jueves, 30 de junio de 2016

"Cartas sobre educación infantil".- Johann Heinrich Pestalozzi (1746-1827)


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"4 de febrero de 1819

 
Mi querido Greaves:
 Si la educación es comprendida como el trabajo, no de un cierto número de ejercicios resumidos en momentos determinados, sino como una vigilancia y dirección continuas y benévolas; si la importancia del desenvolvimiento se reconoce no solamente en favor de la memoria y del intelecto y de unas cuantas habilidades que llevan a adquisiciones indispensables, sino en favor de todas las facultades, cualquiera que pueda ser el nombre o la naturaleza y energía con que la Providencia la haya implantado; su esfera, ampliada así, será no obstante observada con menos dificultad desde un punto de vista y tendrá un carácter más sistemático y verdaderamente filosófico, que una masa incoherente de ejercicios, combinada sin unidad de principios y desenvuelta sin interés, que es lo que suele recibir frecuentemente y no con mucha propiedad, el nombre de educación.
 Debemos tener presente que el fin último de la educación no es la perfección en las tareas de la escuela, sino la preparación para la vida; no la adquisición de hábitos de obediencia ciega y de diligencia prescrita, sino una preparación para la acción independiente. Debemos tener en cuenta que cualquiera que sea la clase social a que un discípulo pueda pertenecer y cualquiera que sea su vocación, hay ciertas facultades en la naturaleza humana, que son comunes a todos y que constituyen el caudal de las energías fundamentales del hombre. No tenemos derecho a privar a nadie de las oportunidades para desenvolver todas estas facultades. Puede ser discreto tratar alguna de ellas con marcada atención y abrigar la idea de llevar otras a su más alta perfección. La diversidad de talentos e inclinaciones, de planes y de aspiraciones, es una prueba suficiente de la necesidad de tal distinción. Pero, repito que no tenemos derecho a impedir al niño el desenvolvimiento de aquellas otras facultades que en el presente no podamos concebir como muy esenciales para su futura vocación o situación en la vida.
 ¿Quién no está familiarizado con las vicisitudes de la fortuna humana que han hecho con frecuencia eficaces adquisiciones que estimábamos poco o que han hecho lamentable la falta de un ejercicio que habíamos tratado con hostilidad? ¿Quién no ha experimentado en una u otra ocasión la satisfacción de ser capaz de favorecer a otros con nuestro consejo o nuestra asistencia en circunstancias en que por su interferencia, pudieron ser privados de este beneficio? Y aun cuando en la práctica no le haya ocurrido, ¿quién, por lo menos en teoría, no reconoce que la mayor satisfacción que el hombre puede obtener es la de estar preeminentemente capacitado para hacerse útil?
 Pero aun cuando todo esto no mereciera atención y aun cuando se recabase la suficiencia de las adquisiciones ordinarias para la gran mayoría, sobre el fundamento, quizá, de la experiencia parcial y de la inferencia de hechos bien conocidos, yo seguiría sosteniendo, sin embargo, que nuestros sistemas de educación han labrado en su mayor parte sobre el inconveniente de no asignar la debida proporción a los ejercicios que proponen.
 La única idea correcta de esta materia ha de derivarse del examen de la naturaleza humana con todas sus facultades. No encontramos en el reino vegetal o animal ninguna especie de objetos dotados de ciertas cualidades que no hayan sido puestas en juego en alguna etapa de su existencia y que no contribuyan al pleno desenvolvimiento del carácter de las especies en el individuo. Aun en el reino animal las maravillas de la Providencia se han manifestado incesantemente en las innumerables combinaciones de cristalización; y así, aun en los estratos inferiores de las cosas creadas, hasta donde las conocemos, una ley constante, los medios empleados por la Inteligencia Suprema decide respecto de la formación, el contorno y el carácter individual de un mineral según sus propiedades inherentes. Aun cuando las circunstancias en que un mineral puede haberse formado, o una planta puede haber crecido, o un animal puede haber sido influido y modificado, nunca puede destruirse el resultado que se produzca con la actuación combinada de sus energías y cualidades naturales.
 Así, la educación en vez de considerar meramente lo que hay que proporcionar al niño, debe considerar primeramente lo que puede decirse que ya posee si no como una cosa desenvuelta, al menos como una facultad implicada capaz de desenvolverse. O si, en vez de hablar de este modo, en abstracto, recordamos que es al gran Autor de la vida al que el hombre debe la posesión y la responsabilidad del uso de sus facultades innatas, la educación no debería decidir solamente lo que ha de hacerse de un niño, sino inquirir más bien para qué está el niño calificado, cuál sea su destino, como ser creado y responsable, cuáles son sus facultades como ser racional y moral, cuáles son los medios señalados para su perfeccionamiento y para el fin propuesto por el Padre Todopoderoso como los objetos más elevados de sus esfuerzos lo mismo en la creación que en las páginas de la revelación.
 Las respuestas a estas cuestiones deben ser simples y comprensivas. Deben abarcar toda la humanidad y ser aplicables a todos sin distinción de zonas o de naciones en que puedan haber nacido. Deben reconocer, en primer lugar, los derechos del hombre, en el pleno sentido de la palabra. Deben mostrar que estos derechos, lejos de confinarse a aquellas ventajas exteriores que se han asegurado de vez en cuando por una victoria del pueblo, abraza un privilegio mucho más elevado cuya naturaleza no ha sido generalmente comprendida ni apreciada. Abraza la justa aspiración de todas las clases a una difusión general de los conocimientos útiles, a un cuidadoso desenvolvimiento del intelecto y a una juiciosa atención a todas las facultades del hombre, físicas, intelectuales y morales.
 En vano se habla de libertad, cuando el hombre está enervado o su espíritu no está provisto de conocimiento o se ha olvidado su raciocinio; y, sobre todo, cuando se le mantiene inconsciente de sus derechos y deberes como un ser moral".
 

