Capítulo cuatro
McDonald's de Sants. 30 de junio, 21:30 h
«-¿Y por qué te gustó Las ventajas de ser un marginado?
Lara ha empezado, por fin, la hamburguesa de pollo. Aprovecha para pensar su respuesta mientras traga el primer bocado con una voracidad nada elegante. Los nervios, otra vez.
-Por su prota, Charlie -dice, con la boca todavía algo llena, que se cubre con una mano-. Me gustan los personajes poco convencionales, los que no acaban de encajar en el mundo.
Wilde analiza esas palabras antes de formular su siguiente pregunta:
-¿No encajan en el mundo porque son poco convencionales?
-El mundo está diseñado para prototipos. No encajar es buena señal.
-Interesante. O sea, que para encajar en el mundo hay que ser vulgar.
-Oye, ¡ahora eres tú quien interroga!
-Es que tu físico ya lo voy conociendo, por eso quiero asomarme a lo que ocurre ahí dentro.
Wilde señala la cabeza de Lara, aunque por el modo en que la observa queda claro que también está dispuesto a seguir profundizando en su cuerpo.
-¿Te interesa lo que pienso? -Lara retoma el pulso-. ¿Ves? Al decir eso acabas de alejarte del prototipo de tío. Muchos sólo se fijan en lo de fuera. A lo mejor porque ni siquiera han descubierto que las chicas también pensamos.
Wilde suelta una carcajada.
-Dios, ¡entonces yo no cumplo el prototipo! ¡Corro el riesgo de dejar de encajar en el mundo!
-¡Idiota! No te quejes, así puedes dedicarte a buscar otros planetas donde quedarte. ¿No te gusta tanto El Principito?
-Oye, que ese es un peligro que acepto sin problemas si así te gusto más... -susurra.
"Qué voz".
-No te hace falta ese esfuerzo -acierta ella a decir, a trompicones-. Tú nunca me has parecido un tío típico.
-Pero si apenas sabes aún nada de mí.
-Eso sí lo sé.
-¿Estás segura? ¿Cómo reconoces a alguien que se aparta del... perfil estándar? ¿Lo intuyes cuando un chico aguanta sin hablar de fútbol la primera hora de la cita?
Lara se toma unos instantes para decidirlo.
-Yo creo que es por la mirada. La gente que me interesa tiene una forma distinta de ver el mundo. Eso los hace diferentes, por eso les cuesta más resignarse al rumbo establecido. No se conforman.
Wilde toma nota.
-¿Tú y yo somos unos inadaptados?
Ella dirige sus ojos hacia el exterior, más allá del cristal.
-Quizá.
-La normalidad está sobrevalorada -apoya Wilde.
-La normalidad no existe. Sólo es un excusa.
Él sonríe.
-¿De dónde has salido, Lara?
Ella le enfoca con sus pupilas, de una transparencia suave.
-Deberías saberlo. Tú me encontraste.
-Sí -acepta él-, en medio de la inmensidad de la red. Tuvo que ser el destino. ¿Cuántas probabilidades había de que nuestros caminos se cruzaran?
Lara adopta una expresión maliciosa.
-Depende del tiempo que llevaras buscando, Wilde.
-Ni una vida entera bastaría. La red es demasiado grande.
-También depende de a cuántas chicas enviaras un mensaje como el que me enviaste a mí.
-¿Ya empiezas con eso otra vez? No ha habido ninguna más.
-Te creo.
Él vuelve a acariciarle la mano.
-Eres una soñadora. Desconfiada, pero soñadora. La mayor soñadora que he conocido nunca.
-¿Y tú?
Él la mira con una intensidad que le corta la respiración.
-Ya te he dicho que estoy dispuesto a renunciar a ese mundo gris de ahí fuera por ti. ¿Te parece suficiente? ¿Te parezco suficientemente raro?
Lo que no le parece suficiente a Lara es el McMenú de pollo. Va a necesitar pedir algo de postre para prolongar esa cita. Tendría que haber negociado mejor su hora de regreso a casa, aunque sabe que dispone de cierto margen: sus padres van al cine esa noche y siempre se toman algo a la salida.»
[El texto pertenece a la edición en español de Editorial Edebé, 2018. ISBN: 978-84-683-3459-2.]
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