lunes, 31 de diciembre de 2018

Consejos de un aristócrata bizantino.- Cecaumeno (s. XI)


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IX.-Cómo debe actuar un terrateniente I

«IX.1.-Si eres un ciudadano sin obligaciones que vive en su hacienda, ocúpate de las tareas de tu hacienda para que ésta esté bien mantenida y no las descuides. Pues no dispones de otro medio de vida que no sea el trabajo de la tierra. Debes procurarte tus propios medios de subsistencia, tales como molinos, talleres, huertos y todo cuanto te rinda sus frutos anualmente, ya sea por arriendo, ya sea por el fruto obtenido. Planta todo tipo de árboles y cañaverales que te produzcan beneficios y no requieran cuidados todos los años, pues te facilitarán el descanso.
 IX.2.-En cuanto al ganado, debes disponer por ejemplo de bueyes para arar, cerdos y ovejas y cualquier otro tipo de animales que críen, crezcan y se multipliquen cada año. Gracias a ellos tu mesa estará abundantemente servida. Regocíjate por todo ello, por la abundancia de trigo, de vino y de todo lo demás, de frutos y de animales, de alimentos tanto como de mercancías. Si sigues esta norma de vida sin dejarte abatir ni descuidar tus propiedades, no perderás nada de todo esto. [...]
 IX.4.-No digas: "Mis hombres son de mi total confianza y no tengo sospecha alguna contra ellos". Si te ven, son de fiar, pero si no, todos hacen lo que a ellos les conviene, ya que por naturaleza se ha inculcado al hombre que busque su propio provecho y obtenga ganancia, sea espiritual o material. [...]
 IX.6.-Practica también la caridad, que no será en vano. Cornelio, que por ser heleno desconocía por completo no sólo los dogmas sino las enseñanzas más elementales de la religión, hizo el bien delante de Nuestro Señor movido por su recta conciencia y por ello oyó que le decía: "Cornelio, tus preces y obras de caridad serán recordadas, pues han ascendido hasta Dios".
 IX.7.1.-Que no se te ocurra intervenir en las recaudaciones abusivas de impuestos. No intervengas en absoluto en las tareas fiscales porque perderás tu pan y dejarás preocupaciones a tus herederos en vez de una buena herencia y así vivirán en constante agitación. [...]
 IX.8.1.-Si en el lugar vive alguna alta autoridad, preséntate ante ella, pero no con frecuencia sino sólo ocasionalmente. Cuando te presentes, debes hablar justo lo preciso y con sensatez y callar si no se te pregunta. Envíale a él y a sus hombres cuantas viandas y bebidas te sea posible, de entre aquellas con las que te favoreció Dios. [...]
 IX.10.-Si llega un impuesto extraordinario del emperador y todos reunidos acuden ante ti para que distribuyas tú las cargas de cada uno, no lo hagas, sino diles: "Distribuidlas vosotros como sepáis, que yo estaré presente". Y que las distribuyan otros. Pues de ese modo puedes eximir de ellas a tu amigo o a un servidor tuyo o al que te pida una rebaja en el impuesto. Nadie dirá nada y, aunque haya críticas en la comunidad, recaerán sobre los que hicieron la distribución y tú permanecerás al margen de toda censura. Pero si tú haces la distribución, no puedes aligerar la carga de ningún amigo o servidor tuyo, pues murmurarán contra ti por ser el que hiciste la distribución. Y si eximes a un servidor tuyo, contra ti dirigirán sus gritos de protesta, acusándote de aceptar regalos para borrar las cargas. Te conviene no tener negocios sucios con la comunidad, sino mostrar tu misericordia y ayudarlos en la medida de tus posibilidades. Pues aunque pasemos inadvertidos a los hombres, no podemos escapar al ojo insomne de Dios. [...]
 IX.12.-Me gustaría que quisieses a todos los hombres, pero pese a todo no reveles a nadie tus secretos, pues esto es algo muy peligroso. Desde el momento en que revelas tus secretos a alguien, pasas a ser desde entonces su esclavo y cometerá contigo las mayores injurias y ofensas sin que te atrevas a replicarle. ¿Por qué ibas a sacrificar tu libertad voluntariamente? Sin duda dirás: "Es un hombre virtuoso y no divulgará mis secretos". No te das cuenta de que tú mismo despreciaste tus secretos cuando hiciste que otros oídos los escucharan. Lo que entra por los oídos, por los labios se divulga. De ahí que no debas comunicar tus secretos a nadie. No en vano dice el profeta: "Guárdate de decir nada al que duerme contigo". [...]
 IX.17.1.-No te sientes donde tienen su plaza los jóvenes. Evítalos más bien, para no llegar a aborrecer tu propia alma. Por jóvenes entiendo aquellos que piensan y hacen cosas propias de los jóvenes, aunque sean ancianos.
 2.-Un ladrón no debe ser amigo tuyo. Pues aunque no estés compinchado con él, no te librarás de la censura.
 3.-No viajes nunca con tu enemigo. Si por un casual te encontrares con él en el camino sin esperarlo, sepárate de él enseguida. [...]
 IX.22.- No pretendas comer hasta saciarte.
 IX.23.-Que tus hijos sean educados en la lógica y la filosofía.
 IX.24.-No rechaces un puesto o mando de distrito, pues ten por cierto que una dignidad es una bendición divina, pero debes evitar hacer de él un uso indebido. Si te haces cargo de él, preocúpate también de tu casa, y le darás esplendor, pues una vez hayas cesado en el cargo, será tu casa la que te acogerá y será en tu casa donde descanses. [...]
 IX.29.1.- Lee mucho y mucho aprenderás. Aunque no comprendas, ten ánimo, pues si lees el libro muchas veces, Dios te dará entendimiento y lo comprenderás.
 2.-Pregunta lo que no sepas a los que tienen entendimiento y no seas orgulloso, pues precisamente por este motivo, por no querer preguntar y aprender, les falta a los hombres entendimiento.
 3.-Cada vez que alguien inicie una conversación, déjale que la termine, que si su saber es bueno te aprovechará y si es innoble, te aprovechará igualmente, pues lo podrás censurar.»
 
   [Los fragmentos pertenecen a la edición en español de Alianza Editorial, 2000, en traducción de Juan Signes Codoñer. ISBN: 84-206-3594-4.]

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