Política
Sobre derechas e izquierdas
«Se ha insinuado a veces (muchas) que rechazar la división entre derechas e izquierdas, declarando acaso que ya está "pasada de moda", constituye una prueba de que se es de derechas. Yo no diría tanto, pero sí que, cuando menos durante bastantes años, los "derechistas" han mirado tal división con menos simpatía que los "izquierdistas". Nada de eso, sin embargo, la hace o todavía aceptable o ya caduca. Lo que la hace es superficial y apresurada a menos de especificarse en cada caso en virtud de qué motivos o en vista de qué circunstancias se usan -o vuelven a usarse- esos gastados vocablos.
Es sabido, para empezar, que, en su empleo político, tuvieron un origen puramente circunstancial, un uso, por así decirlo, "locativo". Los "representantes del pueblo" más conservadores, menos radicales, más tradicionales, etc. se congregaban a la derecha de lo que en muchas naciones con sistemas parlamentarios ha venido a constituir un hemiciclo. Los más revolucionarios, los más radicales, los menos tradicionales, etc., se congregaban a la izquierda. Este modo de distribuirse en el espacio creaba inmediatamente gran número de posibilidades: unos estaban en la "extrema izquierda" y otro en la "extrema derecha" y otros, en muy diversos grados, en el centro, con lo que a la vez se producía un centro derecha y un centro izquierda y varios otros matices como una derecha y una izquierda del centro derecha y una izquierda y una derecha del centro izquierda, et caetera. La colocación de diputados en el recinto parlamentario hubiera podido ser distinta: si los representantes de la "Montaña" en el curso de la Convención francesa se hubieran colocado, como parecía corresponder a su nombre, en las partes superiores del recinto, los derechistas serían llamados "montañeses", y si los jacobinos se hubiesen distribuido en las primeras filas del hemiciclo, los izquierdistas podrían ser llamados "bases", con los enragés sentados probablemente en el suelo antes de las filas primeras y los girondinos moderados entre la "montaña" y la "base". Todo lo cual nos enseña por lo menos esto: que no es legítimo jugar con significados no políticos de las palabras "derecha" e "izquierda", tales como los derivados de frases del tipo de "hacer las cosas a derechas" a diferencia de lo "torcido" y "siniestro" que puede ser todo lo que se refiera a la izquierda.
Ni siquiera el uso más general y vago de la derecha como conservadora y tradicional y la izquierda como revolucionaria y radical está totalmente a salvo de objeciones. Se puede ser todo lo radical que se quiera dentro de la derecha (y la izquierda) y todo lo conservador que se desee dentro de la izquierda (o la derecha).
Así, pues, sólo dentro de un determinado contexto sigue siendo legítimo usar palabras, que entonces pierden sus sentidos generales y adquieren sentidos específicos.
Por ejemplo: los diputados pertenecientes al llamado "Grupo Interregional" del actual Parlamento soviético están sin reservas en favor de una mayor liberalización política, de un franco pluralismo político y de una decidida tendencia a desmantelar el sistema económico todavía ampliamente vigente y a reemplazarlo por una economía de mercado (de la cual, por lo demás, hay innumerables especies). Algunos de los miembros de este grupo no parecen ni siquiera asustarse de que se hable de capitalismo e inclusive ha circulado, o vuelto a circular, entre ellos el conocido chiste: "El capitalismo es el sistema al que se llega después de pasar por varias décadas de comunismo."
Ahora bien, ¿qué posición -"derecha" o "izquierda"- defienden los miembros de ese Grupo? Los comunistas ortodoxos o duros, que todavía los hay, dirán que son unos reaccionarios y, desde luego, unos derechistas rabiosos. Ellos alegarán, en cambio, que esos comunistas a marchamartillo son unos conservadores impenitentes, al punto de ser ellos los verdaderos derechistas. ¿Y qué posición ocupa a la hora presente Gorbachov, a los cinco años de haber iniciado a la vez la glasnost y la perestroika? Lo comunistas ortodoxos dirán que ellos son los verdaderamente revolucionarios, porque si no quieren cambiar nada por el momento es sólo porque están (¡o estaban!) en el camino hacia el "verdadero socialismo" y hacia la "sociedad sin clases" que Gorbachov y todos los aún llamados "disidentes" hacen mangas y capirotes para entorpecer o derribar y ello sólo con la aviesa intención de entregar el país a los "lacayos capitalistas" y a la "derecha". Por su lado, los "interregionales" alegarán -como de hecho lo están haciendo- que los comunistas recalcitrantes son unos inmovilistas reaccionarios y, en consecuencia, unos derechistas mientras que ellos quieren romper con lo que se ha convertido en un neotradicionalismo, al punto que o bien aspiran a que Gorbachov, que tal vez es ya "demasiado conservador" abandone las riendas del mando, o bien desean -como varios han declarado- que Gorbachov se desplace "junto a ellos, algo más a la izquierda".
La situación actual en la Unión Soviética, y en los países ex comunistas y ex satélites del Este, se ha dado asimismo innumerables veces -y sigue dándose, con todos los cambios históricos pertinentes- en otros países, donde, además, se da con frecuencia la circunstancia de que los gobernantes de derechas hagan (y acaso sólo ellos puedan realmente hacerlo) una política de izquierdas, y de que los gobernantes de izquierda hagan (y asimismo sean sólo ellos quienes puedan hacerlo) una política de derechas. Esto explica situaciones sobremanera confusas, como la de que, de nuevo en la Unión Soviética, los que se designan a sí mismos como patriotas a ultranza (los del grupo Pamiat -Memoria-) puedan defender a los comunistas tradicionales como los que conservan aún el empuje "imperial" del zarismo. En punto a confusiones, nada mejor que la política.
En cualquier caso, todo eso contribuye a que se desdibujen cada vez más los significados generales de las palabras "derecha" e "izquierda", que entonces pueden usarse sólo como nociones muy generales -los filósofos dirían como "conceptos regulativos"- o bien tienen que especificarse trayendo a colación las circunstancias concretas dentro de las cuales son empleados. No hay que ser de derechas (o de izquierdas) para reconocerlo.
Todo lo cual hace que los problemas y conflictos políticos sean mucho más difíciles de describir y explicar de lo que suponen quienes se aferran sin más a los vocablos "derecha", "izquierda", "centro", etc. No es de extrañar que se haya tendido a emplear otros términos que, como pragmatistas o ideólogos, todavía parecen algo nuevos (por lo menos entre los comentaristas políticos) y que tal vez sirvan hasta que, con el desgaste, acaben por vaciarse de sentido.»
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