lunes, 18 de enero de 2021

Muerte accidental de un anarquista.- Darío Fo (1926-2016)

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Primer acto
Escena primera

  «Un despacho corriente en la jefatura central de policía. Un escritorio, un armario, algunas sillas, una máquina de escribir, un teléfono, una ventana, dos puertas.
 Bertozzo: (Hojea papeles mientras se dirige a un sospechoso, que está sentado tranquilamente.) Vaya, vaya... así que no es la primera vez que te disfrazas. Aquí dice que te has hecho pasar dos veces por cirujano, una por capitán de infantería, tres por obispo, una por ingeniero naval... En total te han detenido...veamos: dos y tres, cinco... una, tres... dos... once veces en total, y con ésta, doce.
 Sospechoso: Sí, doce detenciones. Pero le hago notar, señor comisario, que jamás me han condenado. Mi certificado de penales está limpio.
 Bertozzo: No sé cómo te las habrás arreglado para escaquearte, pero te aseguro que ahora te lo mancho yo... ¡puedes jurarlo!
 Sospechoso: No, si yo le comprendo comisario. Un certificado de penales que manchar le apetece a cualquiera...
 Bertozzo: Muy gracioso. La denuncia dice que te has hecho pasar por psiquiatra, profesor ex-adjunto en la universidad de Padua. ¿Sabes que puedes ir a la cárcel por impostor?
 Sospechoso: En efecto, si fuera un impostor cuerdo... pero estoy loco, loco patentado. Observe mi historial clínico: internado dieciséis veces, y siempre por lo mismo. Tengo la manía de los personajes, se llama "histriomanía", viene de histrión, que significa actor. Tengo el hobby de interpretar papeles siempre distintos. Pero como lo mío es el teatroverité, necesito que mi compañía la componga gente de verdad... que no sepa actuar. Además, carezco de medios, y no podría pagarles. He pedido subvenciones al Ministerio de Cultura, pero al no tener enchufes políticos...
 Bertozzo: ...te subvencionan tus actores. Que los explotas, vamos.
 Sospechoso: Yo jamás he estafado a nadie.
 Bertozzo: Si te parece poca estafa cobrar cien mil liras por consulta...
 Agente: (Que está detrás del sospechoso.) ¡Qué timo!
 Sospechoso: Son los honorarios habituales de un psiquiatra que se respete, y ha pasado dieciséis años estudiando esa disciplina.
 Bertozzo: Oye, pero tú, ¿cuándo has estudiado?
 Sospechoso: Me he pasado veinte años estudiando, en dieciséis manicomios diferentes, a miles de locos como yo... día a día, y también de noche... porque yo, a diferencia de los psiquiatras corrientes, dormía con ellos... a veces con otros dos, porque siempre faltan camas. De todos modos, infórmese, y comprobará que mi diagnóstico de ese pobre esquizofrénico por el que me han denunciado era perfecto.
 Bertozzo: ¿También las 100.000 liras eran perfectas?
 Sospechoso: Pero comisario... me he visto obligado, por su bien.
 Bertozzo: ¿Por su bien? ¿Es parte de la terapia?
 Sospechoso: Por supuesto. Si no le llego a timar las 100.000, ¿cree que ese pobre desgraciado, y sobre todo sus familiares, se habrían quedado tranquilos? Si les hubiese pedido 20.000, habrían pensado: "No debe valer mucho, a lo mejor ni siquiera es profesor, será un novato recién licenciado". En cambio, así, se quedaron sin habla al oír la cifra, y pensaron: "¿Quién será? ¿Dios en persona?", y se fueron más contentos que unas pascuas. Hasta me besaron la mano... "Gracias, profesor", llorando de emoción.
 Bertozzo: Caray, qué cuento tienes.
 Sospechoso: No es cuento, comisario. Si lo dice hasta Freud: una minuta alta es la mejor panacea, tanto para el médico como para el enfermo.
 Bertozzo: No me cabe duda, pero echa un vistazo a tu tarjeta de visita y al recetario. Si no me equivoco, dice: "Profesor Antonio Rabbi, psiquiatra, ex-adjunto en la universidad de Padua". A ver qué me cuentas ahora.
 Sospechoso: Primero, realmente soy profesor... de dibujo, ornamental y artístico en las escuelas nocturnas del Sagrado Redentor.
 Bertozzo: Pues me alegro mucho, pero aquí dice: ¡Psiquiatra!
 Sospechoso: Sí, pero después del punto. ¿Qué tal anda de sintaxis y puntuación, comisario? Fíjese bien: Profesor Antonio Rabbi. Punto. Luego, en mayúscula, P., psiquiatra. Mire, decir "soy psiquiatra" no es suplantar un título. Es como decir: "soy psicólogo, botánico, herbívoro, artrítico". ¿Conoce la gramática y la lengua italiana? ¿Sí? Pues debería saber que si uno escribe "arqueólogo" es como si escribiera "siciliano"... ¡no significa que ha realizado estudios!
 Bertozzo: ¿Y lo de "profesor ex adjunto en la universidad de Padua"?
 Sospechoso: Lo siento, pero ahora es usted el impostor. Dice que conoce la lengua y la sintaxis y la puntuación, y resulta que no sabe ni leer correctamente.
 Bertozzo: ¡Que no sé...!
 Sospechoso: ¿No ha visto la coma después de ex?
 Bertozzo: Pues sí, hay una coma... tiene razón, no me había fijado.
 Sospechoso: ¡Ah, tengo razón!... "No se había fijado"... ¿Y con la excusa de que no se fija, mete en la cárcel a un inocente?
