Viaje al imperio
alemán
Brujas
«Partí de Broselas en compañía de un
cavallero, capitán del Esclusa, a quien el bastardo me avíe encomendado. E
fuemos aquel día a comer a una villa donde no fallamos vino e yo dixe que no queríe
comer fasta llegar a Brujas, donde lo fallaríamos. E él dixo que allí estava
una dueña su parienta, abadesa de un monasterio, e que embiaría a ella a saber
si lo tenía, e así lo fizo. E el abadesa embiole dezir que ella tenía asaz
vino, pero que no lo daríe si no fuese a comer con ella e levase al cavallero
de España. E fuemos allá e recibionos muy alegremente e fuemos muy bien
refrescados. E en fin del comer ella me dixo cómo avíe venido en romería a
Santiago e avíe recebido tanta honor de castellanos que no sabía en qué lo
satisfazer, e que me rogava que reposase allí algunos días e descansaría de tan
luengos caminos e que como fijo sería tratado, e yo tóvegelo en mucha merced e
tomé licencia de ella. E partimos para Brujas e llegamos a ora de viespras, e
fue a posar a un mesón que llaman del Ángel, e el capitán del Esclusa, que
viníe conmigo, fuese a su lugar e rogome que fuese allí a aver placer con él e
yo prometígelo.
Esta cibdad de Brujas es una gran ciudad muy
rica e de la mayor mercaduría que ay en el mundo, que dizen que contienden dos
lugares en mercaduría, el uno es Brujas en Flandes, en el Poniente, e Veneja,
en el Levante. Pero a mi parecer e aun lo que todos dizen, es que muy mucho
mayor mercaduría se faze en Brujas que no en Veneja. Helo por qué es esto: en
todo el Poniente no ay otra mercaduría sino en Brujas, bien que de Inglaterra
algo se faze, e allí concurren todas las naciones del mundo e dizen que día fue
que salieron del puerto de Brujas setecientas velas. Veneja es por el contrario,
que bien que muy rica sea, pero no fazen otros mercaduría en ella salvo los
naturales. Esta cibdad de Brujas es en el condado de Frandes e cabeça de él, es
gran pueblo e muy gentiles aposentamientos e muy gentiles calles, todas
pobladas de artesanos, muy gentiles iglesias e monasterios, muy buenos mesones,
muy gran regimiento así en la justicia como en lo ál. Aquí se despachan
mercadurías de Inglaterra e de Alemaña e de Bravante e de Olanda, e de Stlanda
e de Borgoña e de Picardía a aun gran parte de Francia. E este parece que es el
puerto de todas estas tierras e aquí lo traen para lo vender a los de fuera,
como si dentro de casa lo toviesen.
La gente es muy industriosa a maravilla, que
la esterilidad de la tierra lo faze, que en la tierra nace muy poco pan e vino
no ninguno, e no ay agua, que de bever sea ni fruta ninguna, e de todo el mundo
les traen todas las cosas e han grande abastamiento de ellas por levar las
obras de sus manos. E de aquí se tiran todas las mercadurías que van por el
mundo, e paños de lana e paños de ras e toda tapetería e otras muchas cosas
necessarias a los ombres, de que aquí abundosamente es fenchida. Ay en ella una
casa muy grande sobre un piélago de agua, que viene de la mar por el Esclusa. A
esta llaman la Hala, do descargan las mercadurías e fázese en esta guisa: en
aquella parte del Poniente crece la mar mucho e mengua e desde el Esclusa fasta
Brujas, que será dos leguas y media, ay una acequia grande e fonda como río e a
trechos están puestos como aguatochos de aceñas, que alçándolos entra el agua e
echándolos ni puede más ir ni más salir. E cuando la mar crece, cargan aquellos
barcos e van al Esclusa con sus mercadurías por la corriente e, cuando la mar
es llena, atapan el agua, e aquellos barcos que fueron descargan e cargan de
otra mercaduría e con aquella agua que los levó, como vacía la mar, buelven
ellos con la menguante. E así se sirven por su industria de aquel agua, que es
un gran cargo e descargo e, si lo oviesen de fazer con las bestias, sería
grandísima costa e grande empacho.
Esta cibdad de Brujas es de muy gran renta e
de gente muy rica. E pocos días avíe que se avíen rebelado contra el duque, e
aún estando él dentro, e salió fuera él e su muger e gentes, e armó contra
ellos e fízoles guerra e tomolos por fuerça e fizo en ellos un gran castigo así
en la vida como en las faziendas. Yo vi en torno de Brujas, e desde ahí al
Esclusa e en torno al Esclusa, muchos maderos altos e en ellos cabeças de
ombres fincadas. La gente desta tierra es de gran pulicía en el vestir e muy
costosa en los comeres e muy dados a toda luxuria. Dizen que en aquella Hala
avían libertad las mugeres que querían, fuese quien se pagase de ir de noche a
estar allí, e los ombres que allí ívan podían traer a quien quisiese e echarse
con ella, por condición que no se trabajase por las ver ni saber quién son, que
merecíe muerte quien tal feziese y a los combites de los baños los ombres con
las mugeres por tan honesto lo tienen como acá visitar los santuarios. E sin
duda aquí gran poder tiene la deesa de la Luxuria, pero es menester que no les
venga ombre pobre, que seríe mal recebido. E ciertamente quien gran dinero
toviese e voluntad de lo despender, bien fallaríe allí sola en aquella ciudad
lo que por todo el mundo nace. Allí vi las naranjas e las limas de Castilla,
que parece que entonces las cogen del árbol. Allí las frutas e vinos de la
Grecia, tan abondosamente como allá. Allí vi las confaciones e especerías de
Alexandría e de todo el Levante, como si allá estoviera. Allí vi las
pelleterías del mar Mayor, como si allí nacieran. Allí estava toda Italia con
sus brocados e sedas e arneses e todas las otras cosas que en ella se fazen.
