sábado, 20 de marzo de 2021

Obras completas.- Paul Celan (1920-1970)


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Prosa

Respuesta a una encuesta de la librería Flinker de París*

 «Ha sido muy amable al preguntarme sobre mis trabajos actuales y mis planes. Se dirige, sin embargo, a un autor cuyas publicaciones hasta el momento se limitan a tres libros de poemas. Así que, si no quiero salirme del tema, sólo puedo intentar una respuesta como poeta.
 Me parece que la poesía alemana va por otros caminos que la francesa. Con la más lúgubre memoria, con las más cuestionables circunstancias alrededor, a pesar de tener presente la tradición a la que pertenece, ya no puede hablar el lenguaje que un oído propenso todavía parece esperar de ella. Su lenguaje se ha vuelto más sobrio, más objetivo, desconfía de «lo Bello», intenta ser veraz. Es, pues, si se me permite usar una palabra del campo de lo visual, no perdiendo de vista lo polícromo de lo aparentemente actual, un lenguaje «más gris», un lenguaje que entre otras cosas también quiere saber su musicalidad asentada en un lugar donde nada tenga en común con aquella «armonía» que, más o menos indiferente, aún consonaba y asonaba con lo más espantoso.
 Lo que le interesa a este lenguaje es la precisión, aparte de toda la indispensable variedad de la expresión. No transfigura, no «poetiza», nombra y denota, intenta medir el campo de lo dado y de lo posible. Naturalmente nunca actúa aquí el lenguaje mismo, el lenguaje sin más, sino sólo un yo que habla bajo la especial perspectiva de su existencia y que es quien se interesa por el perfil y la orientación. La realidad no está dada, la realidad exige que se la busque y logre.
  ¿Pero no me he alejado ya de su pregunta? ¡Estos poetas! Al final hay que desearles que un día logren escribir una verdadera novela.
(1958)
[…]

Carta a Hans Bender

 Querido Hans Bender:
 Gracias por su carta del 15 de mayo y por su amable invitación a colaborar en su antología Mi poema es mi cuchillo.
 Me acuerdo que en su día le dije que el poeta vuelve a quedar expulsado de su complicidad primigenia en cuanto el poema está realmente ahí. Hoy formularía tal vez de otra manera esta opinión o bien intentaría diferenciarla; pero en el fondo soy todavía de esa -antigua- opinión. Por supuesto, existe también lo que hoy tan a gusto y tan despreocupadamente se denomina «oficio». Pero -permítame este resumen de lo pensado y de lo experimentado- oficio, absoluta precisión, es condición previa de toda poesía.  Ese oficio no tiene ciertamente un suelo de oro. Quién sabe si ni siquiera tiene un suelo. Tiene sus abismos y profundidades; algunos (ah, yo no pertenezco a ellos) tienen incluso un nombre para ello. Un oficio manual es cosa de manos. Y esas manos a su vez pertenecen únicamente a una sola persona, o sea, a un ser animado singular y mortal, que busca un camino con su voz y su mudez.
 Sólo manos verdaderas escriben poemas verdaderos. No veo ninguna diferencia de principio entre el apretón de mano y el poema.
 Que no nos vengan aquí con poiein y cosas semejantes. Eso significa sin duda, con sus cercanías y lejanías, otra cosa que en su contexto actual.
 ¡Por supuesto hay ejercicios -en sentido espiritual-, querido Hans Bender! Pero precisamente junto a esto existe, en cada rincón lírico, el andar experimentando lúdicamente con el llamado material de la palabra. Los poemas son también regalos; regalos para quienes están atentos. Regalos que llevan consigo destino.
 “¿Cómo se hacen los poemas?”.
 Hace años he podido observar de cerca durante un tiempo y después desde cierta distancia, cómo el «manipular», a través del manejo, se convierte poco a poco en «manipulación». Sí, tambi
én hay eso, tal vez lo sabe usted. Eso tiene sus motivos.
 Vivimos bajo cielos sombríos, y hay pocos seres humanos. Por eso probablemente haya tan pocos poemas. La esperanza que aún tengo no es grande; intento mantener lo que me ha quedado. Con mis mejores deseos para usted y su trabajo
Suyo.
Paul Celan
París, 18 de mayo de 1960
[…]

Discursos

Discurso con motivo de la concesión del premio de literatura de la ciudad libre hanseática de Bremen

