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«-Todos los coptos son wafdistas -dijo Riyad decididamente-, pues el Wafd es un partido
totalmente nacionalista. No es un partido religioso y turco como el Partido
Nacional, sino el partido del nacionalismo, que hará de Egipto una nación libre
para los egipcios por encima de sus razas y de sus religiones. Los enemigos del
pueblo saben eso, y por ello los coptos han sido objeto de represión manifiesta
durante la época de Sidqi, y la van a tener que soportar a partir de ahora…
Kamal le felicitó por esa sinceridad que
confirmaba su amistad con el sello de la perfección; pero le apeteció preguntar
irónicamente:
-¿Tú me hablas de los coptos? ¿Tú que sólo
crees en la ciencia y en el arte?
Riyad se refugió en el silencio. Habían
llegado ya a la calle de el-Azhar, que el aire frío barría con cierta
violencia. Luego pasaron por una tienda de basbusa
y Kamal lo invitó a tomar un trozo. Tan pronto como cogieron el platillo se
echaron a un lado para comérsela.
-Yo soy librepensador y copto a la vez –repuso
Riyad-. Es más, agnóstico y copto a un tiempo. Pienso muchas veces que el
cristianismo es mi patria, no mi religión. A veces, cuando he sometido estos
sentimientos a mi razón, me he sobresaltado. Pero, despacio, ¿no es una
cobardía que yo me olvide de mi gente? Hay una sola cosa capaz de hacerme
olvidar este dilema: el estar enteramente inmerso en el total nacionalismo
egipcio tal como lo quería Saad Zaglul. El-Nahhás es musulmán de religión, pero
nacionalista también en todo el sentido de la palabra. Ante él sólo nos
sentimos egipcios; ni musulmanes ni coptos. Yo puedo vivir feliz sin agobiarme
con estos pensamientos. Pero vivir, vivir realmente es, al mismo tiempo, una
responsabilidad.
Mientras saboreaba su dulce, Kamal meditaba,
con el pecho agitado de sentimientos. Los rasgos de Riyad eran los del genuino
egipcio que recordaban las figuras faraónicas, suscitándole esto muchas
reflexiones: “La postura de Riyad es de una validez innegable. Yo mismo
–dividido entre mi razón y mi corazón- sufro, como él, la escisión de mi
personalidad. ¿Cómo puede vivir una minoría en el seno de una mayoría que la
reprime? El mérito de los mensajes celestiales se mide ordinariamente por la
prosperidad que le proporcionan al hombre, teniendo como primera misión el
tender la mano a los oprimidos”.
-No me censures –dijo. Yo he vivido sin chocar
hasta ahora con el problema racial. Desde un principio mi madre me enseñó a
amar a todo el mundo. Luego he crecido en el ambiente de la revolución al
margen de las sospechas del fanatismo. Nunca conocí este problema.
-Sería de desear –dijo Riyad mientras ambos
reemprendían el camino- que eso no fuera problema en absoluto. Me apena decirte
con toda franqueza que nosotros hemos crecido en casas en las que no faltan
recuerdos negros y tristes. Yo no soy un fanático, pero quien desdeña el
derecho de un hombre en el lugar más remoto del mundo, no ya en su casa,
desdeña todos los derechos humanos.
-¡Hermosa expresión! No es extraño que los
verdaderos mensajes de los humanistas procedan la mayoría de las veces de los medios minoritarios, o de hombres
ocupados de la mentes minoritarias de la humanidad; pero siempre hay fanáticos…
-¡Siempre y en todo momento! La gente es joven
y el animal viejo. Los fanáticos de vuestro bando nos consideran malditos
infieles, y los nuestros os consideran a vosotros infieles y usurpadores,
diciendo de sí mismos ser descendientes de los reyes de Egipto, que fueron
capaces de salvaguardar su religión pagando la capitación…
Kamal se rio en voz alta mientras decía:
-¡Todos decimos lo mismo! ¿Crees que la base de esta
controversia es la religión, o que la naturaleza humana es siempre proclive a
la discordia? Ni los musulmanes forman una unidad, ni tampoco los cristianos.
Encontrarás continuas disputas entre shiíes y sunníe
s, entre higazíes e iraníes,
y del mismo modo entre wadfistas y constitucionales, entre los estudiantes de
letras y los de ciencias, entre los equipos Nacional y Arsenal. Pero, a pesar
de todo eso, ¡qué tristes nos ponemos cuando leemos en los periódicos la
noticia de un terremoto en Japón! Escucha, ¿por qué no tratas de esto en tus
novelas?
-El problema de los coptos y los musulmanes…
Riyad Quldus guardó un silencio; luego dijo:
-Temo ser mal entendido…
Tras otro instante de silencio, continuó:
-Luego, no olvides, sheyj, que nosotros, a pesar de todo, estamos en nuestra época
dorada. En el pasado el sheyj Abd
el-Aziz Gawísh se inventó que los musulmanes fabricaban su calzado con nuestra
piel…
-¿Cómo extirparemos este problema de raíz?
