«¿Y qué me dices del siguiente hadiz*: "El islam se levanta sobre cinco pilares: dar testimonio de que no hay dios sino Dios, persistir en la oración, pagar la limosna, ayunar en Ramadán y hacer la peregrinación a la Casa si uno tiene la posibilidad"? [...] Oh, hijo mío, la perfección del saber es que sepas lo que son la obediencia y la adoración. Has de saber que la obediencia y la adoración consisten en la conformidad con el Legislador en cuanto a preceptos y prohibiciones, tanto de palabras como de actos; esto es, que todo cuanto dices, haces y dejas de hacer siga el modelo de la Ley de modo que si, por ejemplo, ayunaras el día de la fiesta de Id al-Adha o los días de Tashriq, serías un rebelde; o si rezaras con una ropa robada, aunque pareciera devoción, estarías pecando.
Oh, hijo mío, te conviene que tus palabras y tus actos se apeguen a la Ley, pues conocimiento y acción que no tienen a la Ley como modelo son error. No debes dejarte confundir por los excesos y exageraciones de los místicos, pues el viaje por este camino es combatiéndose a sí mismo, quebrando los apetitos del alma y sometiendo sus deseos con la espada de la disciplina, ¡no con exageraciones y vanas quimeras! Has de saber que una lengua suelta y un corazón atiborrado de vanidad y caprichos son signos funestos, y si no sometes tu alma en la sinceridad de la guerra interior, tu corazón no será vivificado por las luces de la gnosis.
Has de saber que algunas de las preguntas que me has hecho no pueden responderse ni escribiendo ni hablando; si llegas al estado correspondiente sabrás las respuestas y, si no, es imposible porque pertenecen al ámbito de la percepción y la descripción de todo lo que pertenece a la percepción está más allá de la palabra, así como la dulzura de lo dulce y la salinidad de lo salado, que no se conocen sino a través del gusto.
Se cuenta que un hombre impotente escribió a un amigo pidiendo que le describiera el placer sexual. El amigo le respondió así: "Ay, Fulano, yo sólo te tenía por impotente. Ahora sé que eres impotente y además tonto porque este placer es de los sentidos: si lo experimentas lo conocerás, pero no puede describirse hablando o escribiendo."
Oh, hijo mío, algunas de tus preguntas son como esta última y otras, las que pueden ser respondidas, ya las he tratado en la Revivificación de las Ciencias y en otras obras. Voy a recordártelas un poco aquí, pero ya sabes que debes referirte a ellas. Así pues, había escrito:
El viajero espiritual tiene cuatro necesidades:
1.-Una doctrina auténtica, libre de innovaciones.
2.-Una compunción sincera, después de la cual no se regrese al pecado.
3.-Reconciliarse con los enemigos hasta no dejar ni una sola cuenta pendiente.
4.-Adquirir suficiente conocimiento de la ley religiosa como para cumplir con la voluntad de Dios Altísimo, y luego de las otras ciencias en las que se halla salvación.
Se cuenta que Shibli había estado al servicio de cuatrocientos maestros y que solía decir:
Después de leer cuatro mil hadices, escogí uno solo y lo puse en práctica dejando de lado todo lo demás, pues meditándolo encontré en él mi liberación y mi salvación; en él estaba todo el conocimiento de los antiguos y de los modernos y quedé satisfecho con él, y dice así: "El enviado de Dios dijo a uno de sus compañeros: 'Trabaja por la vida del mundo en proporción a tu estadía en ella y trabaja por el más allá en proporción a tu subsistencia eterna allí. Trabaja por Dios en proporción a la necesidad que tienes de Él y trabaja por el fuego del infierno en proporción a tu capacidad para soportarlo'".
Oh, hijo mío, estudiando bien este hadiz, no necesitarás muchos estudios.
Medita también esta otra historia: Hatim al-Assam era uno de los compañeros de Shaqiq al-Balkhi y, un día, éste le dijo: "Me has acompañado ya durante treinta años. ¿Y qué has ganado con eso?" Hatim respondió: "He aprendido ocho lecciones que me bastan pues con ellas espero ganar mi liberación y mi salvación." Y dijo Shaqiq: "¿Cuáles son?" Hatim respondió:
"He observado a las criaturas y he visto que todas tienen un objeto de amor y de cariño al que aman y quieren. Algunos de estos acompañaban a la persona durante su enfermedad postrera y algunos incluso hasta el borde de la tumba, pero luego todos se retiraban, dejándola sola y desamparada; ni uno solo de ellos entraba a la tumba. Y reflexioné sobre esto y me dije: el mejor de los amores es el que lo sigue a uno hasta la tumba y le hace compañía también allí. Y no encontré nada que fuera capaz de ello sino las buenas obras; y las he hecho objeto de mi amor para que me sean una luz en mi tumba y me acompañen sin dejarme solo.
He visto que las criaturas son guiadas por sus caprichos y se afanan por seguir los deseos de su alma. Esto me ha hecho meditar en las palabras del Altísimo: [...]
He visto a toda la gente sin excepción correr atesorando las cosas del mundo y luego aferrase a ellas ansiosamente, y esto me ha hecho meditar en las palabras del Altísimo: [...]
He visto algunas de las criaturas pensar que su honor y poder dependían del tamaño de sus naciones y tribus y así se envanecían de éstos. Otros pensaban que dependían de sus riquezas y del número de sus hijos y se enorgullecían de éstos. Otros creían que el honor y el poder consistían en despojar a otros de sus bienes, tiranizarlos y derramar su sangre; otro grupo pensaba que consistían en ganar dinero, prodigándolo y desperdiciándolo; esto me hizo meditar en las palabras del Altísimo: [...]
He visto a los hombres insultarse y calumniarse y observé que esto se debía a la envidia de las propiedades, el prestigio y el saber. Esto me hizo meditar en las palabras del Altísimo: [...]
He visto a los hombres hacerse enemigos por todo tipo de causas y motivos. Esto me hizo meditar en las palabras del Altísimo: [...]
He visto a todos empeñarse y esforzarse por ganar su pan y subsistencia hasta el punto de ser llevados a caer en lo equívoco y en lo prohibido, terminando vencidos por sus almas y degradados. Esto me hizo meditar en las palabras del Altísimo: [...]
He visto a todos poner su confianza en algo perecedero: unos en el dinero, otros en la riqueza y en las propiedades, otros en el comercio y en el oficio y otros en cosas semejantes. Esto me hizo meditar en las palabras del Altísimo:" [...]
Y dijo Shaqiq: "¡Dios Altísimo te valga! Yo he examinado la Torá, los Evangelios, los Salmos y el Corán y he observado que los cuatro libros tratan justamente de estas ocho lecciones. Así pues, quien actúa de acuerdo con ellas, actúa de acuerdo con esos cuatro libros".»
*Un dicho o sentencia (hadiz) del Profeta sólo es segundo en autoridad a la palabra del Corán.
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