domingo, 28 de diciembre de 2025

Más allá de la noticia. La filosofía detrás de los titulares.- Julián Baggini (1968)

6.- Pensamiento verde: la conceptualización del medio ambiente
Lenguaje lastrado de valor

 «Hay un rasgo retórico importante del discurso sobre el medio ambiente que se interpone en el camino del pensamiento claro. Es común ver la oposición entre retórica y argumentación propiamente dicha en que la meta de la primera es persuadir por cualquier medio, mientras que el objetivo de la segunda es ofrecer argumentos de solidez racional. En realidad, la diferencia no es tan clara. Desde que Platón atacó a los sofistas por presentar argumentaciones persuasivas para sostener lo que quien les pagaba por ello quería que sostuvieran, se supone que los filósofos renuncian a la retórica. Pero en muchos artículos y libros de filosofía se encontrarán ejemplos de retórica en acción. Análogamente, a veces un buen argumento también puede ser muy persuasivo, de modo que una buena argumentación y una buena pieza de retórica pueden ser una y la misma cosa.
 Nuestro interés se centra en los casos en que la retórica y la buena argumentación están claramente separadas. En estos casos, la gente emplea palabras con el fin de realzar el atractivo de su argumento, pero esas palabras no agregan sustancia alguna al razonamiento que parecen proponer. Encontramos un ejemplo manifiesto de retórica cuando alguien habla de hacer algo "por el bien de nuestros hijos", sin aportar ninguna evidencia ni argumento a favor de que lo que desean hacer es lo mejor para sus hijos. En un buen discurso o artículo (desde el punto de vista de la retórica) la ausencia de argumento o de evidencia no se nota.
 El aspecto retórico del debate sobre el medio ambiente en el que deseo centrarme es que las palabras mismas que se usan para describir los problemas tienen connotaciones evaluativas. Esto podemos advertirlo cuando se llama "ecoterroristas" o "vándalos" a los manifestantes ecologistas. Pero son los ecologistas los que más han conseguido enmarcar el debate en palabras que les convienen. Por ejemplo, el 17 de octubre de 2001, el Guardian, al informar de la absolución de los activistas de Greenpeace, decía: "El jurado aceptó la defensa de Greenpeace, según la cual el daño criminal estaba justificado si se lo empleaba para defender un interés público mayor, a saber, la prevención de la contaminación del medio ambiente por organismos transgénicos".
 Aquí, la palabra clave es "contaminación". Es evidente que se trata de una palabra con connotaciones negativas. Si se preguntara a la gente si aprueba que se contamine el campo con cultivos transgénicos, la mayor parte respondería que no, simplemente porque es difícil entender que la contaminación pudiese llegar a ser buena. Pero, en este caso, ¿qué significa realmente "contaminación"? Significa que habría interpolinización entre los cultivos GM y los cultivos próximos a ellos. La interpolinización se da permanentemente en la naturaleza, así que referirse a ella como contaminación es forzar el lenguaje mediante el uso de una palabra negativa para describir lo que normalmente no es bueno ni malo. Así que únicamente se puede justificar el uso de este término si previamente se cree que la interpolinización es dañina. Pero, por supuesto, eso es precisamente lo que está en discusión, de modo que los ecologistas se han anotado aquí un gran triunfo retórico. Han conseguido establecer la palabra "contaminación" como término corriente para el cruce de polinización entre cultivos transgénicos y no transgénicos. Tal es su éxito que la mayor parte de los medios de comunicación más importantes del país emplean la palabra en lo que se supone que es una mera descripción fáctica. Sin embargo, la expresión "descripción fáctica" enmascara una evaluación parcial que ha entrado de contrabando.
  En la batalla por corazones y pensamientos, este frente lingüístico es vital. En un artículo escrito con posterioridad al proceso judicial, Lord Melchett emplea la frase "contaminación genética" para describir la interpolinización entre cultivos GM y no GM de otra manera igualmente lastrada de valor. Para los defensores de la campaña contra los cultivos GM, es importante que esas frases se adopten de modo generalizado. En el discurso ecologista ya se han establecido otras palabras de esa familia. Una de ellas es "explotación". Todas las criaturas, seres humanos, castores, aves y moscas, hacen uso de su medio ambiente. Lo adaptan para satisfacer sus necesidades. Se podría decir que explotan el medio y hay un sentido perfectamente aceptable del término "explotar" que no comporta connotaciones negativas. Pero lo cierto es que tendemos a emplear la palabra "explotar" en situaciones en que alguien utiliza algo de forma inapropiada. Así, el término adquiere una significación negativa. Esto quiere decir que los ecologistas pueden hablar de la explotación del medio ambiente por los seres humanos como si describieran simples hechos, mientras al mismo tiempo depositan en la descripción un juicio negativo.
 Hay innumerables ejemplos de esto, algunos más evidentes que otros. Algunos son muy complejos. Considérese la simple frase "perturbar el equilibrio natural". Aquí, tenemos dos palabras, "naturaleza" y "equilibrio", que llevan consigo connotaciones positivas, junto a la negativa "perturbar". Sin embargo, esto se ha convertido en un modo tan natural de hablar (natural no significa necesariamente bueno, por supuesto) que los intentos de descripción en términos más neutrales pueden parecer artificiales: "alterar la distribución existente de organismos en el mundo" no tiene la misma resonancia.
 Cuando las palabras que empleamos para informar y discutir las noticias sobre medio ambiente son portadoras de estas connotaciones evaluativas, es más difícil aún superar la retórica para abrazar argumentos serios. Sin embargo, es preciso que hagamos ese esfuerzo, pues de lo contrario corremos el riesgo de que el lenguaje nos ciegue ante la verdad que se propone representar. Si queremos saber si los alimentos transgénicos son buenos o malos, difícilmente comenzaremos nuestra investigación sobre una base imparcial si describimos como polución o contaminación cosas que pueden ser malas o no.»

 [El texto pertenece a la edición en español de Ediciones Cátedra, 2004, en traducción de Marco Aurelio Galmarini, pp. 179-182. ISBN: 84-376-2126-7.]
 

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