miércoles, 29 de junio de 2016

"Sonetos".- Luis de Góngora (1561-1627)


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  Contra una dama que en vida de su marido vivió licenciosamente

 "Por niñear, un picarillo tierno,
hurón de faltriqueras, subtil caza,
a la cola de un perro ató por maza
(con perdón de los clérigos) un cuerno.

El triste perrinchón en el gobierno
de una tan gran carroza se embaraza;
grítale el pueblo, haciendo de la plaza
(si allá se alegran) un alegre infierno.

Llegó en esto una viuda mesurada,
que entre los signos, ya que no en la gloria,
tiene a su esposo, y dijo: "Es gran bajeza

que un gozque arrastre así una ejecutoria
que ha obedecido tanta gente honrada,
y se la ha puesto sobre su cabeza."


Duélete de esa puente, Manzanares
 
 Duélete de esa puente, Manzanares;
mira que dice por ahí la gente
que no eres río para media puente,
y que ella es puente para muchos mares.

Hoy, arrogante, te ha brotado a pares
húmedas crestas tu soberbia frente,
y ayer me dijo humilde tu corriente
que eran de marzo los caniculares.

Por el alma de aquél que ha pretendido
con cuatro onzas de agua de chicoria
purgar la villa y darte lo purgado,

me dí, ¿cómo has menguado y has crecido?
¿Cómo ayer te vi en pena y hoy en gloria?
-Bebióme un asno ayer y hoy me ha meado.


 Sobre la Corte

Grandes más que elefantes y que abadas,
títulos liberales como rocas,
gentiles hombres, sólo de sus bocas,
illustri cavaglier, llaves doradas;

hábitos, capas digo remendadas,
damas de haz y envés, viudas sin tocas,
carrozas de ocho bestias y aun son pocas
con las que tiran y que son tiradas;

catarriberas, ánimas en pena,
con Bártulos y Abades la milicia,
y los derechos con espada y daga;

casas y pechos, todo a la malicia;
lodos con perejil y yerbabuena:
esto es la Corte. ¡Buena pro les haga!"

*******************
 
 En los siguientes enlaces puedes oír estos sonetos: "Duélete de esa puente, Manzanares"; "Sobre la Corte;

martes, 28 de junio de 2016

"El genio alegre".- Serafín (1871-1938) y Joaquín Álvarez Quintero (1873-1944)


