6.-Trabajo
«Antes de que me pegaran un tiro pensaba que
estaba aquí más a medias que por entero: siempre creí estar viendo la tele y no
la vida real. La gente dice a veces que las cosas que pasan en el cine no son reales, pero lo cierto es que lo que no es real son las cosas que pasan en la
vida real. Las películas hacen que las emociones sean tan fuertes y reales que
las cosas que te ocurren en la realidad son como si las vieras en la tele: no
sientes nada.
Desde el instante en que me dispararon, he
sabido que miraba la televisión. Los canales cambian, pero todo es televisión.
Cuando realmente estás metido en algo, por lo general piensas en otra cosa.
Cuando me desperté en alguna parte (no sabía que estaba en un hospital ni que a
Bobby Kennedy le habían disparado al día siguiente de mi propio atentado), oí
comentarios fantasiosos acerca de miles de personas que se congregaban y
rezaban en la catedral de St. Patrick y entonces oí la palabra “Kennedy” y eso me
devolvió al mundo de la televisión porque sólo entonces me di cuenta de que,
bueno, allí estaba yo, sufriente.
Así pues, me dispararon en mi empresa: Andy
Warhol Enterprises. En aquel momento, 1968, Andy Warhol Enterprises consistía
en unas cuantas personas que trabajaban para mí según un sistema bastante
corriente, algo así como empleados que trabajaban por libre en proyectos
específicos, un montón de superstars
o hiperstars, o como quiera que se
llame a la gente con mucho talento, pero cuyas aptitudes son difíciles de
definir y casi imposibles de comercializar. Ese era el “personal” de Andy
Warhol Enterprisesen aquellos tiempos. Un entrevistador me hizo una serie de
preguntas acerca de cómo dirigía mi oficina y traté de explicarle que en
realidad no la dirigía, ella me dirigía a mí. Recurrí a un montón de frases
como “me da mucha pasta”, de modo que no comprendió en realidad lo que yo
decía.
Mientras estuve en el hospital, mi “personal”
siguió haciendo sus cosas y me di cuenta de que en realidad lo que yo tenía era
una empresa cinética, porque seguía delante sin mí. Me gustó comprobarlo,
porque por aquel entonces yo había decidido que el mejor arte eran los
“negocios”.
El arte de los negocios es el paso que sigue
al Arte. Empecé como artista comercial y quiero terminar como artista
empresario. Tras hacer lo que se llama “arte”, o como quiera que se lo llame,
pasé al arte de los negocios. Quería ser un Empresario Artístico o un Artista
Empresario. Ser bueno en los negocios es la más fascinante de las artes.
Durante los años hippies, la gente despreció la idea de los negocios. Decían:
“El dinero es malo” y “Trabajar es malo”, pero hacer dinero es un arte y
trabajar es un arte y los buenos negocios son la mejor de las artes.
Al principio no todo en Andy Warhol
Enterprises estaba demasiado bien organizado. Pasamos directamente del arte a
los negocios cuando firmamos un acuerdo para suministrar a una sala de cine una
película semanal. Esto comercializó nuestra producción cinematográfica y nos
llevó de los cortometrajes a las películas de larga duración y de éstas a los
seriales. Aprendimos un poco de distribución y pronto empezamos a intentar
distribuirnos nuestras películas, pero descubrimos que era demasiado difícil.
No esperaba que las películas que hacíamos fueran comerciales. Era mucho ya el
que el arte se hubiera perdido en la corriente comercial y entrado en el mundo
real. Resultaba ya muy problemático ser capaz de mirar y ver nuestra película
allá fuera, en el mundo real, en un rótulo y no aquí dentro, en el mundo del
arte. El arte de los negocios. El negocio del arte. Los Negocios del Negocio
del Arte.
[…]
Supongo que tengo una
interpretación muy libre del “trabajo”, porque creo que el solo hecho de estar
vivo ya supone muchísimo trabajo para algo que no siempre quieres hacer. Nacer
es como ser secuestrado. Y luego vendido como esclavo. La gente trabaja sin
parar. La maquinaria siempre está en funcionamiento. Incluso cuando duermes.
[…]
Me encantaba trabajar cuando trabajaba en arte
comercial y me decían qué hacer y cómo hacerlo y tu única obligación era la de
corregir y ellos te decían sí o no. Lo difícil es tener que idealizar las cosas
más insulsas por tu cuenta. Creo que la persona que más me gustaría tener como
asesor es a un jefe. Un jefe que pudiera decirme qué hacer, porque eso facilita
las cosas cuando estás trabajando.
A menos que tengas un trabajo en el que debes
hacer lo que otro te dice, la única persona “cualificada” para ser tu jefe
sería una computadora que estuviera especialmente programada para ti, que
recogiera todos los datos sobre tus finanzas, prejuicios, sutilezas, ideas en
potencia, rabietas, aptitudes, crisis de identidad, cantidad y naturaleza de
competencias, lo que tomas para desayunar el día que tienes que firmar un
contrato, de quién estás celoso, etcétera. Mucha gente podría ayudarme en
partes y secciones de mis negocios, pero sólo una computadora sería para mí de
absoluta utilidad.
