¿Qué es la contra-sexualidad?
Principios de la sociedad contra-sexual
La sociedad contra-sexual demanda que se borre
de las denominaciones «masculino» y «femenino”
correspondientes a las categorías biológicas (varón/mujer, macho/hembra) del
carné de identidad, así como de todos los formularios administrativos y legales
de carácter estatal. Los códigos de la masculinidad y de la feminidad se
convierten en registros abiertos a disposición de los cuerpos parlantes en el
marco de contratos consensuados temporales.
ARTÍCULO 2
Para evitar la reapropiación de los cuerpos
como femenino o masculino en el sistema
social, cada nuevo cuerpo (es decir, cada nuevo contratante) llevará un nuevo
nombre que escape a las marcas de género, sea cual fuese la lengua empleada. En
un primer momento, y con el fin de desestabilizar el sistema heterocentrado, es
posible elegir un nombre del sexo opuesto o utilizar alternativamente un nombre
masculino y un nombre femenino. Por ejemplo, alguien que se llame Julio
utilizará el correspondiente femenino Julia, y viceversa. Los José Marias podrán
utilizar María José, y viceversa.
ARTÍCULO 3
Tras la invalidación del sistema de reproducción
heterocentrado, la sociedad contra -sexual
demanda:
• la abolición del contrato matrimonial y de
todos sus sucedáneos liberales, como el contrato de parejas de hecho o el PACS (equivalente
legal común para homosexuales y heterosexuales en Francia), que perpetúan la
naturalización de los roles sexuales. Ningún contrato sexual podrá tener como
testigo al Estado;
• la abolición de los privilegios sociales y
económicos derivados de la condición masculina o femenina -supuestamente
natural- de los cuerpos parlantes en el marco del régimen heterocentrado;
• la abolición de los sistemas de transmisión
y el legado de los privilegios patrimoniales y económicos adquiridos por los
cuerpos parlantes en el marco del sistema heterocentrado.
ARTÍCULO 4
La re-significación contra-sexual del cuerpo
se hará operativa con la introducción gradual de determinadas políticas
contra-sexuales. Uno, la universalización de las prácticas estigmatizadas como abyectas
en el marco del heterocentrismo. Dos, será necesario poner en marcha equipos de
investigación contra-sexuales hightech, de manera que se puedan encontrar y
proponer nuevas formas de sensibilidad y de afecto. Se pondrán socialmente en
marcha una serie de prácticas contrasexuales para que el sistema contra-sexual
tenga efecto:
• resexualizar el ano (una zona del cuerpo
excluida de las prácticas heterocentradas, considerada como la más sucia y la más
abyecta) como centro contra-sexual universal;
• difundir, distribuir y poner en circulación
prácticas subversivas de re-citación de los códigos, de las categorías de la
masculinidad y de la feminidad naturalizadas en el marco del sistema heterocentrado.
La centralidad del pene, como eje de significación del poder en el marco del
sistema heterocentrado, requiere un inmenso trabajo de re-significación y de
deconstrucción. Por esto, durante el primer período de establecimiento de la
sociedad contra-sexual, el dildo y todas sus variaciones sintácticas -tales como dedos, lenguas, vibradores, pepinos,
zanahorias, brazos, piernas, el cuerpo entero, etc.-, así como sus variaciones
semánticas -tales como puros, pistolas, porras, dólares, etc.-, serán
utilizadas por todos los cuerpos o sujetos parlantes en el marco de los
contratos contra-sexuales ficticios, reversibles
y consensuados;
• parodiar y simular de manera sistemática los
efectos habitualmente asociados al orgasmo, para así subvertir y transformar
una reacción natural ideológicamente construida. En el régimen heterocentrado, la
limitación y la reducción de las zonas sexuales son el resultado de las
definiciones disciplinarias médicas y psicosexuales de los supuestos órganos
sexuales, así como de la identificación del pene y del supuesto punto G como
centros orgásmicos. En todos estos puntos, la producción del placer depende de la
excitación de una sola zona anatómica, fácilmente localizable en los hombres,
pero de difícil acceso, eficacia variable e incluso existencia dudosa en las
mujeres.
El orgasmo, efecto paradigmático de la
producción-represión heteronormativa que fragmenta el cuerpo y localiza el
placer, será parodiado sistemáticamente gracias a diversas disciplinas de
simulación y repeticiones en serie de los efectos tradicionalmente asociados
con el placer sexual (ver las prácticas de inversión contra-sexuales) . La
simulación del orgasmo equivale a una desmentida de las localizaciones
espaciales y temporales habituales del placer. Esta disciplina contra-sexual se
desarrolla en el sentido de una transformación general del cuerpo, similar a
las conversiones somáticas, a las prácticas de meditación extrema, a los
rituales propuestos en el body art y en determinadas tradiciones espirituales. Los
trabajos de Ron Athey, Annie Sprinkle, Fakir Mustafa, Zhang Huan, Bob
Flanagan, etc., constituyen ejemplos Y anticipaciones de esta disciplina
contra-sexual.
