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«Thomas Bridges fue un hombre menudo, enhiesto, que creía en la providencia divina y no temía el peligro. Como era huérfano, lo adoptó George Packenham Despard, clérigo de Notunhhamsihre y secretario de la Patagonian Mission Society, quien lo llevó consigo a las Falklands. Vivía allí cuando Jemmy Buton asesinó a los misioneros. Más adelante, continuó la labor de éstos y se radicó en Tierra del Fuego, aunque visitaba esporádicamente Inglaterra. Hacia 1886, al ver que los indios desaparecían gradualmente, comprendió que los días de la misión estaban contados y como tenía que mantener una familia de siete personas y carecía de perspectivas en Inglaterra, le pidió al presidente Roca un título de propiedad sobre las tierras de Harberton. Este paso lo convirtió en un réprobo a juicio de los puritanos.
El joven Thomas Bridges había tenido el oído y la paciencia necesarios para pasar mucho tiempo en compañía de un indio llamado George Okkoko y dominar la lengua de la que Darwin se había burlado. Para su sorpresa, descubrió una complejidad sintáctica y un vocabulario que nadie había sospechado que pudieran existir en un pueblo "primitivo". A los dieciocho años resolvió compilar un diccionario que lo ayudara a "inculcarles, a mi satisfacción y de manera convincente, el amor de Jesús". Esta tarea gigantesca distaba de estar completa cuando falleció en 1898. Había recogido unas treinta y dos mil palabras sin haber empezado a agotar las reservas de expresión de los indios.
El Dictionary sobrevivió a los indios y se convirtió en un monumento a su memoria. Yo he hojeado el manuscrito original de Bridges en el Museo Británico y me complace imaginar cómo el clérigo, con los ojos enrojecidos a altas horas de la noche, llenaba con su letra muy fina el volumen de guardas estriadas azules, mientras el viento ululaba sobre la casa. Sabemos que desesperaba de encontrar en aquel laberinto de palabras concretas el vocabulario apropiado para expresar los conceptos abstractos del Evangelio. Sabemos también que no toleraba la superstición de los indígenas y que nunca intentó comprenderla: el asesinato de sus colegas estaba demasiado próximo. Los indios detectaron esta veta de intolerancia y le ocultaron sus convicciones más íntimas.
El dilema de Briges es muy común. Al comprobar que las lenguas "primitivas" eran pobres en palabras destinadas a expresar conceptos morales, muchas personas supusieron que dichos conceptos no existían. Pero las nociones de "bueno" y "malo", esenciales para el pensamiento occidental, carecen de sentido si no están implantadas en elementos concretos. Los primeros individuos que hablaron una lengua cogieron la materia prima de su entorno y la cohesionaron en metáforas para sugerir ideas abstractas. La lengua yaghana -y por inferencia todas las otras- actúa como un sistema de navegación. Los objetos dotados de nombre son los puntos fijos, alienados o comparados, que permiten que la persona que habla planee su próximo movimiento. Si Bridges hubiera descubierto la gama de metáforas yaghanas, nunca habría completado su obra. Sin embargo, lo que ha perdurado nos permite resucitar la claridad del pensamiento yaghán.
¿Qué habremos de pensar de un pueblo que definía la "monotonía" como "la ausencia de amigos varones"? ¿O que, para referirse a la "depresión" empleaba la palabra que describía la fase vulnerable del ciclo estacional del cangrejo, cuando éste se desprende de su viejo caparazón y espera que se desarrolle otro? ¿O que hizo derivar "holgazán" del nombre del pingüino austral cuyo grito recuerda el rebuzno del asno? ¿O "adúltero" del nombre del alcotán, un halcón que revolotea de un lado a otro, cerniéndose inmóvil sobre su próxima víctima?
He aquí sólo unos pocos de sus sinónimos:
Cellisca = Escamas de pescado
Cardumen de sardinetas = Mucosidad viscosa
Maraña de árboles caídos que bloquean el paso = Hipo
Combustible = Algo quemado = Cáncer
Mejillones fuera de estación = Piel arrugada = Vejez
Algunas de sus asociaciones escapan a mi comprensión: Piel de foca = Familiares de un hombre asesinado.
Otras me parecieron oscuras y después se aclararon: El deshielo (de nieve) = Una cicatriz = Enseñanza.
El proceso lógico es el siguiente:
La nieve cubría el suelo como la costra cubre una herida. Se derrite y deja una superficie suave, lisa (la cicatriz). El deshielo anuncia el clima primaveral. En primavera la gente se pone en movimiento y empiezan las lecciones.
Otro ejemplo: Una ciénaga = Una herida mortal (o mortalmente herido).
Las ciénagas de Tierra de Fuego son colchones apelmazados de musgo, que destilan agua. Su color es amarillo opaco con manchas rojizas, como el de una herida abierta que supurara pus y sangre. Las ciénagas cubren el suelo de los valles, tendidas a lo largo como un hombre herido.
Los verbos ocupan el primer lugar en esta lengua. Los yaghanes tenían un verbo dramático para captar cada contracción de los músculos, cada acción posible de la naturaleza o el hombre. […]
Los yaghanes eran nómadas por naturaleza, aunque rara vez iban lejos. […] Y su lengua refleja la obsesión propia de los marinos por el tiempo y el espacio. Porque si bien no contaban hasta cinco, definían los puntos cardinales con especificaciones minuciosas y detectaban los cambios estacionales como un cronómetro de alta precisión.»
[El texto pertenece a la edición en español de Ediciones Península, 2000, en traducción de Eduardo Goligorsky. ISBN: 84-8307-259-9.]
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