jueves, 4 de julio de 2019

Principios de economía política y tributación.- David Ricardo (1772-1823)


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Capítulo I: Sobre el valor

«Si encontráramos que una onza de oro puede cambiarse por una menor cantidad de todos los bienes antes enumerados, y de muchos otros, y si, además, advirtiéramos que mediante el descubrimiento de una nueva mina más fructífera, o con el empleo de maquinaria más ventajosa, una cierta cantidad de oro podría obtenerse con menor cantidad de trabajo, estaríamos autorizados para decir que la causa de la alteración del valor del oro con respecto a los demás bienes, fue la mayor facilidad de su producción o la menor cantidad de trabajo necesario para obtenerlo.
 Análogamente, si el valor del trabajo se reduce considerablemente, en relación con todas las demás cosas, y si encuentro que la reducción es el resultado de una oferta abundante, estimulada por la mayor facilidad con que se producen los cereales y demás productos indispensables del trabajador, sería correcto decir, a mi juicio, que los cereales y otros artículos necesarios tienen un valor más bajo debido a la menor cantidad de trabajo necesario para producirlos, y que esa mayor facilidad para subvenir al sostenimiento del trabajador ocasionó una disminución del valor del trabajo. No, dicen Adam Smith y el Sr. Malthus, en el caso del oro estaba usted en lo cierto al decir que su variación significaba una reducción de su valor, ya que entonces los cereales y el trabajo no habían sufrido variaciones, y como el oro podría cambiarse por una menor cantidad de ellos, así como de todas las demás cosas, que antes, era correcto decir que todas las cosas habían permanecido invariables y que sólo el oro había variado; pero si bajan de precio los cereales y el trabajo, es decir, los bienes que hemos seleccionado como medida normal del valor a pesar de todas las variaciones a las que, como sabemos, se hallan sujetos, sería sumamente incorrecto decir lo mismo; lo adecuado sería señalar que los cereales y el trabajo permanecieron estacionarios y todas las demás cosas aumentaron de valor.
 Impugno ahora esta opinión. Advierto que precisamente, como en el caso del oro, la causa de la variación entre los cereales y otras cosas es la menor cantidad de trabajo necesario para producirlos; por tanto, en buena lógica, me veo obligado a llamar a esa variación de los cereales y del trabajo reducción de su valor, y no elevación del valor de las cosas con las cuales fueron comparados. Si tuviera que contratar un trabajador por una semana, y en vez de pagarle diez chelines le diera ocho, no habiendo ocurrido ninguna variación en el valor del dinero, el trabajador podría obtener probablemente más alimentos y productos necesarios, con sus ocho chelines, que antes con diez: sin embargo, esto no se debe a un incremento real de su salario, como mencionaron Adam Smith, y más recientemente el Sr. Malthus, sino a una disminución del valor de las cosas en que gasta su salario, cosa totalmente distinta; empero, si llamo a esto reducción del valor real de los salarios, se me dice que adopto un lenguaje nuevo e inusitado, irreconciliable con los verdaderos principios de la ciencia. En mi opinión el lenguaje inusitado que es, además, incongruente, es el que usan mis antagonistas.
 Supongamos que un trabajador reciba un bushel de cereales en pago de una semana de labor, cuando el precio de los cereales es de 80s el cuartal y que se le dé un bushel y cuarto cuando el precio de dicho producto desciende a 40s. Supongamos también que consume medio bushel de cereales a la semana para la alimentación de su familia, y que cambia el resto por otras cosas tales como combustible, jabón, candelas, té, azúcar, sal, etc.; si las tres cuartas partes del bushel que le quedan, en un caso, no pueden procurarle la misma cantidad de los artículos antes señalados, que medio bushel le brindaría en otro caso, el valor del trabajo, ¿habrá aumentado o disminuido? Aumentado, diría Adam Smith, ya que su norma son los cereales, y el trabajador percibe más cereales por una semana de labor. Disminuido, diría el mismo Adam Smith "porque el valor de una cosa depende del poder adquisitivo que para lograr otros bienes brinda la posesión de dicha cosa", y la mano de obra tiene menor poder para adquirir dichos otros bienes.»
 
   [El texto pertenece a la edición en español de Fondo de Cultura Económica, 1993, en traducción de Juan Broc B., Nelly Wolff y Julio Estrada M. ISBN: 958-9093-58-2.]
 

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