miércoles, 16 de enero de 2019

Política de la no-violencia.- Mahatma Gandhi (1869-1948)


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Sobre el ayuno
(Discurso pronunciado en Nueva Delhi, el 12 de enero de 1948)

«Una persona ayuna por motivos de salud, cumpliendo las leyes que gobiernan dicha salud, o ayuna como penitencia por el mal que ha hecho y que lamenta. En estos casos, quien ayuna no necesita creer en la no-violencia. Hay, sin embargo, un ayuno que el seguidor de la no-violencia se siente a veces impulsado a emprender como protesta contra alguna injusticia cometida por la sociedad y lo hace porque cree en la no-violencia y no tiene otra alternativa.
 Esta es la situación en la que me encuentro actualmente. Cuando, el 9 de septiembre, regresé a Delhi desde Calcuta, tenía la intención de ir al Punjab occidental. Pero no pudo ser. La alegre Delhi parecía una ciudad de muertos. Al bajar del tren observé la tristeza en todos los rostros. Incluso el Sardar (1), que nunca pierde el buen humor y la alegría, no era una excepción esta vez.
 La causa de esta situación no la conocía. Él estaba en la plataforma donde iba a recibirme y sin pérdida de tiempo me informó de los disturbios que habían tenido lugar en la metrópolis de la Unión. De inmediato comprendí que tenía que quedarme en Delhi y detener los disturbios o morir.
 Existe ahora una calma aparente, debida a la rápida acción militar y policial. Pero permanece latente una tormenta que puede estallar en cualquier momento. Para mí, esto no es el cumplimiento de mi voluntad de detener los disturbios, que es lo único que puede salvarme de la muerte, esa amiga incomparable. Anhelo una amistad de corazón entre hindúes, sijs y musulmanes. Tal amistad existía hasta hace poco tiempo pero hoy ya no existe. Nos encontramos en una situación que ningún patriota indio digno de tal nombre puede contemplar con indiferencia.
 Aunque la voz interior ha estado llamándome durante mucho tiempo, he hecho oídos sordos por miedo a que fuera la voz de Satán, es decir, la voz de mi debilidad. No quiero sentirme nunca falto de recursos. Un satyagrahi (2) no debería sentirse nunca carente de ellos. El ayuno es su último recurso en lugar de la espada (la suya o la de otros).
 No tengo ninguna respuesta que dar a los amigos musulmanes que me ven día tras día y me preguntan qué tienen que hacer. Mi impotencia ha estado atormentándome últimamente. Desaparecerá en cuanto empiece el ayuno. Lo he estado considerando mucho en los tres últimos días. La conclusión final ha brillado con fuerza y me ha hecho sentirme feliz. Ninguna persona, si es pura, tiene nada más precioso que dar que su vida. Espero y oro para que tenga en mi interior la pureza que justifique este paso. Os pido que bendigáis este esfuerzo y que oréis por mí y conmigo.
 Empezaré el ayuno mañana después de la primera comida. Su duración será indefinida y podré beber agua con o sin sales y lima ácida. Pondré fin al ayuno cuando esté convencido de que los corazones de todas las comunidades han vuelto a unirse, no por causa de alguna presión exterior, sino porque en ellos se ha despertado el sentido del deber.
 La recompensa será la recuperación del decaído prestigio de la India, y de su declinante soberanía sobre el corazón de Asia y, a través de ella, del mundo. Me duele pensar que el hecho de que la India pierda su alma significará la pérdida de la esperanza de un mundo doliente, herido y hambriento. Que ningún amigo o enemigo, si es que hay alguno, se enfurezca conmigo. Hay amigos que no creen en el método del ayuno para la sensibilización de la mente humana. Tendrán paciencia conmigo y me concederán la misma libertad de acción que reclaman para sí mismos.
 Con Dios como mi único y supremo consejero, siento que tengo que tomar la decisión sin pedir consejo a nadie más. Si he cometido un error y lo descubro, no dudaré en proclamarlo desde los tejados y desandaré el camino equivocado. Hay pocas posibilidades de que pueda hacer semejante descubrimiento. Si hay una clara indicación, y afirmo que la hay, de la voz interior, no me opondré a ella. Pido a todos que no se discuta este paso y que se apoye sin reservas. Si toda la India responde, o si al menos lo hace Delhi, el ayuno podría acabar pronto.
 Pero tanto si acaba como si se prolonga o no termina nunca, que no se adopte una actitud blanda al afrontar lo que se podría denominar como una crisis. Los críticos han censurado algunos de mis ayunos anteriores, pensando que el resultado habría sido contrario a mi postura, si no hubiera sido por la presión ejercida por los ayunos. ¿Qué valor puede tener un resultado contrario cuando el propósito es manifiestamente acertado? Un ayuno puro, llevado a cabo como un deber, tiene en sí mismo su recompensa. No me embarco en un ayuno por el resultado que pueda proporcionar. Lo hago porque tengo que hacerlo. Por eso exhorto a todos a que examinen desapasionadamente el propósito de este ayuno y me dejen morir, si tengo que hacerlo, en paz. La muerte sería para mí una liberación gloriosa, comparada con ser testigo impotente de la destrucción de la India, del hinduismo, el sijismo y el islam. Esa destrucción sucederá ciertamente si Pakistán no asegura la igualdad de estatus y la seguridad para la vida y las propiedades de todos los que profesan las diferentes religiones del mundo, y si la India no actúa del mismo modo. Entonces el islam morirá en los dos países, pero no en el mundo. Ahora bien, el hinduismo y el sijismo no tienen un mundo fuera de la India. La resistencia de aquellos que no estén de acuerdo conmigo será honrada por mí, aunque sea implacable. Que mi ayuno despierte la conciencia y no la amortigüe.
 Basta que contempléis la podredumbre que se ha establecido en la amada India y os alegraréis pensando que uno de sus humildes hijos es suficientemente fuerte y tal vez lo bastante puro para dar este paso. Si no es ninguna de estas dos cosas, no constituye más que una carga sobre la tierra. Cuanto antes desaparezca, y la atmósfera india quede libre de su peso, mejor para él y para todos los afectados.
 Rogaría a todos mis amigos que no acudan precipitadamente a la Birla House, ni traten de persuadirme, ni se preocupen por mí. Estoy en manos de Dios. Sería mejor que dirigieran la búsqueda hacia su interior, pues estamos ante un tiempo que nos pondrá a prueba a todos nosotros. Quienes permanecen en su puesto, cumpliendo con su deber diligente y correctamente, ahora más que nunca, me ayudarán a mí y a la causa de todas las maneras posibles. El ayuno es un proceso de autopurificación.»
 
 (1) Significa "jefe", en lengua gujarati.
 (2) Neologismo inventado por Gandhi, significa "insistencia en la verdad".
 
    [El texto pertenece a la edición en español de El Mundo (Ciro Ediciones), 2011, en traducción de Rubén Campos Palarea. Depósito legal: M-13077-2011.]

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