Acto primero
Escena IX
«Don Mariano: Algo de eso, sin ser eso. La cosa no es ninguna ganga: no quiero engañarte, Antonio. Pagan bien; pero hay que ganarlo.
Don Antonio: A mí el trabajo no me asusta.
Don Mariano: No es cosa de trabajo.
Don Antonio: ¿Que no...? ¿Entonces, qué es?
Don Mariano: Os voy a sacar de dudas. De lo que yo puedo colocarte, hoy mismo si quieres, es de inspector de sala en la casa de Andorra.
Don Antonio: (Con cierta perplejidad.) ¿Inspector de qué?
Marcos: ¿En la casa de Andorra?
Leonor: ¿Y qué es eso?
Don Mariano: Pues nada, un círculo de recreo... Inspector de sala de un círculo de recreo.
Don Antonio: (Con decepción.) ¡Mi madre!
Don Mariano: De recreos mayores, vamos. Donde se... (Se moja el dedo índice y sobre la palma de la mano golpea como pasando cartas.)
Don Antonio: Ya, ya... ¿Y yo...?
Don Mariano: El contratista de juego es un íntimo amigo mío, Paco el Maluenda; hombre serio y formal en estos negocios y, el otro día, hablando, me dijo que necesitaba un hombre, un hombre de agallas...
Leonor: ¿De qué?...
Don Antonio: De agallas, hija.
Don Mariano: Es una casa algo castigadilla por tahúres y barateros y hay que limpiar aquello; ya comprenderás... Y yo me he acordado de ti.
Don Antonio: Te has acordao de mí pa limpiar...
Leonor: ¿Limpiar mi papá?
Don Mariano: La chica me pidió una cosa a la desesperá, fuese lo que fuese; porque estáis muriendo de hambre. Yo os hubiera querido traer la gloria; pero no he podido más que esto. Si sirve, sirve, y si no...
Don Antonio: Sí; pero yo en una casa de juego, entre matones, para tenerlos a raya... Bueno, Mariano; esto ha sido buscarme una colocación, pero en la estantería de una sacramental...; porque ni mi carácter ni mis chichas...
Don Mariano: ¡Por Dios, Antonio; no seas apocao, que os va a matar la miseria en un rincón a tu hija y a ti! Hay que tener bríos; hazlo siquiera por ella... Hay que lanzarse al mundo, tener acción, pegarle dos patás al hambre, tener gana de vivir. Cuando la vida vuelve la espalda, se la pone de cara a bofetás, a bocaos, ¡cómo sea!
Don Antonio: Sí, lo comprendo. Pero es que yo...
Don Mariano: Y te advierto que salíais d'apuros, porque dan mil pesetas mensuales.
Don Antonio: (En el colmo del asombro y de la exaltación.) ¿Qué?... ¡Qué has dicho!... ¿Mil pesetas?...
Don Mariano: ¡Mil! y si ties empuje y suerte, pue que más.
Don Antonio: ¡Más!... ¡Yo, mil pesetas!... ¡Uno..., dos..., cinco...; cerca de siete duros diarios!... ¡Voy, Mariano, voy!
Don Mariano: ¡Bien hecho!
Don Antonio: ¡Mil pesetas!... Voy, sea como sea.
Leonor: No, papá.
Don Antonio: (Exaltado.) ¡Voy!
Marcos: Pero, don Antonio...
Don Antonio: (Gritando.) Voy, he dicho. No contradecirme. Ahora, que quizá no me admitan; porque como yo tengo este aspecto así...
Don Mariano: Está previsto. Le he dicho al Maluenda que de figura eres poquita cosa, pero que ties un valor frío, que hielas la sangre.
Don Antonio: ¿Que hielo yo...?
Don Mariano: Y que ni en la bronca más terrible se te oye la voz.
Don Antonio: ¡A mí qué se me va a oír en las broncas!
Don Mariano: Y que, siempre correzto y bien educao, con la mayor finura le metes al tío de más fachenda una cuarta de acero en el estómago...; por lo cual le he dicho que te llaman Antonio Jiménez, el Modoso.
Don Antonio: ¡El Modoso!... ¿Yo, el Modoso?... Y una cuarta de... (Hace gestos como de contraer el estómago.) ¡Ay, que me da frío!
Leonor: ¡Mi papá con mote!
Don Antonio: Pues nada, Mariano, sea lo que Dios quiera; voy.
Leonor: No, papá.
Marcos: Pero, don Antonio, que con las chichas de usté, si le dan un cate...
Don Antonio: Voy, he dicho. Y no contradecirme, ¡vaya!... (Los asusta con su energía.) Bueno, Mariano, ¿y desde cuándo podría yo cobrar? (Lo ha llevado aparte.)
Don Mariano: Desde en seguida, verás. Yo, por lo pronto, te voy a dejar cinco duros. Toma. (Se los da.)
Don Antonio: (Se los guarda.) Gracias.
Don Mariano: Coméis hoy, te arreglas, y a las tres te espero yo, con Paco el Maluenda, en la calle de Sevilla.
Don Antonio: Muy bien.
Don Mariano: Te presento, habláis, nos vamos a la casa de Andorra; te darán tu "smoking".
Don Antonio: ¿"Smoking..."? ¿De modo que eso de la cuarta hay que hacerlo de etiqueta? (Acción de dar un navajazo.)
Don Mariano: Es lo obligao. Empiezas tu servicio a la noche, y si te arreglas, te darán hoy mismo el dinero; porque pagan adelantao.
Don Antonio: ¿Adelantao?... Ni una palabra más.
Don Mariano: Yo te ilustraré de too. Estoy allí de cajero.
Don Antonio: Bueno; oye, tú, ¿y qué clase de tipos son los que...?
Don Mariano: Naa, hombre; too es tomarle el aire a la cosa.
Don Antonio: ¿El aire?
Don Mariano: El peorcito es uno que le llaman el Ciclón.
Don Antonio: ¿El Ciclón?... ¿Y dices que tomarle el aire?...
Don Mariano: Y si me crees a mí, pocas palabras; dos tiros a tiempo y te haces el amo.
Don Antonio: ¿Dos tiros a tiempo y el amo?...
Don Mariano: A propósito... (Le enseña una pistola discretamente.) Tú no tendrás...
Don Antonio: No, no tengo...
Don Mariano: Pues toma. Está cargada.»
Don Mariano: Pues toma. Está cargada.»
[El texto pertenece a la edición en español de Salvat Editores, 1969. Depósito legal: B. 34.701-1969.]
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