Desde las cuatro cárceles (de Dört
Hapishaneden)
Poema nº 2
«Estoy extraordinariamente contento de haber
venido al mundo, / amo a su tierra, su luz, su lucha y su pan.
A pesar de conocer hasta el
centímetro la medida de su circunferencia / y de saber que no es más que un
juguete al lado del sol
el mundo es increíblemente
inmenso para mí. / Hubiese deseado
recorrer el mundo, ver los peces,
las frutas, los astros que no he visto / y, sin embargo,
solamente en los libros y los
mapas viajé por Europa. / No he recibido ni siquiera una carta con su sello
azul matado en Asia.
Lo mismo yo que el tendero de mi
barrio / somos totalmente desconocidos en América.
Pero qué importa: / desde la
China a España, desde el cabo de Buena Esperanza a Alaska,
en cada milla marina, en cada
kilómetro tengo amigos y enemigos. / Amigos que no nos hemos saludado ni una
vez siquiera
sin embargo, podríamos morir por
el mismo pan, la misma libertad, la misma nostalgia.
Y enemigos sedientos de mi sangre
como yo sediento de la suya. / Mi fuerza:
es que no estoy solo en este
inmenso mundo. / El mundo y sus hombres no son ningún secreto para mi corazón,
ningún enigma para mi ciencia.
[…]
Cárcel de Ankara (de Dört
Hapishaneden)
Nº 3
Hoy es domingo. / Hoy, por primera vez, me
sacaron al sol.
Y yo, por primera vez en mi vida,
/ extrañado de ver
Que el cielo está tan lejos de
mí, tan azul, tan inmenso, me quedé inmóvil.
Luego, respetuosamente, me senté
en la tierra, / apoyé mi espalda contra la pared.
En este instante nada de hundirme
en las olas, / en este instante nada de lucha, de libertad, de esposa.
La tierra, el sol y yo… / Soy
feliz…
(1938)
[…]
Carta a Vala Nureddin (de Últimos
poemas escritos en Turquía)
Hermano mío, / enviadme
libros con finales felices,
que el avión pueda aterrizar sin
novedad, / el médico salga sonriente del quirófano,
se abran los ojos del niño ciego,
/ se salve el muchacho al que mandan fusilar,
vuelvan las criaturas a
encontrarse las unas con las otras, / y se den fiestas, se celebren bodas.
¡Que la sed encuentre al agua, /
el pan a la libertad!
Hermano mío, / enviadme libros
con finales felices,
esos han de realizarse al fin y
al cabo.
(17.3.46)
[…]
Nostalgia (de Últimos poemas
escritos en Turquía)
Los cantos de los hombres son más bellos que
ellos, más cargados de esperanza, más tristes, más duraderos.
He podido vivir sin los hombres,
nunca sin los cantos;
sucedió que fui infiel a mi bien
amada, nunca al canto que le canté.
Jamás los cantos me engañaron.
En cualquier idioma que fuese
siempre comprendí todos los cantos.
Nada de este mundo, cuanto pude
beber y comer, cuantos países recorrí,
cuanto pude escuchar y ver,
cuanto he podido acariciar y comprender, nada, nada me hizo tan feliz como los
cantos.
[…]
Acerca del vivir (de Poemas
del exilio)
I
El vivir no admite bromas. /
Has de vivir con toda seriedad, como una ardilla, por ejemplo;
es decir, sin esperar nada fuera
y más allá del vivir; / es decir, toda tu tarea se resume en una palabra:
VIVIR.
Has de tomar en serio el vivir. Es decir,
hasta tal punto y de tal manera
que aun teniendo los brazos
atados a la espalda, / y la espalda pegada al paredón,
o bien llevando grandes gafas / y
luciendo bata blanca en un laboratorio, has de saber morir por los hombres.
Y además por hombres que quizá
nunca viste, / y además sin que nadie te obligue a hacerlo,
y además sabiendo que la cosa más
real y bella es VIVIR.