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Acto tercero

 "Consolación: Lo que precisa es que usted y yo nos digamos las verdades claras. Vamos a ver: ¿qué motivos tiene usted para irse? ¿Qué ventolera es ésa?
 Don Eligio: El caso es que... hecha así la pregunta...
 Consolación: ¿Le ha molestado a usted quizá que llene el patio de macetas?
 Don Eligio: ¡Oh! ¡Por Dios!... Eso, nunca... nunca... ¿A santo de qué?
 Consolación: Naturalmente. Las macetas a nadie estorban, alegran la vista., perfuman el aire... Entonces, ¿qué le contraría: que la fuente corra, que suene el surtidor?
 Don Eligio: Menos aún... Corra el surtidor en buena hora.
 Consolación: Buscaremos otro pecado. ¿Es quizá la canariera que he puesto arriba lo que subleva a usted?
 Don Eligio: ¿La canariera? ¿Me lo pregunta usted en serio?
 Consolación: Ya veo que no es la canariera. A otra cosa: ¿es el loro?
 Don Eligio: El loro es harina de otro costal. No por el ave en sí, sino por las lecciones que aprende.
 Consolación: Le advierto a usted, y hasta se lo juro, que yo no soy quien le ha enseñado a decir: "¡Que baile don Eligio!"
 Don Eligio: ¿Que baile don Eligio? Pero, ¿dice el loro tal cosa? ¡No lo dirá más de una vez en presencia mía! ¡Eso es una burla que no se puede tolerar! Mas ya comprenderá usted, señorita, que son razones de mayor entidad las que me han impulsado a despedirme.
 Consolación: ¿Luego las hay?
 Don Eligio: Confieso que las hay.
 Consolación: Seguiremos buscándolas con un candil. ¿Acaso es una que yo reciba en este palacio a los pobres que vienen a verme? (Don Eligio tuerce un poco el gesto.) Eso podrá parecerle mal a la gente frívola, a la gente que vive de la etiqueta y de la farsa; pero un hombre todo corazón, como usted, no es posible que desapruebe que trate yo con bondad y cariño a los que sufren, a los que necesitan...
 Don Eligio: No pinta usted más que un lado agradable de las cosas...
 Consolación: Y si las cosas tienen un lado que es agradable, ¿a qué se han de mirar por ningún otro? Pero, ¡tonta de mí! Ya caigo en lo que ha sacado a usted de sus casillas. Lo del teatrito.
 Don Eligio: Lo del teatrito...
 Consolación: Lo del teatrito por fuerza lo ha entendido usted mal. ¿Usted se figura que en ese tablado se van a bailar tangos y peteneras?
 Don Eligio: ¡Presumo que no!
 Consolación: Y cuidado que a mí las peteneras me gustan. Y aun las bailo. Este teatrito no será más que un recreo casi inocente... agradable, culto... Lo primero que he pensado yo es que, comedia que se represente, comedia que usted ha de elegir.
 Don Eligio: ¿Ha pensado usted eso?
 Consolación: ¡Pues claro! ¿Quién mejor que usted, que tanto sabe y tanto ha leído? Porque yo le hago la justicia de creer que no será usted de los que cierran abiertamente contra el teatro.
 Don Eligio: No en mis días. El teatro es lugar de honesto esparcimiento, a la vez que de provechosa enseñanza.
 Consolación: ¡Muy bien! ¿Ve usted como no peleamos? Pues usted será el que lleve la voz cantante en el de casa. Y si quiere, para la primera función, elige una comedia de un religioso. Por ejemplo, de Tirso de Molina. ¿No era fraile Tirso de Molina?
 Don Eligio: Sí, sí, pero... Tirso de Molina... Ya maduraremos ese asunto. Porque, a pesar de que era fraile... es más verde que un apio.
 Consolación: Quien dice Tirso de Molina dice Lope de Vega... ¿No era cura?
 Don Eligio: Sí..., sí, era cura... pero era un cura muy especial.
 Consolación: ¿Muy especial? Pues, ¿qué especialidad tenía?
 Don Eligio: Dejemos ahora eso... Es cosa que debe meditarse muy mucho".  

lunes, 27 de junio de 2016

"Obras incompletas".- Gloria Fuertes (1917-1998)


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  Nunca terminaré de amarte

 "Y de lo que me alegro
es de que esta labor tan empezada,
este trajín humano de quererte,
no le voy a acabar en esta vida;
nunca terminaré de amarte.
Guardo para el final las dos puntadas,
te-quiero he de coser cuando me muera
e iré donde me lleven tan tranquila,
me sentaré a la sombra con tus manos
y seguiré bordándote lo mismo.
El asombro de Dios seré, su orgullo,
de verme tan constante en mi trabajo.

Oración

 Anda, pasa.
Pasa, anda,
no tengo más remedio que admitirte.
Tú eres el que viene cuando todos se van,
el que se queda cuando todos se marchan,
el que cuando todo se apaga, se enciende.
El que nunca falta.
Mírame aquí,
sentada en una silla, dibujando...
Todos se van, apenas se entretienen.
Haz que me acostumbre a las cosas de abajo.
Dame la salvadora indiferencia,
haz un milagro más,
dame la risa,
¡hazme payaso, Dios, hazme payaso!

