sábado, 4 de julio de 2020

Entre luz y oscuridad.- Harry Martinson (1904-1978)

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Vientos alisios (1945)
Li Kan habla bajo el árbol
V

  «No rechaces lo humano / con constantes referencias a lo supremo.
Es en el mundo de los sentidos, donde viven los dolores y la alegría, / donde se debe explicar nuestro mundo.
Lo evidente irrumpe en nuestros sentidos con la fuerza del sol. / El sol nos ofrece diariamente la vida desde lo supremo
pero en el reino de nuestros sentidos. / Sin confianza en este cimiento y esta bóveda de evidencias
no surge ninguna relación basada en la verdad tolerante para nosotros. / Verdad y justicia tienen en el mundo de los sentidos una de sus moradas,
esa morada es nuestra y esa morada es rica.
Pero estad seguros, hay una verdad superior que vigila todas las otras. / Las cuida como el sol protege los campos de las heladas.
Siempre estamos observados por el ojo vivificador de un sol libre. / Si descubrimos el prodigio de esto, nuestros sentidos tendrán ventanas al cielo.
La verdad no nos necesita. / Somos nosotros los que la necesitamos.
La verdad no es importante. / La importancia se la damos sólo nosotros.
[…]

***

 La inteligencia humana debe contar con las deficiencias del hombre. / Muchas veces no se trata de deficiencia alguna sino simplemente del tamaño del hombre,
la posibilidad de contener agua de la frágil vasija. Uno no puede / llenarla más hasta los bordes. De ahí ha surgido el insulto "cántaro".
Pero, ¿habéis oído a la aguadora, sentada junto a la fuente, mofarse / de su cántaro, sólo porque no le quepa ni una gota más de agua?
[…]
VIII

 Uno tiene que aprender las diferencias de naturaleza / entre lo que es tangible, lo fáctico y lo que es verdad.
Los hechos los tenemos por todas partes. / Lo factual se arremolina como arena en nuestros ojos
y ante todo lo que ocurre realmente al final nos volvemos sordos / y acabamos en la insensibilidad de lo real.
El hombre no es más que una pequeña vasija./ Su capacidad de absorber hechos y datos y conservarlos en su mente es limitada.
Así somos y así debemos entenderlo.
Después de las tormentas y los terremotos y las guerras / la multitud de datos que hay sobre ellos nos dejan insensibles,
como grillos cansados, enredados en la hierba / que se ha arremolinado y enmarañado.
Nos debatimos pataleando en un mundo de hechos y datos como en una insidiosa red.
Qué haríamos entonces si antes no nos aclarábamos / que la verdad es un estado de ánimo de la existencia
que se puede experimentar directamente, igual que uno siente / el resplandor del sol brillar evidente e imperturbable incluso después de haberse enmarañado la hierba.
La verdad está en el sol, no en las tormentas ocasionales. / La verdad entra en la mente cuando se producen cambios en los sentidos,
el día en que el hombre entiende la evidencia del sol como aparición, / no como la rutinaria lámpara que brilla sobre almas pazguatas y deseos irrisorios.
La verdad es la buena voluntad / de velar y existir en la reflexión.
[…]
X

 Sentimientos e ideas se separan en el hendimiento de la existencia. / El mundo de las ideas se convierte entonces en un tribunal donde se
juzgan sueños y sentimientos, donde las corazonadas reciben su castigo. / La fría luz de la vanidad de la verdad
Entre luz y oscuridad - nordicalibros.comilumina con una claridad absurdamente reveladora todos los conmovedores árboles. / Entonces uno querría preguntar:
¿qué cazáis, cazadores? / ¿Cuál es el objetivo de vuestra caza del hombre?
Y en el otro lado: los sentimientos están en el banquillo de los acusados, / la sensatez es objeto de ultrajes, la inteligencia es un insulto,
ponen a la sabiduría contra el muro y la llaman asesina de la alegría, / a la señora de expresión amargada y cáncer de estómago
la nombran bruja. / Caza del hombre frente a caza del hombre.
¿Qué cazáis, pues, cazadores?
Aquí podemos ver ante nosotros las batallas humanas en el paisaje de la caza del hombre: / el odio mutuo de las generaciones,
el odio de las razas y el odio de los sexos, / y el odio de las clases y el odio de las categorías morales.
Allí utilizan la moral como arma contra la alegría duramente conseguida. / Allí funden la alegría en coros vocingleros que lanzan su odio contra la moral.
Yo les digo esto porque es una cosa obvia, / si la naturaleza, en tales circunstancias, no le solucionase la mayor parte de sus problemas al hombre,
refrescándolo, encendiéndole el sol, lloviendo / sobre él y la tierra, divirtiéndolo y arrastrándolo hacia sí
sus pensamientos, sentimientos y miradas, alejándolos de él mismo / y de todos los prójimos y adversarios,
entonces el hombre no sería más que un cazador de hombres.
Ahora la naturaleza le prepara al hombre un mundo donde su carácter agresivo / va poco a poco desvaneciéndose al viento, en la desolación y el olvido.
Le proporciona una buena encarnadura y / una mente de fácil cicatrización que no es la del yo ni la de las multitudes, sino la de la naturaleza.
Así pues el hombre es algo que no se debe tomar en serio. Le falta / auténtica veracidad.
Alternativamente es un veleta o una firme roca. / Raras veces descubre el arte de ver realmente lo que es.
Odiarlo carece totalmente de sentido. / Despreciarlo es una fatua presunción.
Amarlo es un arte / que a menudo tiene que aprenderse laboriosamente en su compañía.
Pero el sol que se levanta al alba es siempre más que amor, / siempre más que odio, ridículo, tristeza o desprecio,
siempre más que belleza. / Es la verdad más allá de esas menudencias que llamamos hechos
y que nos lanzamos mutuamente a los ojos en tal cantidad que parecen un cegador remolino de arena. / El sol, nuestro común amor, se levanta
y recorre con su luz vivificadora el mundo / donde retumban los cuernos de caza y de caza del hombre.
Las olas de toda rebelión envejecen pronto / y los senderos de toda rebelión pronto se convierten en carreteras.
Queda una cierta nostalgia hacia algo que no / es la rueda del deseo ni la de la venganza.
Cuando mejor es el hombre es cuando aspira al bien / que no es capaz de hacer
y deja de cultivar el mal para el que tiene mejores aptitudes. / Entonces tiene, al menos, una dirección. Dirección sin meta.
Está libre de desconsideradas ambiciones.»

    [El texto pertenece a la edición en español de Nórdica Libros, 2009, en traducción de Francisco J. Uriz. ISBN: 978-84-936695-5-3.]

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