Es decir: / has de tomar tan en serio el vivir
que a los setenta años, por
ejemplo, / si fuera necesario plantarías olivos
sin pensar que algún día serían
para tus hijos; / debes hacerlo amigo, debes hacerlo,
no porque, aunque la temas, no
creas en la muerte, sino porque vivir es tu tarea.
II
Sucede, por ejemplo, / que estamos muy
enfermos;
que hemos de soportar una difícil
operación; / que cabe la posibilidad
la tristeza de partir antes de
tiempo, / seguiremos riendo con el último chiste,
mirando por la ventana para ver /
si el tiempo sigue lluvioso,
esperando con impaciencia / las
últimas noticias de prensa.
Sucede, por ejemplo, que estamos en el frente,
por algo, por ejemplo, que vale la pena que se luche. / Nada más comenzar el
ataque, al primer movimiento,
puede caerse cara a tierra, y
morir. / Todo esto hemos de aceptarlo con singular valor, y a pesar de todo,
preocuparnos apasionadamente por esa guerra que puede durar años y años.
Sucede / que estamos en la cárcel.
Sucede / que nos acercamos
a los cincuenta años, / y que falten
dieciocho más
para ver abrirse las puertas de
hierro. / Sin embargo, hemos de seguir viviendo con los de fuera,
con los hombres, los animales,
los conflictos y los vientos,
es decir, con todo el mundo
exterior que se halla / tras el muro de nuestros sufrimientos;
es decir: estemos donde estemos
hemos de vivir como si nunca hubiésemos de morir.
III
Se enfriará este mundo, / una estrella entre las estrellas; por otra
parte una de las más pequeñas del universo,
es decir, una gota brillante en
el terciopelo azul, / es decir, este inmenso mundo nuestro.
Se enfriará este mundo un día, / algún día se
deslizará
en la ciega tiniebla del infinito
/ -no como una bola de nieve,
no como una nube muerta-, / como
una nuez vacía.
Desde ahora mismo se ha de sufrir
por todo esto, / ha de sentirse su tristeza desde ahora,
tanto ha de amarse el mundo en
todo instante, / se le ha de amar tan conscientemente que se pueda decir: “HE
VIVIDO”.
[…]
Poema sin título (de Poemas
del exilio)
La separación estaba sobre la mesa, entre la
taza de café y el vaso de limonada. / Fuiste tú quien la puso ahí.
Un cuenco era el agua en el fondo
del pozo. / Contemplaba inclinándome.
Una criatura gigantesca sonreía
lentamente a una nube. / Yo gritaba.
Mi voz te había perdido. / Su eco
retrocedía.
La separación estaba sobre la
mesa en la cajetilla de tabaco. / La trajo el camarero de gafas, sin que la
hubieses encargado.
Era humo retorciéndose en tus
ojos en la punta de tu cigarrillo, / en la palma de tu mano, dispuesta para
decir adiós.
La separación estaba sobre la
mesa / en el punto donde apoyabas el codo.
En lo que pasaba por tu mente
estaba la separación, / en lo que escondías en mí, en lo que no escondías,
la separación estaba en tu
serenidad. / En tu miedo ilimitado estaba la separación.
Enamorarse, así, de repente, como si se
abriese una puerta…
Mentira todo lo que hemos escrito sobre
nosotros. / No ha sido lo que fue, sino lo que quise
que fuera entre nosotros. / Eran
mis anhelos puestos en mis inalcanzables ramas,
era mi sed, sacada del pozo de
mis sueños. / Los había dibujado sobre la luz.
Todo lo que escribí sobre
nosotros es verdad. / Tu belleza:
es decir, un cesto de frutas o
bien una comida campestre; / el estar lejos de ti:
es decir, el que me vuelva el
último farol / en la última calle de la última esquina de la ciudad.
El que esté celoso de ti: / es
decir, el que corra, con los ojos vendados, de noche, tras los trenes.
Mi felicidad: / es decir, el río
soleado que rompe su dique y corre.
Todo lo que escribí sobre nosotros es mentira.
/ Todo lo que escribí sobre nosotros es verdad.
Leipzig, 30.9.1960.»
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