X.-Certeza
«Como todos ustedes pueden ver, en este momento estoy en una habitación y no al aire libre. No estoy ni sentado ni tumbado, sino de pie. No estoy totalmente desnudo, sino que voy vestido. Ni canto ni cuchicheo ni guardo un absoluto silencio, sino que estoy hablando en voz alta. En mi mano tengo algunas hojas escritas. Hay muchas otras personas en la misma habitación. Además, en aquella pared hay ventanas y una puerta en esta otra.
Acabo de hacer cierto número de afirmaciones diferentes, con gran seguridad, como si no hubiese ninguna duda de su verdad. Es decir, aunque no he dicho expresamente que cada una de estas cosas distintas es no sólo verdadera, sino también cierta, sin embargo, al afirmarlas tal y como lo hice he dado a entender que de hecho eran ciertas. Es decir, he dado a entender que en el momento de pronunciar aquellas palabras conocía con certeza que de hecho ocurría lo que afirmaban. No creo que se me pueda acusar en justicia de dogmatismo o exceso de confianza por haber afirmado estas cosas positivamente del modo en que lo hice. Por lo que respecta a ciertos tipos de afirmaciones y en ciertas circunstancias, una persona puede en justicia ser acusada de dogmatismo por afirmar algo positivamente. Pero por lo que respecta a afirmaciones como las que he formulado, hechas en las condiciones en que las hice, la acusación sería absurda. Por el contrario, había incurrido en un absurdo si, en estas circunstancias, no hubiese hablado positivamente sobre estas cosas, si es que he hablado sobre ellas después de todo. Supongamos ahora que en lugar de decir "Estoy en un edificio" dijese "Creo que estoy en un edificio, aunque tal vez no sea así, no es seguro que lo esté", o en lugar de decir: "Voy vestido", dijese: "Pienso que voy vestido, aunque es posible que no". ¿No parecería más bien ridículo que ahora, en estas circunstancias, dijese: "Creo que voy vestido", o incluso: "No sólo creo que voy vestido, sino que además sé que es muy probable, aunque no pueda estar totalmente seguro"? Para algunas personas no sería en absoluto absurdo expresarse de este modo dubitativo en circunstancias. Supongamos, por ejemplo, que hubiese un ciego que padeciese una anestesia general, el cual supiese, porque alguien se lo hubiese dicho, que de cuando en cuando sus médicos lo desnudaban y lo vestían de nuevo, si bien él no viese ni sintiese la diferencia. Podría llegar un momento en que tal persona describiese correctamente la situación diciendo que pensaba que llevaba puestas algunas ropas, o que sabía que era muy probable que las llevase, aunque no estuviese muy seguro. Pero sería totalmente ridículo que yo, en plena posesión de mis sentidos, me expresase de este modo, puesto que las circunstancias son tales que hacen que sea completamente obvio no sólo que pienso, sino que sé que voy vestido. Sería absurdo que dijese que pensaba que no estaba desnudo, ya que al decirlo daría a entender que no lo sabría, cuando todos ustedes pueden ver que estoy en situación de saberlo. Mas si ahora no incurro en dogmatismo al afirmar positivamente que no estoy desnudo, ciertamente, tampoco incurrí en dogmatismo cuando lo afirmé en una de aquellas frases con que comencé la conferencia. Sabía entonces que llevaba ropas, del mismo modo que sé ahora que las llevo.
Naturalmente aquellas siete afirmaciones con que comencé, en ciertos aspectos no eran todas exactamente del mismo tipo. Por ejemplo: frente a la séptima, las seis primeras versaban todas ellas (entre otras cosas) sobre mí. Por el contrario, la séptima decía que había ventanas en aquella pared y una puerta en ésta. Incluso entre aquellas que versaban sobre mí había diferencias obvias. Por lo que respecta a dos de ellas -las afirmaciones de que estaba en una habitación y que había muchísimas otras personas conmigo en la misma habitación-, se puede decir que respondían en parte a la cuestión de qué tipo de medio era aquel en que me encontraba cuando las formulé. Por lo que respecta a las otras -la afirmaciones de que iba vestido, que hablaba en voz alta y que tenía en la mano algunas hojas de papel-, también se puede decir, aunque de un modo menos natural, que respondían parcialmente al mismo problema. Si iba vestido, si estaba en un lugar en que los sonidos altos eran audibles, y si tenía en la mano algunas hojas de papel, se sigue en cada caso que los alrededores de mi cuerpo eran diferentes, en un aspecto al menos, de lo que habrían sido en el caso contrario. El término "medio" se usa en ocasiones de tal modo que un enunciado verdadero del que se sigue que los alrededores de mi cuerpo eran diferentes en algún aspecto de lo que podrían haber sido, suministra alguna información, por pequeña que sea, sobre el tipo de medio en el que estaba. Pero aunque puede decirse que, de ser verdaderos, cada uno de esos enunciados ha dado en cierto sentido alguna información sobre la naturaleza de mi medio en el momento en que lo formulé, uno de ellos, la afirmación de que estaba hablando en voz alta, no se limita sólo a esto: de ser verdad, dio también alguna información de tipo muy distinto. Decir que hablaba en voz alta no es sólo decir que había sonidos audibles en mis cercanías y que esos sonidos eran palabras, sino también que algunos sonidos de este tipo los estaba haciendo yo: una proposición causal.
