jueves, 20 de diciembre de 2018

Teorías de la historia literaria.- Claudio Guillén (1924-2007)


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V
7.-Sobre el objeto del cambio literario

«No es raro que la teoría se beneficie de la inminencia de la práctica. Las interrogaciones teóricas que provoca la organización o estructuración de la historia literaria son pocas veces sencillas y jamás superficiales. Hoy vuelve a suscitar estos problemas la "Historia de la Literatura Europea" que la Academia Húngara de las Ciencias viene proyectando en conjunción con la Asociación Internacional de la Literatura Comparada. Sin duda, merece este proyecto el apoyo y hasta la colaboración de todos los comparatistas. En su fase preliminar, nuestro apoyo acaso pueda asumir la forma de una renovada reflexión acerca de las cuestiones básicas con que se enfrenta la historiología literaria.
 
Europa: deslindes de un saber
 Dos rasgos generales del proyecto son dignos de todo elogio. El primero es obvio y el segundo no tanto. Se nos promete una historia auténticamente comparada de la literatura europea, en primer lugar, por cuanto a los lectores no se les proporcionará una serie de historias de las literaturas llamadas nacionales, cómodamente contiguas, y sazonadas de vez en cuando con observaciones acerca de influencias, préstamos o traducciones. Lo que está en juego es el género de categoría o de estrategia historiográfica que sea capaz de originar una visión total de la literatura europea. En segundo lugar, parece que el principal instrumento de organización histórica no será el concepto de período literario. Ello podría iniciar una reacción saludable en contra de la tendencia, en los estudios de Literatura Comparada, a sustituir la prioridad tradicionalmente otorgada a las literaturas nacionales por un muy insistido interés en la sincronía, o mejor dicho, la pseudo-sincronía, de los períodos, las épocas o las eras internacionales. Se nos dice que la propuesta "Historia de la Literatura Europea" se basará en courants littéraires o mouvements littéraires. Estos términos, según señaló Teodor Vianu en el congreso de Budapest de 1962, exigen la más urgente clarificación. Pero implican por lo pronto la conciencia de que las "corrientes" y los "movimientos" pueden coexistir o entrar en colisión dentro de una misma sección de tiempo.
 Asimismo se nos ha dicho que una cuestión no poco espinosa sigue sin resolverse: la de los límites de lo que designamos con las palabras "Literatura europea". El problema, más que temporal, sería de índole espacial o geográfica. O sea, ¿deben incluirse todas las literaturas, o todas las obras literarias valiosas, escritas en los idiomas europeos, desde Manila -mirando al Este- hasta Vladivostok? Los que responden afirmativamente a esta pregunta llegan hasta sostener, con Mihály Babits, que la literatura europea, en su acepción más general, debería definirse tipológicamente. Una clase literaria, o conjunto de clases, es lo que constituiría su verdadera identidad.
 Me inclino a aceptar la postura de los Little Europeans. Nuestro campo de estudio debería circunscribirse y calificarse por los motivos siguientes. Una definición tipológica podrá ser el producto final de semejante revisión, pero no coincidirá con ella. El panorama mismo, el resumen de la historia literaria europea considerada sobre la marcha, entendida como un quehacer multisecular, despliega una secuencia de acontecimientos, no una clase situada más allá del tiempo. Si tenemos presente que nos hallamos ante un proceso de cambio, la cuestión fundamental que surge es el género de relaciones que existe entre la narración de los sucesos literarios y el itinerario de los pueblos y sociedades que vivieron esos sucesos. ¿Quiénes fueron los agentes o actores de esta historia? ¿Quiénes hicieron posible aquellos acontecimientos? ¿A quiénes ocurrieron? Estas preguntas no son fácilmente eludibles y sería extraño que el crítico literario se erigiera como historiador sin prestar atención alguna a la identidad de su objeto de estudio. Ello no quiere decir que se ha decidido de antemano en qué consiste la relación entre lo que los Formalistas rusos llamaban las series literarias y las series históricas. Aunque las dos series disten mucho de ser equivalentes, y hasta paralelas, una conexión inequívoca debería unir los límites espacio-temporales de aquéllas con lo límites correspondientes de éstas. Y así nos vemos obligados a apelar al concepto de Europa, tal como lo aíslan los historiadores políticos y sociales.
 Son perfectamente convincentes las conclusiones de Oscar Halecki en su The Limits ans Divisions of European History (1950). La civilización europea, con sus esenciales componentes germánicos, escandinavos y eslavos, se desarrolla en un área y en una sección de tiempo que no se confunden con las de su predecesora, cuyo centro era el Mediterráneo. La preferencia de Ernst Robert Curtius en su Europäische Literatur uns lateinisches Mittelalter (1948), donde se subrayan las continuidades que enlazan la Europa moderna con el mundo grecolatino, desde un punto de vista exclusivamente literario, conducía a borrar los profundos cambios que tuvieron lugar en las series históricas con el tránsito de una civilización a otra. Este tránsito toma la forma no de una simple sucesión de épocas sino de procesos multiseculares de cambio cultural. Coincide con un proceso de cristianización, en lo esencial, y así empieza mucho antes de la caída del Imperio Romano. Como lo han demostrado Alfons Dopsch y Cristopher Dawson, continúa al menos hasta el año 1000 -o, si se nos apura, hasta la conversión de los lituanos en 1387- y -agregará el hispanista- la de los cristianos nuevos españoles y portugueses durante los siglos XVI y XVII. La imposición por fuerza de una unidad católica en la península ibérica representa, para bien o para mal, la europeización final de España y de Portugal (y al propio tiempo, por medio de las obras de Cervantes y otros creadores españoles y portugueses, la inyección de elementos semítico-orientales en el sistema sanguíneo de la civilización europea).»
 
    [El texto pertenece a la edición en español de editorial Espasa-Calpe, 1989. ISBN: 84-239-1906-4.]
 

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