No sé por qué me quejo

No sé por qué me quejo porque al fin estoy sola.
Y el placer de tirar la ceniza en el suelo, sin que nadie te riña.
Y untar pan en la salsa
y beberse los posos
y limpiarse la boca con el dorso de la mano,
cantar al vagabundo porque al fin fue valiente,
ir matando los besos como si fueran piojos,
beber blanco,
pronunciar ciertas frases,
decir ciertas palabras,
exponerte a que un día te borren de la nómina...
No debiera estar seria
pues vivo como quiero,
sólo que a veces tengo
un leve sarpullido".

domingo, 26 de junio de 2016

"Ética demostrada según el orden geométrico".- Baruch Spinoza (1632-1677)


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Parte primera: de Dios.

 "Definiciones:
 
 I.-Por causa de sí entiendo aquello cuya esencia implica la existencia o, lo que es lo mismo, aquello cuya naturaleza sólo puede concebirse como existente.
 II.-Se llama finita en su género aquella cosa que puede ser limitada por otra de su misma naturaleza. Por ejemplo, se dice que es finito un cuerpo porque concebimos siempre otro mayor. De igual modo, un pensamiento es limitado por otro pensamiento. Pero un cuerpo no es limitado por un pensamiento, ni un pensamiento por un cuerpo.
 III.-Por substancia entiendo aquello que es en sí y se concibe por sí, esto es, aquello cuyo concepto, para formarse, no precisa del concepto de otra cosa.
 IV.-Por atributo entiendo aquello que el entendimiento percibe de una substancia como constitutivo de la esencia de la misma.
 V.-Por modo entiendo las afecciones de una substancia, o sea, aquello que es en otra cosa, por medio de la cual es también concebido.
 VI.-Por Dios entiendo un ser absolutamente infinito, esto es, una substancia que consta de infinitos atributos, cada uno de los cuales expresa una esencia eterna e infinita.
 Explicación: digo absolutamente infinito, y no en su género; pues de aquello que es meramente infinito en su género podemos negar infinitos atributos, mientras que a la esencia de lo que es absolutamente infinito pertenece todo cuanto expresa su esencia, y no implica negación alguna.
 VII.-Se llama libre a aquella cosa que existe en virtud de la sola necesidad de su naturaleza y es determinada por sí sola a obrar; y necesaria, o mejor compelida, a la que es determinada por otra cosa a existir y operar, de cierta y determinada manera.
 VIII.-Por eternidad entiendo la existencia misma, en cuanto se la concibe como siguiéndose necesariamente de la sola definición de una cosa eterna.
 Explicación: en efecto, tal existencia se concibe como una verdad eterna, como si se tratase de la esencia de la cosa y por eso no puede explicarse por la duración o el tiempo aunque se piense la duración como careciendo de principio y fin.
 
Axiomas:
 
 I.-Todo lo que es o es en sí o en otra cosa.
 II.-Lo que no puede concebirse por medio de otra cosa, debe concebirse por sí.
 III.-De una determinada causa dada se sigue necesariamente un efecto y, por el contrario, si no se da causa alguna determinada es imposible que un efecto se siga.
 IV.-El conocimiento del efecto depende del conocimiento de la causa, y lo implica.
 V.-Las cosas que no tienen nada en común una con otra tampoco pueden entenderse una por otra, esto es, el concepto de una de ellas no implica el concepto de la otra.
 VI.-Una idea verdadera debe ser conforme a lo ideado por ella.
 VII.-La esencia de todo lo que puede concebirse como no existente no implica la existencia". 

sábado, 25 de junio de 2016

"El Pesanervios".- Antonin Artaud (1896-1948)

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 Carta matrimonial

 "Cada una de tus cartas enriquece sobre la incomprensión y la cerrazón de las precedentes, como todas las mujeres juzgas con tu sexo, no con tu pensamiento. ¡Preocuparme yo ante tus razones! ¡Tú te ríes! Pero lo que sí me exasperaba era ver que uno de mis razonamientos te había llevado a la evidencia, verte aferrándote a razones que hacían tabla rasa con mis razonamientos.
 Todos tus razonamientos y tus discusiones infinitas no harán que sepas algo de mi vida y que me juzgues sobre una (pequeña) parte de ella. No debería tener ni siquiera necesidad de justificarme ante ti, si solamente fueras tú misma, una mujer razonable y equilibrada, pero estás enloquecida por tu imaginación, por una acusada sensibilidad que te impide considerar de frente la verdad. Toda discusión es imposible contigo, no tengo más que una cosa que decirte: siempre he tenido esta confusión de espíritu, este aplastamiento del cuerpo y del alma, esta contracción de todos mis nervios, en períodos más o menos cercanos; y si tú me hubieses visto hace algunos años, antes de que hubiese podido ser sospechoso de la costumbre de tú me reprochas, no te extrañarías ahora de la reaparición de esos fenómenos. Si estás convencida, si sientes que su vuelta se debe a ellos, evidentemente no hay nada que decir, no se lucha contra un sentimiento.
 De cualquier forma, no puedo contar más contigo en mi aflicción ya que te niegas a preocuparte de lo que más me atañe: mi alma. Siempre me has juzgado por mi apariencia exterior, como hacen todas las mujeres, como hacen todos los idiotas, cuando es mi espíritu interior el que más destrozado está, el más arruinado; y eso no puedo perdonártelo porque los dos, desgraciadamente para mí, no siempre coinciden. Y sobre todo, te prohíbo volver sobre ello.

