nos encontráramos en Cádiz. La ciudad te gustará porque es muy alegre, menos en las horas de sol. Espero que ya estés bien de las anginas, que no son una enfermedad grave, pero que dejan alicaído, por el no comer. Yo de ti ahora comería una cosa andaluza que llaman el gazpacho, que es bien alimenticia porque tiene abundantes hortalizas, y además es bueno el pescado, en ésa, que lo fríen con aceite de Andalucía, fino y con muchas calorías. Debes alimentarte porque la salud es lo principal. Sin salud no hay nada.
Yo hubiera disfrutado viéndote, porque harán ya ahora seis años que no hemos estado juntos. Te dejé que eras un niño y estrás hecho un hombre. Hoy he ido a nuestra finca de San Telm y he pensado en ti al darme cuenta de que la higuera donde hacían aquel nido los búhos está seca y muerta [...]. Tú ya no debes ir a buscar nidos y la higuera está derruida. Ya te darás cuenta, con los años, que sólo la salud importa: tú casi nunca te sentirás viejo, te verás siempre como cuando tenías quince años, pero la gente mayor comenzará a morirse a tu alrededor y tú un día no podrás levantar ya un saco de nitrato de Chile de ochenta kilos. En los otros, en su muerte, verás primero tu vejez. [...]
En Cuba he dejado encargos para que te sean arreglados los asuntos. Al llegar a La Habana vete a la calle del Profesor Horcajo, que es una calle con muchas moscas y que a la mitad tiene una vuelta muy cerrada: allí mismo está el café de Biel Lleuger, que es de nuestro pueblo, [...] Él te encaminará bien. Es individuo de fiar aunque a veces dice mentiras. Que no tienen mala intención, pero te embrollan la cabeza. A mí me gusta charlar con un mentiroso porque nunca es aburrido. Pero si lo escuchas demasiado llegas a mentir tú también, porque te divierte tanto que lo imitas.
Ve con cuidado con el aburrimiento. Eres joven y supongo que tendrás que descubrir muchas cosas, por necesidad y por ganas. De esto me hubiera gustado hablar personalmente contigo, porque es tema delicado para un padre. Cuando te apetezca hacer, digamos jarana, tú hazla, que es malo sofocar los deseos que nacen del cuerpo. Pero no abuses. Nunca se debe abusar de nada, que deja el cuerpo muy apalizado y hace desaparecer la ilusión. Hay que saber manejar más la ilusión que el dinero, que al dinero puedes volver a ganarlo y a la ilusión no. Un hombre desbravado, sea de amores, del juego o de la bebida, vale poco y con frecuencia resulta traidor y esto por una razón: porque no espera ya nada. Tú ya sabes que quiero mucho a tu madre, pero en parte es porque sólo la veo tres o cuatro meses cada media docena de años, al venir al pueblo. Todo se gasta, hijo mío, y hay que combinar las cosas a fin de que funcionen bien administradas.