Si tuviera una buena computadora, podría
ponerme al día con mis pensamientos durante los fines de semana en caso de que
vaya retardado con respecto a mí mismo.
Una computadora sería como un jefe muy cualificado.
Algo que no hago ahora y que debería hacer es
conocer a más científicos. Creo que la mejor cena sería aquella en que se le
pidiera a cada invitado que trajera a la mesa alguna novedad científica. No
tendrías más tarde la sensación de que has perdido el tiempo alimentando tu
maquinaria con simples trozos de comida. Pero nada que tenga relación con las
enfermedades. Únicamente las novedades de la ciencia pura.
La gente me envía cantidad de regalos por
correo, pero me gustaría que, en vez de tantos regalos y paquetes artísticos,
me enviasen paquetes científicos en un lenguaje que yo pudiera entender. Eso
haría que volviera a desear abrir la correspondencia.
Cuando trabajo en un proyecto de negocios, en
todo momento espero que suceda algo malo. Siempre espero que los acuerdos
fracasen de la peor manera posible. Sin embargo, supongo que no debiera
preocuparme. Si algo malo debe ocurrirte, ocurrirá, no puedes impedir que
suceda. Y jamás ocurre de hecho hasta que hayas superado el punto en que ya no
te importa que ocurra o no. Una actriz amiga mía me dijo que cuando ya no
quería más dinero y ya no deseaba más joyas, fue precisamente cuando recibió
dinero y joyas. Supongo que las cosas ocurren para tu propio bien, porque
cuando dejas de desear cosas es precisamente cuando el poseerlas ya no te
chiflará. Sólo cuando has dejado desearlas, puedes dominarlas. O antes. Pero
jamás durante. Si consigues las cosas cuando realmente las deseas, te vuelves
loco. Todo se distorsiona cuando algo que deseas realmente lo tienes bailando
en la punta de la nariz.
Después del hecho de vivir, el trabajo más
duro es el del sexo. Por supuesto, para algunos no es un trabajo, porque
necesitan ejercicio y tienen energía para el sexo y éste les brinda aún más
energía. Algunos obtienen energía del
sexo y otros pierden energía con el
sexo. He descubierto que es demasiado trabajo. Pero si tienes tiempo para ello
y necesitas ejercicio, debes hacerlo. Pero aún así podrías ahorrarte muchas
molestias averiguando primero si eres un
obtenedor de energía o un perdedor de energía. Pero puedo comprenderlo cuando
veo a gente que anda corriendo en busca de sexo.
Representa el mismo trabajo para una persona
atractiva no practicar el sexo como practicarlo para una persona no-atractiva, de modo que es útil si la
gente atractiva obtiene energía del sexo y si la gente no-atractiva pierde energía con el sexo, porque entonces confluirán
todos sus deseos en la dirección en que los empuja la gente.
Junto con la práctica del sexo, ser sexuado
también cuesta mucho trabajo. Me pregunto qué es más difícil: 1) que un hombre
sea un hombre, 2) que un hombre sea una mujer, 3) que una mujer sea una mujer,
o 4) que una mujer sea un hombre. La verdad es que no conozco la respuesta,
pero tras observar a todos estos tipos, sé que los que más trabajan son los
hombres que tratan de ser mujeres. Pierden el doble de tiempo. Lo hacen todo
por duplicado: piensan en afeitarse y en no afeitarse, en adornarse y no
adornarse, en comprar ropa de hombre y ropa de mujer. Supongo que es
interesante intentar ser de otro sexo, pero puede ser igualmente fascinante ser
tan sólo de tu propio sexo.
[…]
Las azafatas gozan de la mejor imagen pública:
anfitrionas en el aire. En realidad, su trabajo es el mismo que el de una
camarera en Bickford’s, además de otras tareas adicionales. No quiero rebajar a
las azafatas. Simplemente quiero enaltecer a las damas de Bickford’s. La diferencia
radica en que la azafata tiene un trabajo de Nuevo Mundo en el que jamás
competirá con ningún estigma de clase, rémora del síndrome
aristocracia-campesinado del Viejo Mundo.
[…]
Es extraño ver cómo el tener dinero no es gran
cosa. Llevas a tres personas a un restaurante y pagas trescientos dólares.
Vale. Entonces llevas a esas mismas tres personas a cualquier bar de la esquina
y lo tomas todo allí. Te llenas tanto en el bar de la esquina como en el gran
restaurante –en realidad, más- y te cuesta sólo quince o veinte dólares y
básicamente obtienes la misma comida.
El otro día estaba pensando en lo que hay que
hacer ahora en América para tener éxito. Antes, bastaba con tener aspecto de
persona de toda confianza y llevar un buen traje. Mirando a mi alrededor,
supongo que hoy en día tienes que hacer lo mismo, pero sin llevar un buen
traje. Creo que eso es todo. Piensa como un rico. Vístete como un pobre.»
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