Tercera parte: Democracia real
VIII.-¿Qué instituciones políticas requiere una democracia a gran escala?
Las instituciones políticas de la democracia representativa moderna
«Esquemáticamente, las instituciones políticas del gobierno democrático representativo moderno son las siguientes:
1.-Cargos públicos electos. El control de las decisiones político-administrativas gubernamentales está investido en cargos públicos elegidos por los ciudadanos. Los gobiernos democráticos modernos a gran escala son, así, representativos.
2.-Elecciones libres, imparciales y frecuentes. Los cargos públicos son elegidos en elecciones frecuentes conducidas con imparcialidad en las que, en términos comparativos, hay poca coerción.
3.-Libertad de expresión. Los ciudadanos tienen derecho a expresarse, sin peligro a un castigo severo, sobre asuntos políticos, definidos en sentido amplio, incluyendo la crítica de los cargos públicos, el gobierno, el régimen político, el orden socio-económico y la ideología prevaleciente.
4.-Acceso a fuentes alternativas de información. Los ciudadanos tienen el derecho de solicitar fuentes de información alternativas e independientes de otros ciudadanos, expertos, periódicos, revistas, libros, telecomunicaciones y similares. Además, existen efectivamente fuentes de información alternativas que no están bajo el control del gobierno ni de cualquier otro grupo político individual que intente influir sobre los valores y las actitudes políticas públicas y estas fuentes alternativas están efectivamente protegidas por la ley.
5.-Autonomía de las asociaciones. Para alcanzar sus distintos derechos, incluyendo aquellos requeridos para la efectiva operación de las instituciones políticas democráticas, los ciudadanos tienen también el derecho de constituir asociaciones u organizaciones relativamente independientes, incluyendo partidos políticos y grupos de interés independientes.
6.-Ciudadanía inclusiva. A ningún adulto que resida permanentemente en el país y esté sujeto a sus leyes le pueden ser negados los derechos de que disfruten otros y que sean necesarios para estas cinco instituciones políticas que acabamos de presentar. Estos incluyen el derecho de sufragio; a concurrir a cargos electos; a la libertad de expresión; a formar y participar en organizaciones políticas independientes; a tener acceso a fuentes independientes de información; y derechos a otras libertades y oportunidades que puedan ser necesarias para el funcionamiento efectivo de las instituciones políticas de la democracia a gran escala.
Las instituciones políticas en perspectiva
Generalmente, estas instituciones no aparecen de golpe en un país. Como vimos en nuestra breve historia de la democracia (cap. II), las dos últimas son claramente tardías. Hasta el siglo XX, se negó el sufragio universal, tanto en la teoría como en la práctica del gobierno democrático y republicano. Más que cualquier otro rasgo individual, el sufragio universal distingue a la democracia representativa moderna de todas las demás formas anteriores de democracia.
El momento de aparición y la secuencia en que las instituciones iban introduciéndose ha variado tremendamente. En aquellos países, las "democracias" más antiguas, en los que el conjunto completo de instituciones hizo su aparición con anterioridad y ha perdurado hasta el presente, emergen elementos de una pauta común. Las elecciones a un cuerpo legislativo aparecieron bastante pronto -en Inglaterra, ya desde el siglo XIII; en los Estados Unidos durante su período colonial en los siglos XVII y XVIII. La práctica de elegir a los altos cargos encargados de dictar las leyes fue seguida de una expansión gradual de los derechos de los ciudadanos a expresarse sobre asuntos políticos e intercambiarse información. El derecho de formar asociaciones con objetivos políticos explícitos tendió a producirse más adelante. "Facciones" políticas y organizaciones partidistas se consideraron, por lo general, peligrosas, susceptibles de generar divisiones, de subvertir el orden y la estabilidad políticas y de atentar contra el bienestar público. Con todo, dado que las asociaciones políticas no podían suprimirse sin un grado de coerción que un grupo de ciudadanos cada vez más numeroso e influyente hubiera considerado inaceptable, consiguieron subsistir -a menudo como asociaciones más o menos clandestinas- hasta que lograron salir de las sombras a la plena luz del día. En los cuerpos legislativos, lo que en su día fueron "facciones" se convirtieron partidos políticos. Los de "dentro", quienes servían en el gobierno del momento, se diferenciaron de los de "fuera", a los que en Gran Bretaña se calificó como la Leal Oposición de Su Majestad. En el siglo XVIII británico, la facción que apoyaba al monarca y la facción opuesta, sostenida por gran parte de la gentry del mundo rural, fueron transformándose gradualmente en Tories y Whigs. Durante ese mismo siglo, en Suecia, de manera un tanto burlesca, se llamó a los dos adversarios partidistas en el parlamento sombreros y gorros.»
[El texto pertenece a la edición en español de Grupo Santillana, 1999, en traducción de Fernando Vallespín. ISBN: 84-3060342-5.]
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