12.-Un gesto dice más que mil palabras
«"La expresión en la cara de una mujer es más importante, mucho más, que la ropa que se haya puesto". Dale Carnegie
Sigmund Freud (1856-1939), fundador de la Escuela del Psicoanálisis, era consciente del lenguaje corporal y de las expresiones de la cara, y escribió: "Quien tiene ojos para ver y oídos para oír se convence de que los mortales no pueden encubrir secreto alguno. Porque cuando los labios callan, hablan las puntas de los dedos y la emoción rezuma por todos los poros del cuerpo".
Cuando Honoré de Balzac (1799-1850), el novelista francés, visitó Viena por primera vez, no sabía el idioma ni conocía la moneda local. Le preocupaba que los taxistas se aprovecharan de él, y pensó en una sencilla estrategia que consistía en fijarse en la cara del cochero; al llegar a su destino, le daba una moneda. Si éste mantenía la mano abierta, Balzac depositaba otra pieza en ella. Si no había cambio alguno en la expresión del cochero, continuaba llenando su mano hasta que éste sonreía. Llegados a este punto, el visitante recuperaba de la mano de su chófer la última de las monedas y se marchaba, satisfecho por haber pagado lo que valía la carrera, pero no más.
Se dice que existen seis emociones faciales universales, que son fácilmente identificables: la sorpresa, la alegría, la tristeza, el miedo, la ira y el asco. Por el hecho de que son tan identificables, nos preocupa mucho poderlas ocultar en situaciones en que no nos interesa mostrarlas.
En la década de 1960, Albert Mehrabian, psicólogo y experto en comunicación no verbal, llegó a la conclusión de que en los encuentros cara a cara había tres elementos que hacían posible la comunicación: las palabras, el tono de voz y el lenguaje corporal. Según él, las palabras constituían sólo el 7% del impacto del mensaje; el tono de la voz correspondía al 38% y el lenguaje corporal, al 55% restante. A menudo se alude a estos tres factores como "las tres uves": verbal, vocal y visual. El lenguaje del cuerpo se desglosa en un 15% de apariencia y un 40% de expresión facial y movimientos. Pero su experimento contempló también la importancia de los sentimientos y la actitud de las personas, lo que significa que estos porcentajes no serían los mismos en cualquier situación. De todos modos, sí constatan el peso de la expresión de la cara en la comunicación presencial.
Es muy importante, pues, saber interpretar la comunicación facial no hablada. No sólo nos facilitará las cosas en el camino de la vida, sino que nos ayudará a triunfar allá donde vayamos. Es una aptitud sorprendente y de la que, en realidad, ya sabemos más de lo que pensamos. Por ejemplo, seguro que somos capaces de discernir, sólo con una mirada, si un amigo nuestro está enfadado, o aburrido, o ansioso, o satisfecho, o frustrado, o estresado o cansado. Y, si podemos leer estas emociones en una persona conocida, tenemos posibilidad de saberlo hacer con una desconocida.
¿Alguna vez habéis apretado los dientes, os ha temblado el labio u os habéis puesto rojos de vergüenza? Haberlo experimentado en primera persona facilita el reconocimiento de estas expresiones en las caras de los demás, por eso no nos es difícil leerlas.
De forma inconsciente, todos adoptamos expresiones no verbales establecidas en la sociedad en la que vivimos, pero es nuestra propia personalidad la que nos hace gestionarlas de una manera concreta. Son nuestros pensamientos y, sobre todo, nuestras emociones, los que nos dictan cómo expresarnos gestualmente.
Existen particularidades, pero la mayoría de las expresiones no verbales tienen carácter universal. Soy una persona que viaja mucho y me doy cuenta de que mis conocimientos sobre lenguaje corporal me ayudan a hacerme entender cuando no sé hablar la lengua autóctona. Sin duda, es algo que me facilita las cosas y hace que disfrute más de mis viajes.
Imaginad que entráis en vuestra cafetería predilecta y encontráis a alguien conocido. ¿Cómo reaccionaríais si esa persona sonriera y levantara las cejas a la vez?
Imaginad que entráis en la misma cafetería y encontráis a otra persona conocida. ¿Cómo reaccionaríais si esa persona sonriera y entornara los ojos al veros?
La persona que levantara la cejas estaría mostrando que se alegraba de veros, pero no así la que cerrase los ojos, aunque mostrase una sonrisa. Sonreír y entornar los ojos son dos expresiones que no guardan coherencia, y revelan que la expresión facial de la persona no corresponde a lo que en realidad piensa. Si en una fiesta os encontráis con alguien que no os cae bien, pero con quien habláis unos minutos, una persona que conozca el lenguaje corporal podría adivinar que, por mucho que aparentéis buenas maneras, en realidad no hay un sentimiento positivo entre vosotros.
Se estima que los humanos somos capaces de producir más de diez mil muecas y gestos faciales pero, por suerte, no necesitamos leerlos todos para saber lo que piensa cada uno.»
[El texto pertenece a la edición en español de Ediciones Luciérnaga, 2013, en traducción de Cecilia Lacueva Montull. ISBN: 978-84-92545-89-6.]
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