Prosa
Respuesta a una encuesta de la librería Flinker de París*
«Ha sido muy amable al preguntarme sobre mis
trabajos actuales y mis planes. Se dirige, sin embargo, a un autor cuyas
publicaciones hasta el momento se limitan a tres libros de poemas. Así que, si
no quiero salirme del tema, sólo puedo intentar una respuesta como poeta.
Me parece que la poesía alemana va por otros
caminos que la francesa. Con la más lúgubre memoria, con las más cuestionables
circunstancias alrededor, a pesar de tener presente la tradición a la que
pertenece, ya no puede hablar el lenguaje que un oído propenso todavía parece
esperar de ella. Su lenguaje se ha vuelto más sobrio, más objetivo, desconfía
de «lo Bello», intenta ser veraz. Es, pues, si se me permite usar una palabra
del campo de lo visual, no perdiendo de vista lo polícromo de lo aparentemente actual,
un lenguaje «más gris», un lenguaje que entre otras cosas también quiere saber
su musicalidad asentada en un lugar donde nada tenga en común con aquella
«armonía» que, más o menos indiferente, aún consonaba y asonaba con lo más
espantoso.
Lo que le interesa a este lenguaje es la
precisión, aparte de toda la indispensable variedad de la expresión. No
transfigura, no «poetiza», nombra y denota, intenta medir el campo de lo dado y
de lo posible. Naturalmente nunca actúa aquí el lenguaje mismo, el lenguaje sin
más, sino sólo un yo que habla bajo la especial perspectiva de su existencia y
que es quien se interesa por el perfil y la orientación. La realidad no está
dada, la realidad exige que se la busque y logre.
¿Pero
no me he alejado ya de su pregunta? ¡Estos poetas! Al final hay que desearles que
un día logren escribir una verdadera novela.
(1958)
[…]
Carta a Hans Bender
Querido Hans Bender:
Gracias por su carta del 15 de mayo y por su
amable invitación a colaborar en su antología Mi poema es mi cuchillo.
Me acuerdo que en su día le dije que el poeta
vuelve a quedar expulsado de su complicidad primigenia en cuanto el poema está
realmente ahí. Hoy formularía tal vez de otra manera esta opinión o bien
intentaría diferenciarla; pero en el fondo soy todavía de esa -antigua-
opinión. Por supuesto, existe también lo que hoy tan a gusto y tan despreocupadamente
se denomina «oficio». Pero -permítame este resumen de lo pensado y de lo
experimentado- oficio, absoluta precisión, es condición previa de toda poesía. Ese oficio no tiene ciertamente un suelo
de oro. Quién sabe si ni siquiera tiene un suelo. Tiene sus abismos y
profundidades; algunos (ah, yo no pertenezco a ellos) tienen incluso un nombre
para ello. Un oficio manual es cosa de manos. Y esas manos a su vez pertenecen
únicamente a una sola persona, o sea, a un ser animado singular y
mortal, que busca un camino con su voz y su mudez.
Sólo manos verdaderas escriben poemas
verdaderos. No veo ninguna diferencia de principio entre el apretón de mano y
el poema.
Que no nos vengan aquí con poiein y
cosas semejantes. Eso significa sin duda, con sus cercanías y lejanías, otra
cosa que en su contexto actual.
¡Por supuesto hay ejercicios -en sentido espiritual-,
querido Hans Bender! Pero precisamente junto a esto existe, en cada rincón
lírico, el andar experimentando lúdicamente con el llamado material de la palabra.
Los poemas son también regalos; regalos para quienes están atentos. Regalos que
llevan consigo destino.
“¿Cómo se hacen los poemas?”.
Hace años he podido observar de cerca durante
un tiempo y después desde cierta distancia, cómo el «manipular», a través del
manejo, se convierte poco a poco en «manipulación». Sí, tambi
én hay eso, tal
vez lo sabe usted. Eso tiene sus motivos.
Vivimos bajo cielos sombríos, y hay pocos
seres humanos. Por eso probablemente haya tan pocos poemas. La esperanza que
aún tengo no es grande; intento mantener lo que me ha quedado. Con mis mejores
deseos para usted y su trabajo
Suyo.
Paul Celan
París, 18 de mayo
de 1960
[…]
Discursos
Discurso con motivo de la concesión del premio de literatura de la
ciudad libre hanseática de Bremen
Pensar (denkett) y agradecer (danken)
son en nuestra lengua alemana palabras de un mismo origen. Quien sigue su
sentido entra en el campo de significación de gedenken, «pensar en,
recordar», eingedenk sein, “recordar”, Andenken, “recuerdo”, Andacht,
“meditación, recogimiento, oración”. Permítanme expresarles mi
agradecimiento en este sentido.