-Afortunadamente se ha fundido en el problema
general del pueblo. El problema de los coptos hoy es algo que concierne al
pueblo; si se le deja en libertad, nosotros también lo estamos…
“La felicidad y la paz… Ése es el sueño
perseguido. Mi corazón vive sólo por el amor, pero ¿cuándo conocerá mi razón su
camino? ¿Cuándo diré con el mismo tono de mi sobrino Abd el-Múnim, “sí, sí”? Mi
amistad con Riyad me ha enseñado cómo leer sus novelas, pero ¿cómo creer en el
arte, cuando me he encontrado con que la propia filosofía es como un palacio
inhabitable?”
-¿En qué estabas pensando ahora? –le preguntó
Riyad de repente, mirándolo de reojo-. ¡Dime la verdad!
Kamal se dio cuenta de lo que había detrás de
la pregunta y la contestó sin ambages:
-¿No te ha molestado mi franqueza?
-¿A mí? ¡Que Dios te perdone!
Riyad se echó a reír como disculpándose; luego
preguntó:
-¿Has leído la última?
-Sí, es estupenda; pero me hace pensar que el
arte es una actividad nada seria, con la salvedad de que yo no sé qué es lo más
importante en la vida humana: lo serio o lo divertido. Tú tienes una alta
cultura científica y, sabios aparte, eres posiblemente el más entendido en
ciencia. Pero toda tu actividad se desperdicia en escribir novelas y yo a veces
me pregunto: ¿qué obtienes tú de la ciencia?
-Me valgo de la ciencia para transmitir al
arte el culto por la verdad –repuso Riyad Quldus con entusiasmo-, la fidelidad
a los principios y el asumir con valor, por amargo que resulte, la integridad
en el juicio y la tolerancia completa con las criaturas…
“Grandes palabras pero ¿qué relación guardan
con la distracción de las novelas?”
Riyad Quldus se le quedó mirando y leyó la
duda en su rostro. Se echó a reír en voz alta y luego dijo:
-Tienes una pobre opinión del arte, pero mi
consuelo es que nada en el mundo podrá estar a salvo de tu duda. Nosotros
opinamos con nuestros intelectos, pero vivimos con nuestros corazones. Tú, por
ejemplo –a pesar de tu actitud escéptica-, amas, actúas y participas en la vida
política de tu país. Detrás de cada uno de estos aspectos hay un principio,
consciente o inconsciente, no menos fuerte que la fe. El arte es la
interpretación del hombre del universo y, en este sentido, entre los
intelectuales hay quienes participan con su arte en la escaramuza universal de
las ideas; han transformado así el arte en arma de combate sobre el campo de la
lucha universal. No es posible que el arte sea una actividad frívola…
“¿Defensa del arte o valor del artista? Si un
simple pipero tuviera la capacidad de disentir, probaría que él desempeña un
papel importante en la vida de la humanidad. Y es probable que cada cosa tenga
un valor determinado, como lo es que no lo tenga en absoluto. ¿Cuando millares
de seres están expirando en este momento, mientras que al mismo tiempo se alza
la voz de un niño llorando porque ha perdido su juguete, o la de un enamorado
que transmite a la noche y al universo las penas de su corazón, río o lloro?”
-A propósito de lo que dices de la lucha
universal de las ideas –dijo-, permíteme decirte que está reflejada en pequeño
en mi familia. ¡Tengo un sobrino que es hermano musulmán, y otro comunista!...
-Sería necesario que, tarde o temprano,
existiera algo así en cada casa. Ya no vivimos en una botella. ¿Tú nunca has
pensado en estas cosas?
-He oído cosas sobre el comunismo a través de
mis estudios de filosofía materialista, así como sobre el fascismo y el
nazismo.
-¡Tú lees y tomas notas! ¡Un historiador sin
historia! Me gustaría que el día en que salgas de esta actitud lo considerases
como el feliz día de tu nacimiento…
Kamal se sintió molesto por tal observación,
porque era una crítica mordaz, de una parte, y porque no carecía de verdad, por
otra. Luego dijo, eludiendo todo comentario:
-Ningún comunista ni hermano musulmán en
nuestra familia tiene un conocimiento firme de lo que cree…
-¡La fe es voluntad, no ciencia! Hoy el
cristiano más corriente sabe del cristianismo el doble de lo que sabían los
mártires y lo mismo ocurre con nosotros en el Islam…
-¿Y tú crees en una de esas doctrinas?
-No hay duda de mi desprecio por el fascismo y
por el nazismo y por todos los regímenes dictatoriales –repuso Riyad tras una
reflexión-. En cuanto al comunismo, está en disposición de crear un mundo libre
de la tragedia de las diferencias de razas, de las religiones y de la lucha de
clases. Pero mi interés primordial está centrado en el arte.
-El Islam –dijo Kamal con algo de ironía en su
voz- ya ha creado este mundo del que tú hablas, hace más de mil años…
-Pero es una religión. El comunismo es una
ciencia; la religión es una leyenda.
Luego, corrigiéndose, dijo sonriendo:
-Y nosotros convivimos con los musulmanes, no
con el Islam…»
[El texto pertenece a la edición en español de Ediciones
Martínez Roca, 2006, en traducción de Eugenia Gálvez Vázquez, Carmen Gómez
Camarero, María Dolores López Enamorado, Fernando Ramos López, Clara María
Thomas de Antonio, Rafael Valencia, pp. 135-139. ISBN: 84-270-3247-1.]
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