El primer capitalismo
«Una sociedad decae cuando las fuerzas productoras entran en contradicción con las relaciones de producción. Este proceso comenzó en Europa durante el siglo XIV. Ya en la segunda mitad del siglo XIII la producción agrícola dejó de aumentar. Sólo pocas tierras nuevas eran cultivadas y a costa de grandes esfuerzos. La técnica agrícola, que no había hecho en sí ningún progreso grande respecto del mundo antiguo, comenzó a estancarse. El gran renacimiento de la producción económica aportado por el feudalismo en parte se basaba en el progreso técnico pero, sobre todo, en la mayor libertad de que gozaban los siervos y siervos de la gleba con respecto a los esclavos. Además, aquéllos participaban, teórica o efectivamente, del plusproducto.
Ahora, en el período en que el feudalismo llega al fin de su florecimiento, observamos en la agricultura dos tendencias: una conducción a una creciente libertad de los campesinos, otra a su progresiva disminución. Una llevaba como consecuencia a la abolición de la servidumbre y de la servidumbre de la gleba. La otra llevaba, a veces, incluso a la introducción de elementos de esclavitud en el sistema de las relaciones medievales de dependencia; ¿qué otra cosa significaba el derecho, ratificado por escrito, de los señores feudales en la "Carolina" a decapitar a los campesinos, a ponerlos a la rueda, a quemarlos vivos, a descuartizarlos, a cortarles orejas y nariz, a amputarles dedos o manos, en fin, a torturarlos con tenazas candentes?
Ambas tendencias se apoyan en parte en un desarrollo introducido en la agricultura feudal desde el exterior, o sea, al surgir un amplio comercio exterior y una extensa economía monetaria en las ciudades. Una es antifeudal, y en lugar de las relaciones feudales de dependencia plantea relaciones nuevas y mucho menos rígidas; la otra quita a la sociedad feudal su carácter originariamente progresivo, agudizando hasta el extremo sus contradicciones y condenándola así a muerte.
Luego, la primera lleva a las primeras formas capitalistas, siendo en cierto modo el antecedente que prepara directamente sus desarrollo. La segunda puede ser considerada sólo indirectamente como una condición y un antecedente de las primeras formas capitalistas, del mismo modo que todo proceso que socava las bases del sistema dominante, que acelera su envejecimiento y su disolución, puede ser considerado como antecedente del sistema siguiente. Ante todo queremos señalar esta segunda tendencia, en cuanto ella, a pesar de no ser decisiva en este período, representa sin embargo el comienzo de un proceso que dominará más tarde, luego de 1550, la vida económica alemana: aquí la primera es de importancia mucho mayor para la transición a las primeras formas capitalistas y debe ser considerada en conexión con éstas.
Con la difusión del comercio, el desarrollo de ejércitos estables, el aumento de las posibilidades de utilización y luego la creciente necesidad de plusproducto, se desarrolla bajo el imperio de los señores feudales la tendencia a estrujar cada vez más a los campesinos. Los príncipes, la nobleza interior y la Iglesia les imponen gravámenes cada vez más fuertes. En este período surgen numerosos tributos especiales para cada manifestación de la vida cotidiana, para casi toda actividad económica, desde la siega hasta la planificación, desde las bodas hasta la sepultura; pero no para todo campesino. Tampoco todo el conjunto de gravámenes recae aún sobre cada campesino, pero es en este período cuando se levanta el sistema de todas las imposiciones que encontraremos durante el siglo XVIII en pleno funcionamiento en Alemania y Francia. Ya en el XIV, en el XV y a comienzos del XVI, en aquellos países de Europa donde prevalece la tendencia a reforzar los vínculos feudales, en lugar de atenuarlos, encontramos una cantidad de gravámenes a menudo equivalente a dos tercios de la renta general. Esto quiere decir que la renta del señor feudal sube a enormes proporciones. Pero esta explotación más intensiva de los campesinos constituye sólo una parte de sus sufrimientos. A menudo la guerra les arranca todo lo cosechado, enfermedades y muerte postran a tal punto a sus familias que sólo pueden cultivar o cosechar una parte de su tierra. La presión sobre los campesinos, combinada con guerras y enfermedades, gradualmente conduce a una disminución verdaderamente considerable de las cosechas, de modo que las fuerzas productivas ya no son ocupadas por completo. Cae el interés en una alta producción, en cuanto es saqueada y arruinada a causa de las guerras y las enfermedades. La agricultura feudal empieza a decaer.
En la ciudad también observamos dos tendencias: una permite el tránsito directo a las primeras formas capitalistas, mientras a otra conduce a la disolución de la economía urbana. La primera tendencia está caracterizada por el crecimiento de comercio e industria, o sea, de comercio y trabajo artesanal o trabajo industrial en general. La otra, en cambio, avanza por el camino que conduce a la liquidación y a la opresión del comercio. El artesanado, por sí solo, sin el comercio, no está, sin embargo, en condiciones de poderse desenvolver ulteriormente ya que es el comercio el que crea nuevos mercados. Sin el comercio, el artesanado se concentra en el mercado local, vendiendo cada vez menos a causa de la disminución (por las causas señaladas) del poder adquisitivo de los campesinos. En suma, mientras la opresión del comercio provoca la pérdida de los mercados lejanos también las posibilidades de venta aun en el mercado local llegan a ser más reducidas. El poder adquisitivo de los señores feudales aumenta a veces de manera considerable luego de su usurpación cada vez mayor del plusproducto; puede sustituir la caída del poder adquisitivo campesino con algunos artesanos individuales, pero no a causa de su gran masa, pues los señores feudales consumen una parte del plusproducto del que se han apoderado adquiriendo mercancías de otras ciudades y de otras regiones que aún conservan el comercio con los países lejanos; de tal modo, los artesanos locales pierden también una parte del mercado constituido por los señores feudales. Todas estas tendencias, que comienzan a ejercer un gran papel sólo en el curso de la segunda mitad del siglo XVI y luego en el XVII y en el XVIII, ya afloran durante los siglos XIV y XV y en la primera mitad del XVI.
Sobre la base de los fenómenos de disolución del feudalismo, arriba señalados, del aflojamiento de los vínculos feudales en el campo y de la unión establecida entre comercio y artesanado, se desarrollan ahora las primeras formas capitalistas en la industria y en la agricultura. [...] La más antigua industria de conducción capitalista, que luego también ejercerá durante el capitalismo industrial el papel decisivo, es la industria textil. En la Florencia de 1340 casi un cuarto de la población está ocupada en esta industria; en las ciudades belgas y holandesas, durante su período de florecimiento, el porcentaje es a veces superior. La elaboración de la seda y, sobre todo, de la lana ya es practicado en el medioevo con formas económicas nuevas: no en todas partes, pero sí en las ciudades y regiones más progresistas.»
[El texto pertenece a la edición en español de Castellote Editor, 1974. ISBN: 84-7259-003-8.]
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