Te decía lo del aburrimiento: esto puede desbravarte mucho. [...] tomando una copa aquí y guiñándole el ojo allí a una mulata, tienes un gran peligro de convertirte en mujeriego, en borracho. A las cosas hay que hacerlas porque se tienen ganas, no para sustituir bostezos. [...] no te preocupes demasiado por el dinero. Tener dinero guardado sólo es bueno para la vejez, que faltan fuerzas para ganarlo. De joven, es mejor vivir la vida. El dinero, querido hijo, te hace ladrón o explotador. Yo lo he visto muchas veces y no siempre me he salvado de ello. Como patrón que soy, he presentado al armador cuentas que no son verdad y que me metían unos pesos en el bolsillo. Y he visto que los armadores, por avaricia, nos roban a nosotros, las tripulaciones de los barcos. Tu abuelo tenía un libro que quemamos cuando hicieron rey a Alfonso XII y los que eran federales cogieron miedo, que contaba como unos catalanes, entre los que estaba Monturiol, que inventó el submarino, habían hecho o pensado hacer una especie de pueblo sin dinero, de todo para todos, y que no salió bien. Yo espero que algún día se haga porque así como van las cosas, van muy mal. Mira la guerra, que destruye al mundo, y esta gripe que mata incluso a los que no están en la guerra. Yo nunca he podido comprender qué razones se crean los hombres para pelearse. Una cosa es una pelea de jóvenes, ya que el cuerpo a veces tiene deseos de dar bofetadas y, aunque te parezca raro, de recibirlas. Pero sólo la falta de ilusión que se apodera de casi todos los mayores hace que se miren traidoramente y luchen. Porque es verdad, y nunca lo olvides, que hablando y creyendo que el otro puede tener tanta razón como tú, pues los hombres se entienden. He leído muchos diarios y no he comprendido por qué las naciones se hacen la guerra. Una vez hablé largo de esto con el tío Joan Poncet, que era carlista, y me decía que lo era para que viniera otro rey distinto de Alfonso XII. ¿Y qué más da, si hay un rey u otro, si lo que hace falta es que cada uno pueda caminar tranquilo y libre y comer un buen plato de sopas al mediodía? No te metas en política, que sólo acaba con ganas de dominar a los demás. [...] La honradez, muchacho, no es estar seguro de que hay que hacer o pensar así o asá. Yo opino que es no estar con ideas fijas, de estas que no cambian en toda la vida, y estar atento a la realidad que pisas y luego procurar no hacer daño a nadie.
Esto va con la religión. Verás protestantes y negros que les llaman ñáñigos, que adoran gallos y bailan por las noches, en los manglares apartados. Nunca te rías de nadie porque ellos te ven tan raro como tú a ellos. Supongo que habrás ido a misa. [...] No es malo ir a misa, aunque yo no desearía que un hijo mío se hiciera capellán. Hay que respetar a Dios, eso sí. Pero la vida es diferente a como te la explican los capellanes, en la doctrina y en los sermones. Por esto hay que respetar a Dios, pero también la vida, que sólo tienes ésta y ninguna otra.
Estás en edad de aprender. [...] Te meterá en la cocina, de pinche, que es lo que hemos convenido. [...] Hay que aprender, hijo mío, y por eso tienes que frecuentar ahora la compañía de los viejos más sabedores que tú. No escuches demasiado sus consejos, que son los de gente gastada. Pero presta oído a las cosas que cuentan, de si aquello lo hicieron así o asá o si fulano o mengano: es como si en un teatro te representaran trozos de la vida para que aprendieras o la vieras. Y ver siempre es bueno. Como aprender lenguas: en los ratos libres, estudia lenguas de otros países y habla con gente de allí, que a cada lengua que sabes descubres un mundo. [...] Aprende lenguas y también es bueno aprender mecánica [...]
La gente se hace amo, domina a los otros, por la fuerza. Delante de un fuerte, que puede ser un hombre con músculos fuertes o la bolsa bien llena de dinero, ve con cuidado y jamás le digas del todo que ni sí ni que no: es tan malo que te tenga en contra como que te hagas criado suyo. [...]
Y ya nada más por hoy. Tu madre te envía muchos besos y llora siempre que piensa en ti. Pero tú haz tu vida, que nosotros ya empezamos a ser viejos y hay más de egoísmo de viejo que de amor en el llorar de ella. Pero no nos olvides nunca, como nosotros no te olvidamos a ti. Tu padre, que te quiere, Bartomeu".
[...] "...La vida, que sólo tienes ésta y ninguna otra": es triste, es cruel, pensar que los muertos tienen razón.»
Hace años que busco este relato completo y no hay manera de encontrarlo.
ResponderEliminarAsí que leer este extracto me ha compensado parcialmente.
Muchas gracias!
Gracias a ti por dedicar un tiempo a leer estos fragmentos. Por circunstancias, ahora no dispongo de la referencia bibliográfica completa, pero en unos días la pondré. Salud.
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