sábado, 23 de septiembre de 2017

"Historia y consciencia de clase".- Georg Lukács (1885-1971)


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El cambio funcional del materialismo histórico
(Conferencia pronunciada en la inauguración del Instituto de Materialismo Histórico de Budapest) 

«La victoria conseguida por el proletariado le impone evidentemente la tarea de perfeccionar todo lo posible las armas intelectuales con las que ha combatido hasta el momento su lucha de clases. Y, como es natural, el materialismo histórico se encuentra en primera fila entre esas armas.
 El materialismo histórico le ha servido al proletariado durante la época de opresión como uno de sus medios de lucha más poderosos y es natural que el proletariado lo conserve en su transición a una época en la cual se dispone a construir de nuevo la sociedad, y la cultura en ella. Ya eso habría bastado para fundar este instituto, cuya tarea consiste en aplicar el método del materialismo histórico a la totalidad de las ciencias de la historia. Comparada con la situación imperante hasta ahora -en la cual el materialismo histórico fue sin duda un eficaz medio de lucha pero, desde el punto de vista de la ciencia, no llegó a ser mucho más que un mero programa, una indicación acerca de cómo hay que escribir la historia-, la actual nos plantea la tarea de escribir realmente de nuevo la historia entera, examinando, agrupando y juzgando los acaecimientos del pasado desde el punto de vista del materialismo histórico. Tenemos que intentar hacer del materialismo histórico el método de la investigación histórica concreta, el método de la ciencia de la historia.
 Pero aquí se presenta la cuestión de por qué eso no ha sido posible hasta ahora. Si nos limitáramos a una consideración superficial de las cosas, la respuesta podría ser que el momento del desarrollo del materialismo histórico como método científico no ha llegado hasta ahora precisamente porque ahora ha conseguido el proletariado el poder y, con él, la posibilidad de disponer de las fuerzas físicas e intelectuales sin las cuales no podía conseguirse aquel objetivo, y que la vieja sociedad no habría puesto jamás a su servicio. Pero, en realidad, hay aquí motivos más profundos que el nudo hecho de poder de que el proletariado se encuentre hoy materialmente en una situación que le permite organizar la ciencia según su juicio. Esos motivos más profundos están íntimamente relacionados con el profundo cambio funcional producido por el hecho de la dictadura del proletariado, o sea, por el hecho de que la lucha de clases se dirige ahora de arriba a abajo, y no ya de abajo a arriba; el hecho afecta a todos los órganos de este proletariado, a todo su mundo intelectual y emocional, a su situación y a su consciencia de clase. Hoy, al inaugurar este instituto, hemos de discutir imprescindiblemente dichos motivos.
 ¿Qué fue el materialismo histórico? Fue sin duda un método científico para entender los hechos del pasado de acuerdo con su verdadera naturaleza. Pero, a diferencia de los métodos históricos de la burguesía, el materialismo histórico nos permite al mismo tiempo ver el presente desde el punto de vista histórico, o sea, científicamente, descubriendo en él no sólo los fenómenos de la superficie, sino también las fuerzas históricas motoras más profundas que actúan los acontecimientos en la realidad.
 Por eso el materialismo histórico tenía para el proletariado un valor mucho más alto que el de un mero método de investigación científica. Se contaba entre sus instrumentos de lucha principales. Pues la lucha de clase del proletariado  significaba al mismo tiempo el despertar de su consciencia de clase. Pero el despertar de esa consciencia se presentaba siempre al proletariado como consecuencia del conocimiento de la situación verdadera, de las conexiones históricas efectivamente dadas. Eso es precisamente lo que da a la lucha de clase del proletariado su posición única entre todas las luchas de clase, a saber, que efectivamente recibe su arma más afilada de la verdadera ciencia, de la comprensión clara de la realidad. Mientras que en las luchas de clases del pasado eran decisivas las más diversas ideologías, formas religiosas, morales, etc., de la "consciencia falsa", la lucha de clase del proletariado, la guerra por la libertad de la última clase oprimida, ha encontrado su grito de guerra y, al mismo tiempo, su arma más potente en la manifestación de la verdad desnuda. Al mostrar las verdaderas fuerzas motoras del acaecer histórico, y a consecuencia de la situación de clase del proletariado, el materialismo histórico se ha convertido en un instrumento de lucha. La tarea más importante del materialismo histórico consiste en juzgar exactamente el orden social capitalista, en revelar la esencia del orden social capitalista. Por eso el materialismo histórico se ha utilizado siempre, en la lucha de clase del proletariado, para atravesar con los fríos rayos de la ciencia los velos puestos por la burguesía en todos los casos en que intentó disimular y encubrir la situación de la lucha de clases, la situación real, aplicándole todo género de elementos ideológicos; y para mostrar el hecho y la medida en la cual esos elementos burgueses eran falsos, confusionarios, opuestos a la verdad. Por todo eso la función más destacada del materialismo histórico no pudo consistir en el puro conocimiento científico, sino en el hecho de ser él mismo acción. El materialismo histórico no era un fin en sí mismo, sino que existía para que el proletariado pudiera poner en claro la situación y para que pudiera actuar correctamente de acuerdo con los datos, claramente reconocidos, de su situación de clase. 
 Así pues, en la época del capitalismo el materialismo histórico fue un instrumento de lucha. [...] Pues el reconocimiento del materialismo histórico habría significado para la burguesía casi el suicidio. Todo miembro de la burguesía que hubiera admitido la verdad científica del materialismo histórico habría perdido con ello su consciencia burguesa de clase y, con ella, la capacidad de defender adecuadamente los intereses de su propia clase. [...]
 La existencia de la burguesía presupone su incapacidad de llegar a una comprensión clara de sus propios presupuestos sociales. Un repaso de la historia del siglo XIX permite reconocer un paralelismo profundo y constante entre la decadencia de la burguesía y la paulatina penetración de ese autoconocimiento. A finales del siglo XVIII la burguesía era ideológicamente fuerte y sin quebrar. Todavía lo era a principios del siglo XIX, cuando su ideología, la idea de la libertad y la democracia burguesas, no había sido aún vaciada internamente por el automatismo natural de la economía, cuando la burguesía tenía aún la esperanza -y podía tenerla con buena consciencia- de que aquella libertad democrática burguesa, aquella autonomía de lo económico, acabaría por provocar un día la salvación de la humanidad. [...]
 La historia de la ideología burguesa es la historia del resquebrajamiento de esa fe en la misión salvadora de la transformación burguesa de la sociedad. A partir de la teoría de la crisis de Sismondi y de la crítica social de Carlyle, la autocorrosión de la ideología burguesa presenta un desarrollo acelerado.»
 

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