Así que no ay de parte del mundo cosa donde allí no se fallase lo mejor que en
ella ay.
Avíe en aquel año que allí fui muy gran
carestía de pan. Partí de allí por ver el Esclusa, que es el puerto de la mar
de Brujas, e fui a posar con el capitán. E estando en la iglesia mayor oyendo
misa, llegó a mí una mujer e díxome que quería fablar comigo en secreto cosa
que me cumplíe. E llevome a su casa, que era cerca de aí, e mostrome dos moças
e dixo que tomase cual de ellas quisiese. E yo pregunté qué era la cabsa por
que lo fazíe. E dixo que muríe de fambre e que tantos días avíe que no comíe
sino de los pescadillos de la mar e que aquellas dos moças muríen de fambre, e
dixo cómo eran moças vírgines. E yo tomele juramento a ella y a ellas que tal
cosa no fiziesen con ninguna persona, e que el año siguiente se mostrava ya
bueno e que para ellas tres pasarían comunalmente con lo que yo les dava, e
diles seis ducados venecianos e así me partí de ellas. Esta fambre fue la mayor
que jamás fue vista e tras ella vino tan gran pestilencia que los lugares
quedavan despoblados.
E yo reposé aquí con el capitán dos días e vi
bien la tierra, que es lugar de más de mil el quinientos vecinos e muy fuerte
de muro e de fosado, e muy lleno a no caber en las posadas de gentes
estrangeras e muy grandes mercadurías. Allí fallé muchos castellanos e de otras
naciones que conocía. El puerto desta villa es muy trabajosa la entrada por los
bancos, que dizen, pero después de entrados están seguros e, como la mar finche
mucho, entra fasta la villa e a la menguante quedan muchos en seco, pero en un
sablón grande e fondo, que así están tan bien posadas como en el agua. Parece
que la mitad del mundo armó para combatir aquella villa, tan gran flota está
siempre en ella e de todo linage de navíos, así que carracas e naos e úricas de
Alemaña e galeas de Italia, e barcas e vallineres e crieles e otros muchos navíos,
según las maneras de las tierras. E allí, puesto que sean enemigos, pero cumple
que en el puerto ni en la tierra no muestren los omecillos, mas cada uno ande
derecho e seguramente faga su mercaduría, que si lo contrario feziese, seríe
muy cruelmente castigado. Allí verés todas las naciones del mundo comer en un
pesebre sin rifar. En este lugar del Esclusa estuve dos días con el capitán de
ella e bolvime a Brujas.
Gante
E partí de Brujas e fui en Picardía a una
ciudad que se llama Ras, que es del duque de Borgoña. Es muy gentil cibdad y
muy rica, mayormente destos paños de paredes e toda tapecería e, puesto que ya
en otras partes los labran, pero con todo eso bien se parece la ventaja de lo
que se faze en Ras. En esta cibdad se fizo el ayuntamiento cuando la concordia
entre el rey de Francia e el duque de Borgoña. E en esta cibdad estuve tres
días e quise pasar en Normandía por ver a Roán e de ahí a París. E era tan
grande la mortandad, que ove de dexar mi camino e bolvime a la cibdad de Brujas
en Flandes. E por cuanto yo avía puesto allí cierta moneda en el cambio, ove de
requerir a los que lo tenían e fallé que todos los mercaderes eran idos a la
feria de Anveres, que es en Bravante.
E estuve en Brujas un día e de ahí partí e fui en dos jornadas a la ciudad de Gante,
que es en el condado de Flandes. Esta es una de las grandes cibdades del mundo
en la cristiandad e muy fuerte en demasiada manera, aunque llana, pero bien
murada e buena barrera e muchos fosados por manera que ninguna gente con gran
trecho no se puede acostar en ella, muy fornida en armas e de todas artillerías
de guerra. Dizen que, según la orden que ellos tienen, que cada vecino tenga un
arnés e una lança, que ay sesenta mil ombres de armas a pie e, comoquiera que
sea o por recelo, siempre están proveídos de bastimentos, dizen ellos que para
seis años e que cada año lo renuevan. Pero agora ovieron cuestión con el duque,
su señor, e ovo de venir sobre ellos e turó el cerco gran tiempo, pero al fin
los tomó e a gran vergüenza de ellos. E dizen que los fizo salir desnudos en
camisa a demandarle perdón e que le otorgaron muchas cosas de gran sujeción, e
así se partió de ellos. Pero primero gastó asaz e perdió de los buenos que él
teníe e un fijo suyo, e micer Jaques de la Ben, que fizo armas en Castilla,
allí murió de un golpe de espingarda. Esta cibdad es muy grande e muy populosa
e muy rica por cabsa de las mercadurías, que entra el agua salada fasta ella e
entran muchos navíos. Bien avíe que dezir desta ciudad, sino por no alargar e
enojar con escritura.»
[El texto pertenece a la edición en español de Ediciones Cátedra, 2018, en
edición de Miguel Ángel Pérez Priego, pp. 283-289. ISBN: 978-84-376-3817-1.]
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