sábado, 29 de diciembre de 2018

Fisiología y psicología.- Iván Pávlov (1849-1936)


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8.-Respuesta de un fisiólogo a los psicólogos

«¿Qué encierra en sí la noción de reflejo?
La teoría de la actividad refleja descansa sobre tres principios fundamentales de investigación científica precisa: el del determinismo (en el origen de cualquier acción y de todo efecto existe un choque, un impulso, una causa); el del análisis y síntesis (descomposición inicial de un todo en sus partes constituyentes, en unidades, con ulterior reconstrucción del todo a partir de los elementos); y el de estructuralidad (una fuerza despliega su acción en el espacio, lo que equivale a decir que existe una adaptación del movimiento y de la estructura). Por todo ello creemos que la pena de muerte que pesa sobre la teoría refleja no puede ser considerada más que como un absurdo, como un antojo pasajero.
 Estáis en presencia de un organismo viviente (incluido el hombre) que cumple una serie de funciones que a su vez son manifestaciones de ciertas fuerzas. Impresión directa y difícil de superar de libre arbitrio, de fuerza espontánea. Por lo que respecta al hombre, esta impresión adquiere casi para todo el mundo el carácter de evidencia; y afirmar lo contrario parece una paradoja absurda. Aunque Leucipo de Mileto sostuvo que no hay efecto sin causa y que todo se debe a la necesidad, ¿no viene hablándose continuamente (incluso descartando al hombre) de fuerzas que actúan espontáneamente en el organismo animal? Y en lo que al hombre se refiere, ¿no se oye todavía hablar de libre arbitrio? ¿No se ha enraizado la idea de que existe en nosotros algo que escapa al determinismo? He encontrado y encuentro todavía personas inteligentes e instruidas que no quieren admitir que en el futuro pueda estudiarse a fondo el comportamiento del perro de una manera completamente objetiva, es decir, por la simple confrontación de estímulos con las respuestas que provocan, omitiendo el mundo subjetivo imaginario del animal por analogía con el nuestro. Evidentemente, en este caso se trata no de una dificultad temporal, aunque grandiosa, sino de una creencia de principio en la imposibilidad del determinismo integral. Bien entendido, lo mismo se admite, y aún con mayor convicción, en lo que atañe al hombre. No cometeré un gran pecado si afirmo que esta convicción está compartida por numerosos psicólogos que, bajo la máscara del reconocimiento de la singularidad de las manifestaciones psíquicas, dejan filtrar -a pesar de un lenguaje más o menos científico- el mismo dualismo y el mismo animismo que profesan gran número de hombres pensantes, sin hablar de los creyentes...
 La teoría del reflejo, tanto hoy como en el momento de su aparición, acrecienta continuamente el número de fenómenos orgánicos ligados a las condiciones que los han producido; es decir, tiende cada vez más a determinar la actividad compleja del organismo. Siendo así, ¿cómo podría ser un obstáculo para el progreso de los estudios sobre el organismo en general y las funciones cerebrales en especial?
 El organismo está compuesto por un gran número de partes y millones de elementos celulares que producen un número igualmente enorme de fenómenos distintos, pero estrechamente relacionados entre sí y que aseguran la solidaridad del funcionamiento del organismo como un todo. La teoría refleja divide el complejo de esta actividad orgánica en funciones separadas, las relaciona tanto con las influencias externas como con las internas, y luego las reúne de nuevo. Este procedimiento hace más comprensible la actividad del organismo en su conjunto y sus correlaciones con el mundo exterior. ¿Cómo podría ser, pues, superflua la teoría de los reflejos cuando nuestros conocimientos de las conexiones entre las distintas partes del organismo son totalmente insuficientes, sin hablar de nuestra ignorancia acerca de las correlaciones del organismo con su medio ambiente? Como todo el mundo sabe, en los organismos superiores las relaciones internas, así como las externas, se realizan primordialmente por medio del sistema nervioso.
 Si el químico, que analiza y sintetiza para explicarse definitivamente el trabajo de la molécula, debe imaginarse la estructura de la misma, ya que es invisible; si el físico, que también analiza y sintetiza, debe hacerse un esquema mental de la estructura del átomo para poder representarse más claramente su mecanismo, ¿cómo se podría renunciar al principio estructural en los objetos visibles y admitir una contradicción entre la estructura y el movimiento?
 Las correlaciones internas y externas del organismo se realizan por medio de un aparato visible: el sistema nervioso. Es evidente que los fenómenos dinámicos que se desarrollan en este aparato están íntimamente relacionados con los más finos detalles de su estructura.
 La teoría de los reflejos ha empezado su estudio de la actividad del aparato nervioso por la definición de funciones especiales pertenecientes, naturalmente, a las partes más simples y groseras, y ha indicado la dirección general de los fenómenos dinámicos que allí se producen. He aquí un esquema general y fundamental del reflejo: el aparato receptor, el nervio aferente, la estación central (o centros), el nervio eferente. Estas partes fueron sometidas a una exploración en todos sus detalles. Resulta evidente que el trabajo más considerable y complicado nos esperaba -y nos espera- al llegar al estudio de la estación central: la sustancia gris y, notablemente, la corteza de los hemisferios cerebrales.»
 
   [El texto pertenece a la edición en español de Alianza Editorial, 1980, en traducción de Jaime Vigo. ISBN: 84-206-1151-4.]

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