ARTÍCULO 5
Toda relación contra-sexual será el resultado
de un contrato consensual firmado por todos
los participantes. Las relaciones sexuales sin contrato serán consideradas como
violaciones. Se pedirá a todo cuerpo
parlante que explicite las ficciones naturalizantes (matrimonio, pareja,
romanticismo, prostitución, celos... ) que fundamentan sus prácticas sexuales.
La relación contra-sexual será válida y
efectiva por un período de tiempo limitado (contrato temporal) que nunca podrá
corresponder a la totalidad de la vida de los cuerpos o sujetos de habla. La relación
contra-sexual se funda en la equivalencia y no en la igualdad. Se requerirán la
reversibilidad y los cambios de roles, de manera que el contrato contra- sexual
nunca pueda desembocar en relaciones de poder asimétricas y naturalizadas.
La sociedad contra-sexual instituye la
obligación de prácticas contra-sexuales, organizadas socialmente en el seno de
grupos libremente compuestos a los que cualquier cuerpo parlante puede incorporarse.
Cualquier cuerpo tiene la posibilidad de rechazar su derecho a pertenecer a una
o varias comunidades contrasexuales.
ARTÍCULO 6
La sociedad contra-sexual declara y exige la
separación absoluta de las actividades sexuales y de las actividades de
reproducción. Ningún contrato contra-sexual conducirá al acto de reproducción. La
reproducción será libremente elegida por cuerpos susceptibles de embarazo o por
cuerpos susceptibles de donar esperma. Ninguno de esos actos reproductivos
establecerá un lazo de filiación parental «natural» entre los cuerpos
reproductores y el cuerpo recién nacido. Todo cuerpo recién nacido tendrá
derecho a una educación contra-sexual.
Los métodos de contracepción y prevención de
enfermedades se distribuirán por todas partes, siendo obligatorios para todo
cuerpo parlante en edad de participar en la reproducción. El establecimiento de
unidades sexuales de investigación sobre la prevención de enfermedades, así
como la distribución gratuita y universal de los medios de prevención son las
condiciones necesarias para crear y desarrollar un sistema contra-sexual de
producción y reproducción.
ARTÍCULO 7
La contra-sexualidad denuncia las actuales políticas
psiquiátricas, médicas y jurídicas, así como los procedimientos administrativos
relativos al cambio de sexo. La contra-sexualidad denuncia la prohibición de
cambiar de género (y nombre) , así como la obligación de que todo cambio de género
deba estar acompañado de un cambio de sexo (hormonal o quirúrgico). La
contra-sexualidad denuncia el control de las prácticas transexuales por las
instituciones públicas y privadas de carácter estatal heteronormativo que imponen el cambio de sexo
de acuerdo con modelos anatómico-políticos fijos de masculinidad y feminidad.
No hay razón política que justifique que el Estado deba ser garante de un cambio
de sexo y no de una cirugía estética de nariz, por ejemplo.
En la sociedad contra-sexual, las operaciones
de cambio de sexo constituirán una especie de cirugía de utilidad pública,
impuesta o elegida. Estas operaciones nunca servirán para que los cuerpos puedan
remitir de nuevo a la idea de una coherencia masculina o femenina. La contra-
sexualidad pretende ser una tecnología de producción de cuerpos no
heterocentrados. Los equipos de investigación en tecnología contra-sexual
estudian y promueven, entre otras, las siguientes intervenciones:
• exploración virtual de los cambios de género
y de sexo gracias a distintas formas de travestismo: cross-dressing,
intemet-drag, identidad ciber, etc.
• producción in-vitro de un ciber-clítoris
para implantar en distintas partes del cuerpo;
• transformación de diferentes órganos del
cuerpo en dildo-injertos.
ARTÍCULO 8
La contra-sexualidad revindica la comprensión
del sexo y del género como cibertecnologías complejas del cuerpo. La contra-sexualidad,
sacando partido de las enseñanzas de Donna Haraway , apela a una queerización urgente
de la «naturaleza» (http: 1 /muse.jhu.edu/journals/
configuration/v002/2. 1 haraway). Las sustancias llamadas "naturales" (testosterona, estrógeno, progesterona), los órganos (las partes genitales
macho y hembra) y las reacciones físicas (erección, eyaculación, orgasmo, etc.)
deberían considerarse como poderosas «metáforas políticas» cuya definición y
control no pueden dejarse ni en manos del Estado ni de las instituciones médicas
y farmacéuticas heteronormativas.
