lunes, 11 de septiembre de 2017

"La venganza de don Mendo: caricatura de tragedia".- Pedro Muñoz Seca (1879-1936)


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Jornada primera

«Magdalena: ¿Cómo no quieres, di, que te idolatre?
Apóyate en mi brazo, ocupa el catre
y cuéntame tu mal, que ya te escucho.
(Ocupa  don Mendo un catrecillo de cuero y Magdalena se arrodilla a su lado. Pausa.)
Ha un rato que te espero, Mendo amado,
¿por qué restas callado?
 Mendo: No resto, no; es que lucho, / pero ya mi mutismo ha terminado;
vine a desembuchar y desembucho. / Voy a contarte, amor mío,
una historia infortunada: / la historia de una velada
en el castillo sombrío / del Marqués de la Moncada.
Ayer... !triste día el de ayer!... / Antes del anochecer
y en mi alazán caballero / iba yo con mi escudero
por el parque de Alcover, / cuando cerca de la cerca
que pone fin a la alberca / de los predios de Albornoz,
me llamó en alto una voz, / una voz que insistió terca.
Hice en seco una parada, / volví el rostro, y la voz era
del Marqués de la Moncada, / que con otro camarada
estaba al pie de una higuera.
 Magdalena: .¿Quién era el otro?
 Mendo: El Barón / de Vedia, un aragonés
antipático y zumbón / que está en casa del Marqués
de huésped o de gorrón. / Hablamos... ¿Y vos qué hacéis?...
Aburrirme... Y el de Vedia / dijo: No os aburriréis;
os propongo, si queréis, / jugar a las siete y media.
 Magdalena: ¿Y por qué marcó esa hora / tan rara? Pudo ser luego...
 Mendo: Es que tu inocencia ignora / que a más de una hora, señora,
las siete y media es un juego.
 Magdalena: ¿Un juego?
 Mendo: Y un juego vil / que no hay que jugarle a ciegas,
pues juegas cien veces, mil... / y de las mil, ves febril
que o te pasas o no llegas. / Y el no llegar da dolor,
pues indica que mal tasas / y eres del otro deudor.
Mas !ay de ti si te pasas! / ¡Si te pasas es peor!
 Magdalena: ¿Y tú... don Mendo?
 Mendo: Serena / escúchame, Magdalena,
porque no fui yo... ¡no fui! / Fue el maldito cariñena
que se apoderó de mí. / Entre un vaso y otro vaso
el Barón las cartas dio; / yo vi un cinco, y dije “paso”,
el Marqués creyó otro el caso, / pidió carta... y se pasó.
El Barón dijo “plantado”; / el corazón me dio un brinco;
descubrió el naipe tapado / y era un seis, el mío era un cinco;
el Barón había ganado. / Otra y otra vez jugué,
pero nada conseguí, / quince veces me pasé,
y una vez que me planté / volví mi naipe... y perdí.
Ya mi peculio en un brete / al fin me da Vedia un siete;
le pido naipe al de Vedia, / y Vedia pone una media
sobre el mugriento tapete. / Mas otro siete él tenía
y también naipe pidió... / y negra suerte la mía,
que siete y media cantó. / Ay me ganó en la porfía...
Mil dineros se llevó, / !por vida de Satanás!
Y más tarde... ¡qué sé yo! / de boquilla se jugó,
y me ganó diez mil más. / ¿Te haces cargo, di, amor mío?
¿Te haces cargo de mis males? / ¿Ves ya por qué no sonrío?
¿Comprendes por qué este río / brota de mis lagrimales?
(Se seca una lágrima de cada ojo.)
Yo mal no quedo, !no quedo! / !Quien diga que yo un borrón
eché a mi grey, que alce el dedo!... / Y como pagar no puedo
los dineros al Barón, / para acabar de sufrir
he decidido... partir / a otras tierras, a otro abrigo.
 Magdalena: (Ocultando su alegría.)¿Que me dices?... ¿Vas a huir?
 Mendo: Voy a huir, pero contigo.
 Magdalena: ¿Perdiste el juicio?
 Mendo: No tal. / Resuelto está, vive Dios.
Y si te parece mal, / aquí mesmo, este puñal,
(Saca un puñal enorme.)
nos dará muerte a los dos. / Primero lo hundiré en ti,
y te daré muerte, sí, / ¡lo juro por Belcebú!,
y luego tú misma, tú, / hundes el acero en mí.
 Magdalena: (Ocultando su miedo.) Es que tú puedes pagar
con algo... que alguien te preste.... / y luego para medrar
puedes partir con la hueste / que organiza el de Melgar.
Y yo aquí te aguardaría / y al Conde prepararía,
y al volver de tu cruzada / nuestra unión sancionaría.
 Mendo: ¡Calla!
 Magdalena: ¡Sí!... ¿Qué piensas?
 Mendo: ¡Nada!
 Magdalena: ¡Salvado, don Mendo, estás! / Pagas las deudas, te vas,
luchas, vences, y al regreso / loca de amor me hallarás
aquí.
 Mendo: ¡Nunca!... ¡Nunca!...
 Magdalena: ¿Y eso?
 Mendo: Porque... ¿cómo a pagar voy? / ¿Cómo?
 Magdalena: (Se dirige a un mueble y saca un estuche de orfebrería.)
Si ya tuya soy / y lo mío tuyo es...
(Le da el estuche.)
este collar que te doy / has de aceptarlo, Marqués.
 Mendo: ¡Dios santo!
 Magdalena: Ve mi intención, / de rodillas te lo ruego,
véndelo, paga al Barón, / tu honor salva, y parte luego
a unirte al rey de Aragón.
 Mendo: (Dudando.) Es que...
 Magdalena: Todo está arreglado.
 Mendo: Pero mi honor...
 Magdalena: No comprendo...
 Mendo: Temo que algún deslenguado / lo sepa, y diga: don Mendo
es un vil y un desahogado, / que sin pizca de aprensión
aprovechó una ocasión / que él creyó propicia y obvia
y pagó a cierto Barón / con alhajas de su novia.
Y me anulo y me atribulo / y mi horror no disimulo,
pues aunque el nombre te asombre / quien obra así tiene un nombre,
y ese nombre es el de... chulo.
 Magdalena: ¡Basta, don Mendo!
 Mendo: ¡No!... ¡No!...
 Magdalena: (Trágica.) ¡O aceptas ese collar / que mi mano te donó,
o tú no me has de matar, / pues he de matarme yo!
(Ruido de espadas que chocan dentro.)
 Mendo: ¡Calla!
 Magdalena: ¿Qué es eso?... ¡Dios santo!»

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