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«Tengo una tristeza de veinticuatro años y ocho mesesque en días solares medios no quiero calcularla,
pero me dura doce meses cada año
y semanalmente deviene con mi alma.
Tengo una tristeza que a velocidad de luz
trata de alcanzar su noche,
es opaca al mediodía
y fija una constelación de lágrimas sin nombre
que con el tiempo, tal vez, descubrirá la Astronomía.
Si sucediera, llamarla Melancolía
y darle la densidad y la distancia que gustéis.
Es para que lo sepáis una tristeza intransitiva / conjugada en todo tiempo,
procedente de pretéritos y orientada a los futuros. / Hoy por hoy en presente la llevo
y su diámetro es mi alma / y mi corazón su centro, de donde parten
los radios que la llevan. / Tiene un factor constante para el que los griegos
no hallaron letra y un peso cualitativo / que en cantidades tiende a cero o infinito.
Es una tristeza indivisible, / susceptible de potenciarse al cubo
teniendo en cuenta que el volumen en que vive es de hombre.
Y teniendo en cuenta su peso específico, / su cualidad de mercurio incesante,
el punto en el que hierve / y la profundidad a que se encuentra, es implacable.
Es una tristeza que vive en esta cárcel / de 24 años, ocho meses y un día
y hay que darle tiempo para que muera, / para que planetariamente ronde el sol de su recuerdo,
para que tenga meteoritos y juegue con Saturno / a alimentarse de sus hijos.
Y hay que darle tiempo para que se sepa su sustancia / y la estudien los niños en la escuela,
y los doctores la hagan tesis, / y los laboratorios la analicen para hacer tristezas más pequeñas.
Tengo una tristeza existencial que tiene su raíz / en haber nacido para muerto.
Me temo que es una tristeza contagiosa y sin remedio.
52
No sé qué son las cosas que me pasan. / Ahora puntualmente son las once en la tristezay vivo, lloro el tiempo memorable.
Tú estuviste hace un rato en esta parte de la lluvia, / he mirado a donde estabas
y sólo te oigo callar pues te has marchado.
Tu presencia se me desclava con dolor; / tu ausencia me hiere en el costado.
Y voy y abro tu recuerdo al mirto del alma, / al laurel contrito del corazón.
Tu claridad me inunda esta apertura / con formas dibujadas, con colores de ternura
-¡oh riada de Dios, oh buenos días, / oh ángel en promontorio de luz,
el aire encantante asciende insentido!
Tu vida es un instante del metal más puro, / una amplitud redonda, un perdón amplio,
una ternura dorada. Huelen las rosas, / suena el tacto. Mi ser empieza
a comprender esa libertad que da la limpieza, / ferviente de unidad, de exactitud, de orden,
mi corazón es esencial, él es tu nombre.
Mas cuando me recuerdo que recuerdo, / no sé qué son las cosas que me pasan.
53
Me visto de puro dramático, he de deciros, / contra las últimas consecuencias de mi vida.Salgo a tropezarme con realidades, / a confrontarme en las caídas
y en la actitud que puedo, humanamente me levanto.
Ínfimo me pongo y considero / que he nacido para muerto
-vengo a dar en la tristeza / y a veces salto con la alegría que me queda.
Multicolor, también he de deciros, / me expreso de paisaje
y me emociona el templo, el sauce, el río.
Cuando me canso, duermo. / Luego, he aquí que despierto,
he aquí que entonces bebo vino, / he ahí, mi vaso está vacío.
55
Tengo un dolor que acaba de sentirse. / Tengo una luz de oscuridad entre mis ojos.Yo soy un hombre que se disculpa de sus huesos, / se conforma con sus tibias,
y se arrincona en tardes memorables.
Tengo la gravedad que me confiere mi peso / y entre mis vísceras un grito precursor del poniente.
He aquí que dramatizando me contento, / he aquí que cumplo con mi misión mortal
y abro el paraguas para parar la lluvia del silencio. / Y en la penumbra de mis voces, he aquí
que otorgo amor y odio / con mi pulpo de ocho brazos, de cuatro a cuatro.
Hace días que me ausentan las memorias. / Hace años que me acomplejan los recuerdos.
Hace casas que he pasado por la vida. / Hace muertos que me estrechan funerarios.»
[Los poemas pertenecen a la colección "Poemas" de Zaragoza. Depósito Legal: Z-275-64.]
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