Cantos de Nezahualcóyotl
Con flores escribes
«Con flores escribes las cosas, / ¡oh Dador de la vida!Con cantos das color, / con cantos sombreas
a los que han de vivir en la tierra. / Después destruirás
a águilas y tigres: / solamente en tu pintura vivimos,
aquí, sobre la tierra. / Con tinta negra borrarás
lo que fue la hermandad, / la comunidad, la nobleza.
Tú sombreas / a los que han de vivir en la tierra.
Después destruirás / a águilas y tigres:
solamente en tu pintura vivimos, / aquí, sobre la tierra.
Somos mortales
Percibo lo secreto, lo oculto: / ¡oh, vosotros, señores!Así somos, /somos mortales,
de cuatro en cuatro nosotros los hombres, / todos habremos de irnos,
todos habremos de morir en la tierra. / Como una pintura
nos iremos borrando. / Como una flor
nos iremos secando / aquí sobre la tierra.
Como vestidura de plumaje de ave zacuán, / de la preciosa ave de cuello de hule,
nos iremos acabando. / Meditadlo, señores,
águilas y tigres, / aunque fuerais de jade,
aunque fuerais de oro / también allá iréis,
al lugar de los descarnados. / Tendremos que desaparecer,
nadie habrá de quedar. / ¿A dónde iremos donde la muerte no exista?
Mas, ¿por eso viviré llorando? / Percibo lo secreto, lo oculto:
¡oh, vosotros, señores! / Así somos, somos mortales
de cuatro en cuatro nosotros los hombres, / todos habremos de irnos,
todos habremos de morir en la tierra.
¿Eres tú verdadero?
¿Eres tú verdadero, tienes raíz? / Sólo quien toda las cosas domina,el Dador de la Vida. / ¿Es esto verdad?
-¿Acaso no lo es, como dicen? / ¡Que nuestros corazones
no tengan tormento! / Todo lo que es verdadero,
lo que tiene raíz, / dicen que no es verdadero,
que no tiene raíz. / El Dador de la Vida
sólo se muestra arbitrario. / ¡Que nuestros corazones
no tengan tormentos!
Meditación de Tecayehuatzin
Tú, Dueño del Cerca y del Junto, / aquí te damos placer,
junto a ti nada se echa de menos, / ¡oh, Dador de la Vida!
Sólo como a una flor nos estimas, /así nos vamos marchitando, tus amigos.
Como a una pluma de quetzal, / tú nos haces pedazos.
Como a una pintura, / tú así nos borras.
Todos se marchan a la región de los muertos, / al lugar común de perdernos.
¿Qué somos para ti, oh Dios? / Así vivimos.
Así, en el lugar de nuestra pérdida, / así nos vamos perdiendo.
Nosotros los hombres, / ¿a dónde tendremos que ir?
Por esto lloro, / porque tú te cansas,
¡oh, Dador de la Vida! / Se quiebra el jade,
se desgarra el quetzal. / Tú te estás burlando.
Ya no existimos. / ¿Acaso para ti somos nada?
Tú nos destruyes, / tú nos haces desaparecer de aquí.
Pero repartes tus dones, / tus alimentos, lo que da abrigo,
¡oh, Dador de la Vida! / Nadie dice, estando a tu lado,
que viva en la indigencia. / Hay un brotar de piedras preciosas,
hay un florecer de plumas de quetzal, / ¿son acaso tu corazón, Dador de la Vida?
Nadie dice, estando a tu lado, / que viva en la indigencia.»
[Los textos pertenecen a la edición en español de Círculo de Lectores, en traducción de Miguel León-Portilla. ISBN: 978-84-672-3255-4.]
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