Por lo que respecta a la sexta proposición sobre mí -la afirmación de que estaba de pie-, difícilmente podría decirse que informaba sobre la naturaleza de mi medio cuando la formulé. Podría decirse perfectamente que daba información sólo sobre la postura de mi cuerpo en el momento en cuestión. Por lo que respecta a las dos afirmaciones formuladas que no versaban sobre mí -las afirmaciones de que había ventanas en esa pared o una puerta en ésa-, aunque en cierto sentido versaban sobre mi medio, ya que las dos paredes sobre las que hablaba, de hecho, estaban en mis cercanías en aquel momento, sin embargo, al formularlas no afirmaba expresamente que estuviesen en mis cercanías (si lo hiciese, habrían sido afirmaciones relativas a mí mismo). Lo que afirmaba expresamente es algo que podría haber sido verdad, aunque no estuviesen en mis cercanías. De la proposición de que hay una puerta en esa pared no se sigue que esa pared esté en mis inmediaciones, mientras que de la proposición de que estoy en una habitación se sigue que hay una pared en mis inmediaciones.
Por lo que respecta a la sexta proposición sobre mí -la afirmación de que estaba de pie-, difícilmente podría decirse que informaba sobre la naturaleza de mi medio cuando la formulé. Podría decirse perfectamente que daba información sólo sobre la postura de mi cuerpo en el momento en cuestión. Por lo que respecta a las dos afirmaciones formuladas que no versaban sobre mí -las afirmaciones de que había ventanas en esa pared o una puerta en ésa-, aunque en cierto sentido versaban sobre mi medio, ya que las dos paredes sobre las que hablaba, de hecho, estaban en mis cercanías en aquel momento, sin embargo, al formularlas no afirmaba expresamente que estuviesen en mis cercanías (si lo hiciese, habrían sido afirmaciones relativas a mí mismo). Lo que afirmaba expresamente es algo que podría haber sido verdad, aunque no estuviesen en mis cercanías. De la proposición de que hay una puerta en esa pared no se sigue que esa pared esté en mis inmediaciones, mientras que de la proposición de que estoy en una habitación se sigue que hay una pared en mis inmediaciones.
Mas a pesar de estas y otras diferencias, esas siete u ocho afirmaciones diferentes se parecen en varios aspectos importantes.
(1) En primer lugar, esas siete u ocho afirmaciones distintas que hice al comienzo de la conferencia se asemejaban por lo siguiente: todas ellas podrían haber sido falsas, aunque de hecho no lo fuesen. Considérese, por ejemplo, el momento en que dije que estaba de pie. Evidentemente en ese preciso momento podría haber estado sentado, aunque de hecho no lo estuviese. Si hubiese estado sentado en aquel momento, entonces mi afirmación de que estaba de pie habría sido falsa. Por tanto, puesto que podría haber estado sentado en ese preciso momento, se sigue que mi afirmación de que estaba de pie podría haber sido falsa, aunque no lo fuera. Como es obvio, puede decirse esto mismo de todas las demás afirmaciones que he hecho. En el momento en que dije que estaba en una habitación, podría haber estado al aire libre; cuando dije que iba vestido, podría haber estado desnudo; y asimismo en todos los demás casos.
Ahora bien, del hecho de que una afirmación dada puede haber sido falsa, siempre se sigue que su negación o la contradictoria de la proposición afirmada no es una proposición autocontradictoria. Decir que una proposición dada podría haber sido falsa equivale a decir que su negación o contradictoria podría haber sido verdadera; y del hecho de que una proposición dada pueda haber sido verdadera siempre se sigue que la proposición en cuestión no es autocontradictoria, ya que si lo fuese no sería posible que fuese verdadera. Según esto, todas aquellas cosas que afirmé en el comienzo de esta conferencia eran cosas cuyas contradictorias no eran autocontradictorias. Por ejemplo, si cuando dije "Estoy en pie" hubiese dicho en su lugar "no es el caso que esté de pie", que sería la proposición contradictoria, hubiese sido correcto decir "Esa proposición no es autocontradictoria, es falsa". Esto mismo ocurre con todas las demás proposiciones. Como abreviatura de la expresión larga "proposición que no es autocontradictoria y cuya contradictoria tampoco lo es" los filósofos han empleado a menudo el término técnico "proposición contingente". Empleando en ese sentido el término "contingente" podemos decir, pues, que uno de los aspectos en que se asemejan esas siete proposiciones que formulé al comienzo de esta conferencia es que todas eran contingentes.»
[El texto pertenece a la edición en español de Ediciones Orbis, 1983, en traducción de Carlos Solís. ISBN: 84-7530-432-X.]
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