martes, 1 de septiembre de 2015

"Tratado del Primer Principio".- Duns Scoto (1266-1308)


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Capítulo IV: De la simplicidad, la infinitud y la intelectualidad del primer ente

"Undécima conclusión. Es decir, que Tú eres el único Dios fuera del cual no hay otro, tal como has dicho por el profeta.
 Para mostrarla, creo que no falta una razón. Para esta conclusión propongo cinco proposiciones, probada cualquiera de las cuales se infiere la conclusión principal propuesta.
 La primera es: un intelecto infinito es solamente el único en número.
 La segunda: una voluntad infinita es única en número.
 Tercera: una potencia infinita es única en número.
 Cuarta: un ser necesario es único en número.
 Quinta: sólo hay una única bondad infinita.
 Es evidente que de una cualquiera de estas proposiciones se deduce la conclusión propuesta. Se prueban en orden.
 En primer lugar la primera: un entendimiento infinito lo entiende todo del modo más perfecto, es decir, en cuanto es inteligible; y en el entender no depende de ningún otro, porque no sería infinito. Si hubiera dos intelectos infinitos, sean A y B, en cada uno de ellos independientemente faltará una intelección perfecta. Pues A, si entiende a B por B, dependerá en el inteligir al B del mismo B como un acto de su objeto cuando no es lo mismo. Pero si A mismo entiende a B y no por B, no entenderá a B tan perfectamente como B es inteligible; porque nada es más perfectamente presente si no es o en sí o en algo que lo contiene de modo eminentísimo. Pero A no contiene en sí a B. Si dices que es similar, digo contra eso: el conocimiento por lo que es similar es sólo un conocimiento en universal, en cuanto que los objetos son asimilados, y por un conocimiento así no serían conocidos los objetos por las características propias que los distinguen. Además, este conocimiento en universal no es intuitivo sino abstractivo; y el conocimiento intuitivo es más perfecto. Además: el mismo acto no tiene dos objetos adecuados; A es el objeto adecuado de aquel intelecto; luego no entiende a B.
 En segundo lugar se prueba la proposición de la voluntad infinita: ella ama el sumo bien amable; pero A no ama sumamente a B, porque naturalmente se ama más a sí (por lo tanto, similarmente por voluntad libre y recta se ama a sí) y porque sería feliz en B, destruido el cual no sería menos feliz. Por lo tanto, es imposible que el mismo ser sea capaz de hacerse feliz en dos objetos; esto se sigue de las doctrinas establecidas; porque A no usa este B; por lo tanto, disfruta; luego en él es feliz A.
 La tercera proposición referente a la potencia infinita se prueba así: si hubiese dos potencias infinitas, cada una de ellas sería primera con respecto a las mismas cosas, porque la dependencia esencial se refiere a la naturaleza e igualmente a todo en la naturaleza. Las mismas cosas no pueden depender de dos primeros (según la conclusión decimosexta del tercer capítulo), luego una pluralidad de principados no es buena, porque o es imposible o cada uno de los príncipes estará disminuido y será parcialmente principiante; y entonces habremos de preguntarnos en virtud de qué están unidos en el principiando.
 La cuarta proposición, sobre el ser necesario, se prueba así: la especie multiplicable es multiplicable por sí infinitamente; por lo tanto, si un ser necesario puede multiplicarse podrá haber una infinidad de seres necesarios; luego los habría, puesto que si un ser necesario no es, no puede ser.
 La quinta, del bien, se muestra así: muchas cosas buena son mejor que una cuando una añade bondad a otra; nada hay mejor que un bien infinito. Según esto, se argumenta así: toda voluntad se satisface completamente en el único bien infinito; pero si hubiera otro, la voluntad podría desear uno más bien que otro; luego no estaría satisfecha completamente en el único sumo bien.
 Podrían aducirse otras razones, pero por ahora basta lo dicho.
 ¡Señor, Dios nuestro! Tú eres uno naturalmente. Tú eres uno numeralmente. Dijiste en verdad que fuera de Ti no hay Dios. Pues aunque haya muchos dioses nominalmente o en opinión, Tú eres el único por naturaleza. Tú eres el verdadero Dios, del que provienen todas las cosas, en quien están todas y por el cual son todas, que eres bendecido por los siglos. Amén."
 

2 comentarios:

  1. Es lo problema de los universales, si mal no entiendo. Los franciscanos eran nominalistas, creo recordar. Sin embargo, Scotiabank guarda para Dios el realismo sustancialista. El universale concretum !

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    1. Los franciscanos éramos del realismo moderado. Pero en el seno de la escuela franciscana, posteriormente, encabezados por Guillermo de Ockham se inclinó más por el nominalismo.

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