miércoles, 27 de enero de 2021

Pic-Nic. El triciclo. El laberinto.- Fernando Arrabal (1932)


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Pic-Nic

  «Sra. Tepán: Esto es lo agradable de salir los domingos al campo. Siempre se encuentra gente simpática. (Pausa.) Y usted, ¿por qué es enemigo?
 Zepo: No sé de estas cosas. Yo tengo muy poca cultura.
 Sra. Tepán: ¿Eso es de nacimiento, o se hizo usted enemigo más tarde?
 Zepo: No sé. Ya le digo que no sé.
 Sra. Tepán: Entonces, ¿cómo ha venido a la guerra?
 Zepo: Yo estaba un día en mi casa arreglando una plancha eléctrica de mi madre cuando vino un señor y me dijo: “¿Es usted Zepo? –Sí. Pues me han dicho que tienes que ir a la guerra”. Y yo entonces le pregunté: “Pero, ¿a qué guerra?” Y él me dijo: “Qué bruto eres, ¿es que no lees los periódicos?” Yo le dije que sí, pero no lo de las guerras…
 Zapo: Igualito, igualito me pasó a mí.
 Sr. Tepán: Sí, igualmente te vinieron a ti a buscar.
 Sra. Tepán: No, no era igual, aquel día tú no estabas arreglando una plancha eléctrica, sino una avería del coche.
 Sr. Tepán: Digo en lo otro. (A Zepo.) Continúe. ¿Y qué pasó luego?
 Zepo: Le dije que además tenía novia y que si no iba conmigo al cine los domingos lo iba a pasar muy aburrido. Me respondió que eso de la novia no tenía importancia.
 Zapo: Igualito, igualito que a mí.
 Zepo: Luego bajó mi padre y dijo que yo no podía ir a la guerra porque no tenía caballo.
 Zapo: Igualito dijo mi padre.
 Zepo: Pero el señor dijo que no hacía falta caballo y yo le pregunté si podía llevar a mi novia y me dijo que no. Entonces le pregunté si podía llevar a mi tía para que me hiciera natillas los jueves, que me gustan mucho.
 Sra. Tepán: (Dándose cuenta de que ha olvidado algo.) ¡Ay, las natillas!
 Zepo: Y me volvió a decir que no.
 Zapo: Igualito me pasó a mí.
 Zepo: Y, desde entonces, casi siempre solo en esta trinchera.
 Sra. Tepán: Yo creo que ya que el señor prisionero y tú os encontráis tan cerca y tan aburridos, podríais reuniros todas las noches para jugar juntos.
 Zapo: Ay, no, mamá. Es un enemigo.
 Sr. Tepán: Nada, hombre, no tengas miedo.
 Zapo: Es que si supieras lo que el general nos ha contado de los enemigos.
 Sra. Tepán: ¿Qué ha dicho el general?
 Zapo: Pues nos ha dicho que los enemigos son muy malos, muy malos, muy malos. Dice que cuando cogen prisioneros les ponen chinitas en los zapatos para que cuando anden se hagan daño.
 Sra. Tepán: ¡Qué barbaridad! ¡Qué malísimos son!
 Sr. Tepán: (A Zepo, indignado.) ¿Y no le da a usted vergüenza pertenecer a ese ejército de criminales?
 Zepo: Yo no he hecho nada. Yo no me meto con nadie.
 Sra. Tepán: Con esa carita de buena persona, quería engañarnos.
 Sr. Tepán: Hemos hecho mal en desatarlo, a lo mejor, si nos descuidamos, nos mete unas chinitas en los zapatos.
 Zepo: No se pongan conmigo así.
 Sr. Tepán: ¿Y cómo quiere que nos pongamos? Esto me indigna. Ya sé lo que voy a hacer: voy a ir al capitán y le voy a pedir que me deje entrar en la guerra.
 Zapo: No te van a dejar. Eres demasiado viejo.
 Sr. Tepán: Pues entonces me compraré un caballo y una espada y vendré a hacer la guerra por mi cuenta.
 Sra. Tepán: Muy bien. De ser hombre, yo haría lo mismo.
 Zepo: Señora, no se ponga así conmigo. Además le diré que a nosotros nuestro general nos ha dicho lo mismo de ustedes.
