Capítulo XXVII: Jesús habla de la ofrenda ante el altar, cuando se tiene deuda pendiente
«Y cuando lleves tu oferta al altar y recuerdes que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu oferta ante el altar y ve a reconciliarte primero con tu hermano.
Y entonces vuelve y ofrece tu presente.
Reconcíliate pronto con tu adversario, cuando vayas con él por el camino.
Porque no acontezca que el adversario te lleve al juez, y el juez al alguacil y seas puesto en prisión.
Que, en verdad te digo, que no saldrás de allí hasta no haber pagado el último cuadrante.
Capítulo XXVIII: Jesús condena el adulterio y la concupiscencia
Oísteis que fue dicho a los antiguos: No adulterarás.
Mas yo os digo que cualquiera que mire a una mujer con concupiscencia, ya adulteró con ella en su corazón.
Y si tu ojo derecho pudiera serte causa de escándalo, sácatelo.
Porque vale más que perezca un solo miembro tuyo que no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.
Y si tu mano derecha te fuese causa de escándalo, córtatela, y échala fuera de ti.
Porque es mejor que se pierda uno de tus miembros que no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno.
[...]
Capítulo XXX: Jesús condena el perjurio y el juramento
Oísteis que fue dicho a los antiguos: No perjuraréis.Sino que cumplirás tus juramentos al Señor.
Mas yo os digo: No juréis nunca.
Ni por el cielo, que es el trono de Dios, ni por la tierra, que es el escabel de sus pies.
Ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran rey.
Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes de uno de tus cabellos blancos hacer uno negro.
Y no sea vuestro hablar más que: Sí, sí; y: No, no.
Porque lo que exceda de esto malo es.
Capítulo XXXI: Jesús condena la ley del talión
Oísteis que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente.Mas yo os digo: No resistáis al mal.
Y al que te golpeare la mejilla derecha, preséntale también la otra.
Y al que quisiera llevarte a juicio para quitarte tu ropa, dale también el manto.
Y al que te hiciera andar cargado durante mil pasos, acompáñalo dos mil.
Al que te pidiere, dale. Y al que te tomare prestado, no se lo vuelvas a pedir.
Haced con los hombres lo que quisierais que ellos hicieran con vosotros.
Capítulo XXXII: Jesús ordena a sus discípulos devolver bien por mal
Oísteis que se dijo a los antiguos: Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo.Mas yo os digo: Amad a vuestros enemigos.
Bendecid a los que os odian y orad por los que os persiguen y os calumnian.
Para que seáis hijos de vuestro Padre, que está en los cielos.
Porque él hace salir el sol para malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos.
Porque, si amáis a quienes os aman, ¿qué recompensa mereceréis?
¿No hacen también lo mismo los publicanos?
Y si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué gracia tendréis? ¿No hacen acaso igual los pecadores?
Y si prestáis a quienes os lo puede devolver, ¿qué mérito hacéis con ello?
Porque también los pecadores hacen lo mismo, para recibir otro tanto.
¿Qué hacéis de más deseando salud a los que os la desean?
Así que habéis de hacer el bien a vuestros enemigos y amarlos.
Y prestar sin esperar nada por ello.
Y grande será así vuestro galardón.
Porque seréis hijos del Altísimo, que es benigno para los malos e ingratos.
Sed misericordiosos porque vuestro Padre es misericordioso.
Procurad sed perfectos, como lo es vuestro Padre celestial.
Capítulo XXXIII: Jesús exhorta a hacer limosnas recatadamente
No hagáis vuestra justicia ante los hombres, para ser vistos por ellos.Porque entonces no tendréis gracia ante vuestro Padre, que está en los cielos.
Y cuando repartas limosnas, no hagas sonar trompetas ante ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y plazas.
Porque lo hacen para ser honrados de los hombres.
Y os digo en verdad que ya recibirán su merecido.
De modo que cuando hagas limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace tu mano derecha.
Para que tu limosna sea en secreto, porque tu Padre ve en secreto y él te recompensará.»
[Los fragmentos pertenecen a la edición en español de Ediciones Orbis, en traducción de Edmundo González-Blanco. ISBN: 84-7657-004-2.]
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