Bertozzo: Está chiflado. (Sin darse cuenta empieza a llamarle de usted.) ¡Qué tendrá que ver la coma!
 Sospechoso: Nada, para alguien que desconoce la lengua italiana y la sintaxis... por cierto, a ver si me cuenta qué títulos de estudio posee, y quién le aprobó... ¡Déjeme terminar! La coma es la clave de todo, no lo olvide. Si después del "ex" viene la coma, el sentido de la frase cambia completamente. Tras la coma, hay que inspirar... una breve pausa de intención, porque: "la coma impone siempre otra intencionalidad". Así que se leerá: "Ex", y aquí puede introducir una leve mueca sarcástica... y si además quiere añadir un gruñido irónico- despectivo, mejor que mejor. Entonces, esta será la lectura correcta de la frase: "Ex (Mueca y risita.) profesor adjunto en la universidad, otra coma, de Padua"... como diciendo: no me vengas con rollos, quién te va a creer, sólo pican los tontos.
 Bertozzo: Ah, ¿que soy tonto?
 Sospechoso: No, sólo un poco inculto. Si quiere, puedo darle unas clases. Le haré buen precio. Yo empezaría en seguida, tenemos mucho trabajo. Dígame los pronombres de tiempo y lugar.
 Bertozzo: No se pase. Empiezo a creer que es realmente un maníaco de la actuación, que incluso está interpretando el papel de loco... y apuesto que está más cuerdo que yo.
 Sospechoso: No sé yo qué le diga... la verdad es que su profesión produce muchas alteraciones psíquicas... ¿Me permite que le vea el ojo? (Le baja el párpado con el pulgar.)
 Bertozzo: ¡Basta! ¿Seguimos con el atestado, o no?
 Sospechoso Si quiere escribo yo a máquina, soy mecanógrafo patentado: cuarenta y cinco pulsaciones por minuto.
 Bertozzo: ¡Estése quieto o mando que le esposen!
 Sospechoso: No puede. O camisa de fuerza, o nada. Estoy loco, y si me esposan: Artículo 122 del Código Penal, "quien imponga en calidad de público oficial instrumentos de contención no clínicos o en todo caso no psiquiátricos a un disminuido psíquico hasta provocarle crisis en su dolencia, incurre en delito punible con penas de cinco a diez años y pierde automáticamente la pensión y el grado".
 Bertozzo: Ah, veo que también sabe de leyes...
 Sospechoso: ¿De leyes? Lo sé todo. Llevo veinte años estudiando leyes.
Resultado de imagen de dario fo muerte accidental de un anarquista Bertozzo: Pero, ¿tú qué tienes, trescientos años? ¿Dónde has estudiado leyes?
 Sospechoso: En el manicomio. ¡Si supiera qué bien se estudia allí! Había un secretario de juzgado paranoico que me daba clases. Un genio. Lo sé todo: derecho romano, moderno, eclesiástico... el código justiniano, visigodo... ostrogodo, griego- ortodoxo... ¡Todo! Pregúnteme.
  Bertozzo: No tengo tiempo, ¡faltaría más! Pero aquí, en tu curriculum, no consta que te hayas hecho pasar por juez, ni por abogado.
 Sospechoso: Ah no, nunca haría de abogado. No me gusta defender, es un arte pasiva. A mí me gusta juzgar, condenar, reprimir... ¡perseguir! Soy de los suyos, comisario. ¡Vamos a tutearnos!
 Bertozzo: Cuidado, loco, menos guasa...
 Sospechoso: No he dicho nada.
 Bertozzo: Entonces, ¿alguna vez te has hecho pasar por juez?
 Sospechoso: No, por desgracia no se me ha presentado la ocasión. Pero cómo me gustaría... el de juez es el mejor oficio. Primero, casi nunca se jubilan. Es más, cuando un hombre normal, cualquier trabajador, a los 55 ó 60 años está para que lo retiren, porque empieza a estar torpe, lento de reflejos, para el juez, en cambio, empieza lo mejor de su carrera. Un obrero después de los 50 está acabado: provoca retrasos, incidentes, ¡hay que echarle! El minero a los 55 tiene silicosis... El empleado de banca lo mismo, se equivoca en las cuentas, olvida los nombres de los clientes... Fuera, a casita, estás viejo... ¡gaga! Pero los jueces no, para ellos es todo lo contrario, cuanto más viejos y ga... distraídos estén, más los eligen para cargos superiores, les confían puestos importantes... ¡absolutos! Tienen el poder de destruir o salvar a una persona a su antojo, y te dictan cadena perpetua como el que dice: "Mañana llueve"... 50 años para ti... a ti 30... a ti sólo 20... Y encima son sagrados, porque no olvidemos que existe el delito de injuria por hablar mal de la magistratura... ¡aquí y en Arabia Saudí! Ah, sí, el de juez es el oficio, el personaje por el que daría lo que fuera con tal de interpretarlo, por lo menos una vez en la vida. El juez de la Audiencia, del Supremo, del orden superior, "excelencia, pase... silencio, en pie que entra la Corte... oh, mire, se le ha caído un hueso... ¿es suyo? No, imposible, ¡no me quedan!"
 Bertozzo: Bueno, basta de charlas, me mareas. Siéntate ahí y calla. (Lo empuja hacia la silla.)»
 
 [El texto pertenece a la edición en español de Editorial Hiru, 1997, en traducción de Carla Matteini, pp. 15-22. ISBN: 97-884-8975-377-8.]
 

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