 Sra. Tepán: ¿Cómo se ha atrevido a mentir de esa forma?
 Zapo: Pero, ¿todo igual?                
 Zepo: Exactamente igual.
 Sr. Tepán: ¿No sería el mismo el que os habló a los dos?
 Sra. Tepán: Pero si es el mismo, por lo menos podría cambiar de discurso. También tiene poca gracia eso de que a todo el mundo le diga las mismas cosas.
 Sr. Tepán: (A Zepo, cambiando de tono.) ¿Quiere otro vasito?
 Sra. Tepán: Espero que nuestro almuerzo le haya gustado…
 Sr. Tepán: Por lo menos ha estado mejor que el del domingo pasado
 Zepo: ¿Qué les pasó?
 Sr. Tepán: Pues que salimos al campo, colocamos la comida encima de la manta y en cuanto nos dimos la vuelta llegó una vaca y se comió toda la merienda. Hasta las servilletas.
 Zepo: ¡Vaya una vaca sinvergüenza!
 Sr. Tepán: Sí, pero luego, para desquitarnos, nos comimos la vaca. (Ríen.)
 Zapo: (A Zepo.) Pues, desde luego se quitarían el hambre…
 Sr. Tepán: ¡Salud! (Beben.)
 Sra. Tepán: (A Zepo.) Y en la trinchera, ¿qué hace usted para distraerse?
 Zepo: Yo, para distraerme, lo que hago es pasarme el tiempo haciendo flores de trapo. Me aburro mucho.
 Sra. Tepán: ¿Y qué hace usted con las flores?
 Zepo: Antes se las enviaba a mi novia. Pero un día me dijo que ya había llenado el invernadero y la bodega de flores de trapo y que si no me molestaba que le enviara otra cosa, que ya no sabía qué hacer con tanta flor.
 Sra. Tepán: ¿Y qué hizo usted?
 Zepo: Intenté aprender a hacer otra cosa, pero no pude. Así que seguí haciendo flores de trapo para pasar el rato.
 Sra. Tepán: ¿Y las tira?
Resultado de imagen de pic nic el triciclo el laberinto pdf Zepo: No. Ahora les he encontrado una buena utilidad: doy una flor para cada compañero que muere. Así ya sé que por muchas que haga, nunca daré abasto.
 Sr. Tepán: Pues ha encontrado una buena solución.
 Zepo: (Tímido.) Sí.
 Zapo: Pues yo me distraigo haciendo jerseys.
 Sra. Tepán: Pero, oiga, ¿es que todos los soldados se aburren tanto como usted?
 Zepo: Eso depende de lo que hagan para divertirse.
  Zapo: En mi lado ocurre lo mismo.
 Sr. Tepán: Pues entonces podemos hacer una cosa: parar la guerra.
 Zepo: ¿Cómo?
 Sr. Tepán: Pues muy sencillo. Tú le dices a todos los soldados de nuestro ejército que los soldados enemigos no quieren hacer la guerra, y usted le dice lo mismo a sus amigos. Y cada uno se vuelve a su casa.
 Zapo: ¡Formidable!
 Sra. Tepán: Y así podrá usted terminar de arreglar la plancha eléctrica.
 Zapo: ¿Cómo no se nos habrá ocurrido antes una idea tan buena para terminar con este lío de la guerra?
 Sra. Tepán: Estas ideas sólo las puede tener tu padre. No olvides que es universitario y filatélico.
 Zepo: Oiga, pero si paramos así la guerra, ¿qué va a pasar con los generales y los cabos?
 Sra. Tepán: Les daremos unas panoplias para que se queden tranquilos.
 Zepo: Muy buena idea.
 Sr. Tepán: ¿Veis qué fácil? Ya está todo arreglado.
 Zepo: Tendremos un éxito formidable.
 Zapo: Qué contentos se van a poner mis amigos.
 Sra. Tepán: ¿Qué os parece si para celebrarlo bailamos el pasodoble de antes?
 Zepo: Muy bien.
 Zapo: Sí, pon el disco, mamá.»
 
  [El texto pertenece a la edición en español de Ediciones Cátedra (Grupo Anaya), 2005, en edición de Ángel Berenguer, pp. 151-162. ISBN: 84-376-0100-2] 

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