 Pensar (denkett) y agradecer (danken) son en nuestra lengua alemana palabras de un mismo origen. Quien sigue su sentido entra en el campo de significación de gedenken, «pensar en, recordar», eingedenk sein, “recordar”, Andenken, “recuerdo”, Andacht, “meditación, recogimiento, oración”. Permítanme expresarles mi agradecimiento en este sentido.
 El paisaje del que yo vengo -¡por cuántos rodeos! ¿pero existen acaso los rodeos?-, el paisaje del que yo vengo hasta ustedes debe de serles, a la mayoría, desconocido. Es el paisaje en el que vivía una parte no poco importante de aquellas historias jasídicas que Martin Buber nos ha vuelto a contar en alemán. Era -si se me permite completar este apunte topográfico con algo que surge ahora ante mis ojos desde muy lejos- era un lugar en el que vivían hombres y libros. Allí, en aquella antigua provincia de la monarquía de los Habsburgos, ahora relegada al margen de la historia, me llegó por vez primera el nombre de Rudolf Alexander Schroder con ocasión de la lectura de «Oda con granada» de Rudolf Borchardt. Y también Bremen fue adquiriendo perfil ante mis ojos a través de las publicaciones de la Bremer Presse.
 Pero Bremen, aproximada por los libros y los nombres de quienes los escribían y publicaban, sonaba aún como algo inaccesible.
 Lo accesible, aunque tan lejano, el lugar al que acceder, se llamaba Viena. Bien saben ustedes cuáles fueron durante años las condiciones de esa accesibilidad.
Resultado de imagen de paul celan obras completas editorial trotta Accesible, próxima y no perdida permaneció, en medio de todas las pérdidas, sólo una cosa: la lengua.
 Sí, la lengua no se perdió a pesar de todo. Pero tuvo que pasar entonces a través de la propia falta de respuesta, a través de un terrible enmudecimiento, pasar a través de las múltiples tinieblas del discurso mortífero. Pasó a través y no tuvo palabras para lo que sucedió; pero pasó a través de lo sucedido. Pasó a través y pudo volver a la luz del día, “enriquecida” por todo ello.
 En esa lengua he intentado yo escribir poemas en aquellos años y en los posteriores: para hablar, para orientarme, para averiguar dónde me encontraba y a dónde ir, para proyectarme una realidad.
 Era, como ven, acontecimiento, movimiento, estar de camino, era el intento de encontrar una dirección. Y cuando pregunto por su sentido tengo que reconocer que en esta cuestión también tiene algo que decir la cuestión del sentido de las agujas del reloj.
 Pues el poema no es intemporal. Por supuesto encierra una pretensión de infinitud, intenta pasar a través del tiempo: a través de él, no por encima de él.
 Puesto que es una manifestación del lenguaje y por tanto esencialmente dialógico, el poema puede ser una botella de mensaje lanzada con la confianza -ciertamente no siempre muy esperanzadora- de que pueda ser arrojada a tierra en algún lugar y en algún momento, tal vez a la tierra del corazón. De igual forma, los poemas están de camino: rumbo hacia algo.
 ¿Hacia qué? Hacia algo abierto, ocupable, tal vez hacia un tú asequible, hacia una realidad asequible a la palabra.
 Tales realidades son las que tienen relevancia para el poema.
 Y creo que reflexiones como ésta no sólo acompañan mis propios esfuerzos, sino también los de otros poetas de las nuevas generaciones. Son los esfuerzos de aquel a quien sobrevuelan estrellas, obra del hombre, y que sin amparo, en un sentido inimaginable hasta ahora, terriblemente al descubierto, va con su existencia al lenguaje, herido de realidad y buscando realidad.
(1958)
[…]

Alocución ante la asociación de escritores hebreos

 He venido a Israel a encontrarme con ustedes porque lo necesitaba.
 Como raramente ocurre con una sensación, después de todo lo visto y oído me domina el sentimiento de haber hecho lo debido; espero, que no sólo en mi provecho.
 Creo entender lo que puede ser la soledad judía, y comprendo, en medio de tantas cosas, también el agradecido orgullo de cada tallo verde plantado por vuestra propia mano, pronto a refrescar a todo el que pase por aquí; como comprendo la alegría por cada nueva palabra lograda, vivida y vivificada por vosotros mismos, que acude a fortalecer al que se dirige a ella. Lo comprendo en estos tiempos de auge de la enajenación de sí mismo y de la masificación por doquier. Y encuentro aquí, en este paisaje exterior e interior, mucho de las compulsiones a la verdad de la gran poesía, de su propia evidencia y de su unicidad abierta al mundo. Y creo haber dialogado con la decisión serena y confiada de quien se afirma en lo humano.
 Gracias por todo esto, gracias a ustedes.
 Tel-Aviv, 14 de octubre de 1969.»


* La encuesta se dirigía a personalidades de la filosofía y de la literatura, con el fin de informar sobre sus trabajos actuales y sus proyectos (N. del T.).

   [Los textos pertenecen a la edición en español de Editorial Trotta, 2002, en traducción de José Luis Reina Palazón, pp. 481-482, 489-490, 497-498 y 511. ISBN: 84-8164-297-5.]

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