El paisaje del que yo vengo -¡por cuántos
rodeos! ¿pero existen acaso los rodeos?-, el paisaje del que yo vengo hasta
ustedes debe de serles, a la mayoría, desconocido. Es el paisaje en el que
vivía una parte no poco importante de aquellas historias jasídicas que Martin
Buber nos ha vuelto a contar en alemán. Era -si se me permite completar este
apunte topográfico con algo que surge ahora ante mis ojos desde muy lejos- era
un lugar en el que vivían hombres y libros. Allí, en aquella antigua provincia
de la monarquía de los Habsburgos, ahora relegada al margen de la historia, me llegó
por vez primera el nombre de Rudolf Alexander Schroder con ocasión de la
lectura de «Oda con granada» de Rudolf Borchardt. Y también Bremen fue
adquiriendo perfil ante mis ojos a través de las publicaciones de la Bremer
Presse.
Pero Bremen, aproximada por los libros y los
nombres de quienes los escribían y publicaban, sonaba aún como algo
inaccesible.
Lo accesible, aunque tan lejano, el lugar al
que acceder, se llamaba Viena. Bien saben ustedes cuáles fueron durante años
las condiciones de esa accesibilidad.
Accesible, próxima y no perdida permaneció, en
medio de todas las pérdidas, sólo una cosa: la lengua.
Sí, la lengua no se perdió a pesar de todo.
Pero tuvo que pasar entonces a través de la propia falta de respuesta, a través
de un terrible enmudecimiento, pasar a través de las múltiples tinieblas del
discurso mortífero. Pasó a través y no tuvo palabras para lo que sucedió; pero
pasó a través de lo sucedido. Pasó a través y pudo volver a la luz del día, “enriquecida”
por todo ello.
En esa lengua he intentado yo escribir poemas
en aquellos años y en los posteriores: para hablar, para orientarme, para
averiguar dónde me encontraba y a dónde ir, para proyectarme una realidad.
Era, como ven, acontecimiento, movimiento,
estar de camino, era el intento de encontrar una dirección. Y cuando pregunto
por su sentido tengo que reconocer que en esta cuestión también tiene algo que
decir la cuestión del sentido de las agujas del reloj.
Pues el poema no es intemporal. Por supuesto
encierra una pretensión de infinitud, intenta pasar a través del tiempo: a
través de él, no por encima de él.
Puesto que es una manifestación del lenguaje y
por tanto esencialmente dialógico, el poema puede ser una botella de mensaje
lanzada con la confianza -ciertamente no siempre muy esperanzadora- de que
pueda ser arrojada a tierra en algún lugar y en algún momento, tal vez a la
tierra del corazón. De igual forma, los poemas están de camino: rumbo hacia
algo.
¿Hacia qué? Hacia algo abierto, ocupable, tal
vez hacia un tú asequible, hacia una realidad asequible a la palabra.
Tales realidades son las que tienen relevancia
para el poema.
Y creo que reflexiones como ésta no sólo
acompañan mis propios esfuerzos, sino también los de otros poetas de las nuevas
generaciones. Son los esfuerzos de aquel a quien sobrevuelan estrellas, obra
del hombre, y que sin amparo, en un sentido inimaginable hasta ahora,
terriblemente al descubierto, va con su existencia al lenguaje, herido de
realidad y buscando realidad.
(1958)
[…]
Alocución ante la asociación de escritores hebreos
He venido a Israel a encontrarme con ustedes
porque lo necesitaba.
Como raramente ocurre con una sensación,
después de todo lo visto y oído me domina el sentimiento de haber hecho lo
debido; espero, que no sólo en mi provecho.
Creo entender lo que puede ser la soledad
judía, y comprendo, en medio de tantas cosas, también el agradecido orgullo de
cada tallo verde plantado por vuestra propia mano, pronto a refrescar a todo el
que pase por aquí; como comprendo la alegría por cada nueva palabra lograda, vivida
y vivificada por vosotros mismos, que acude a fortalecer al que se dirige a
ella. Lo comprendo en estos tiempos de auge de la enajenación de sí mismo y de
la masificación por doquier. Y encuentro aquí, en este paisaje exterior e
interior, mucho de las compulsiones a la verdad de la gran poesía, de su propia
evidencia y de su unicidad abierta al mundo. Y creo haber dialogado con la
decisión serena y confiada de quien se afirma en lo humano.
Gracias por todo esto, gracias a ustedes.
Tel-Aviv, 14 de octubre de 1969.»
* La encuesta se
dirigía a personalidades de la filosofía y de la literatura, con el fin de
informar sobre sus trabajos actuales y sus proyectos (N. del T.).
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