La sofisticación de la mayor parte de las
ramas de la medicina terapéutica y de la cibernética (xenotransplantes, prótesis
cibernéticas visuales y auditivas, etc.) contrasta con el subdesarrollo de las
tecnologías que permiten modificar los órganos (faloplastia, vaginoplastia...) y las prácticas sexuales (tomemos, por ejemplo, la escasa evolución del
preservativo en los últimos 2.000 años). La meta de las actuales biotecnologías
es la estabilización de las categorías heteronormativas de sexo y de género
(que va de la erradicación de las anormalidades sexuales, consideradas como monstruosidades
en el nacimiento o antes del nacimiento, a las operaciones en el caso de
personas transexuales) . La testosterona, por ejemplo, es la metáfora
bio-social que autoriza el paso de un cuerpo denominado femenino a la
masculinidad. Es necesario considerar las hormonas sexuales como drogas político-sociales
cuyo acceso no debe ser custodiado por las instituciones estatales heteronormativas.
El control y la regulación del tiempo son
cruciales para la concepción y la mejora de las prácticas contra-sexuales. La sociedad
contra-sexual decreta que las actividades contra-sexuales se considerarán como
un trabajo social que, al mismo tiempo, será un derecho y una obligación para
cualquier cuerpo (o sujeto parlante), y que estas actividades se practicarán
regularmente un cierto número de horas al día (a determinar según el contexto).
ARTÍCULO 10
La sociedad contra-sexual
demanda la abolición de la familia nuclear como célula de producción, de
reproducción y de consumo. La práctica de la
sexualidad en parejas (es decir, en agrupaciones discretas de individuos de
distinto sexo superiores a uno e inferiores a tres) está condicionada por los fines
reproductivos y económicos del sistema heterocentrado. La subversión de la
normalización sexual, cualitativa (hetero) y cuantitativa (dos) de las relaciones
corporales se pondrá en marcha, sistemáticamente, gracias a las prácticas de
inversión contra-sexuales, a las prácticas individuales y a las prácticas de
grupo que se enseñarán y promoverán mediante la distribución gratuita de imágenes
y textos contra-sexuales (cultura contra-pornográfica).
ARTÍCULO 11
La sociedad contra-sexual
establecerá los principios de una arquitectura contra-sexual. La concepción y
la creación de espacios contra-sexuales estarán basadas en la deconstrucción y
en una re-negociación de la frontera entre la esfera pública y la esfera
privada. Esta tarea implica deconstruir la casa como espacio privado de
producción y de reproducción heterocentrada.
ARTÍCULO 12
La sociedad contra-sexual
promueve la modificación de las instituciones
educativas tradicionales y el desarrollo de una pedagogía contra-sexual high-tech
con el fin de maximizar las superficies eróticas, de diversificar y mejorar las
prácticas contra-sexuales. La sociedad contra-sexual favorece el desarrollo del
saber-placer y de las tecnologías dirigidas a una transformación radical de los
cuerpos y a una interrupción de la historia de la humanidad como naturalización
de la opresión (naturalización de la clase, la raza, el sexo , el género, la
especie, etc.).
ARTÍCULO 13
La sociedad contra-sexual
demanda la consideración de todo acto de sexualidad potencialmente como un
trabajo y, por tanto , el reconocimiento de la prostitución como una forma legítima
de trabajo sexual. La prostitución solo podrá ejercerse entrando en un contrato
libre y consensual en que una de las partes se define como comprador de trabajo sexual y la otra como vendedor
de ciertos servicios sexuales. Todas los trabajadores y trabajadoras sexuales
tendrán derecho al trabajo libre e igualitario, sin coacción ni explotación, y
deberán beneficiarse de todos los privilegios legales, médicos y económicos de
cualquier asalariado del mismo territorio. La contra-sexualidad busca generar
una contra-producción de placer y de saber en el marco de un sistema de contra-economía contra-sexual. Por
esta razón, la publicación de imágenes y de textos contra-sexuales
(contra-pornografía), así como la contra-prostitución, se considerarán como
artes y disciplinas. Se prevé la formación de centros universitarios destinados
al aprendizaje de las diferentes disciplinas contra-sexuales. En el marco de la sociedad contra-sexual, los cuerpos parlantes se
llamarán «postcuerpos» o wittigs.»
[El texto pertenece a la edición en español de Editorial Ópera Prima, 2002, pp. 29-36. ISBN: 84-95461-14-5.]
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