 Segunda carta matrimonial

 Necesito a mi lado una mujer sencilla y equilibrada, cuya alma inquieta y confusa no alimente sin cesar mi desesperación. Estos últimos tiempos te veía siempre con un sentimiento de miedo y malestar. Sé muy bien que es tu amor el que crea tus inquietudes por mí,  pero es tu alma enferma y anormal como la mía la que exaspera esas inquietudes y te arruina la sangre. No quiero vivir a tu lado en el temor.
 Además necesito una mujer que sea únicamente mía y que pueda encontrar siempre en mi casa. Estoy desesperado de soledad. No puedo llegar por la noche solo a una habitación y sin ninguna de las necesidades de la vida a mi alcance. Necesito un hogar y lo necesito pronto y una mujer que se ocupe de mí, soy incapaz de ocuparme de nada, que se ocupe hasta de las cosas más pequeñas. Una artista como tú tiene su vida y no puede hacer eso. Todo lo que te digo es de un feroz egoísmo, pero es así.
 No es necesario que esa mujer sea ni siquiera bonita, tampoco que sea una inteligencia excesiva, ni que reflexione demasiado. Me basta con que esté unida a mí.
 Pienso que apreciarás la gran franqueza con que te hablo y que me darás la prueba de inteligencia siguiente: comprender que todo lo que te digo no mengua el intenso cariño, el inextirpable sentimiento de amor que tengo y tendré inalienablemente por ti, pero ese sentimiento no tiene nada que ver con la corriente ordinaria de la vida. Y la vida hay que vivirla. Hay demasiadas cosas que me unen a ti para que te pida romper, te pido solamente cambiar nuestras relaciones, hacernos cada uno una vida diferente pero que no nos desuna". 

viernes, 24 de junio de 2016

"Hojas de hierba".- Walt Whitman (1819-1892)


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  Canto el cuadrado divino

 1
 "Canto el cuadrado divino, avanzo desde el Único, desde los lados,
desde lo viejo y lo nuevo, desde el cuadrado enteramente divino,
sólido de cuatro lados (todos los lados necesarios), desde este lado soy Jehová,
soy el viejo Brahma y soy Saturno;
el Tiempo no me afecta -yo soy el Tiempo, y soy viejo y soy tan moderno
             como otro cualquiera,
irreductible, inflexible, ejecuto sentencias rigurosas,
mientras que la Tierra, el Padre, el viejo Cronos de tez tostada, con sus leyes,
incalculablemente viejo, mas siempre nuevo, rueda eternamente con esas leyes incontrastables,
inexorable, no perdono a hombre alguno -quien peca, muere- he de quitarle la vida a ese hombre;
por tanto, que nadie espere misericordia -¿tienen misericordia las estaciones, la gravitación, los días
                   en su sucesión?- pues yo tampoco la tengo,
mas como las estaciones y la gravitación, y como los días en su sucesión, que no perdonan,
doy por mi parte sentencias inexorables sin el menor remordimiento.

 2
Consolador, amantísimo, soy el prometido; avanzo,
con la mano acariciadora extendida: soy el más poderoso Dios,
anunciado por los profetas y poetas en sus profecías y poemas más elevados,
de este lado, ¡mirad!, contempla Cristo Señor -¡mirad!, yo soy Hermes- ¡mirad!, mi rostro es el de
                     Hércules,
todo dolor, trabajo, padecimiento, hallan correspondencia y son absorbidas en mi ser.
 
Muchas veces he sido rechazado, vejado, encarcelado y crucificado, y lo seré muchas veces más,
he abandonado el mundo todo por mis amados hermanos y hermanas, por el alma,
he visitado los hogares de los hombres ricos y pobres, con el beso del amor,
porque soy el amor, soy el Dios que trae la alegría, con la esperanza y la caridad que a todos alcanza,
con palabras de indulgencia para los niños, con palabras mías, lozanas y prudentes,
paso cerca de los jóvenes y de los fuertes, sabiendo bien que estoy destinado a una muerte temprana;
pero mi caridad es inmortal -mi sabiduría no muere ni temprano ni tarde,
y mi dulce amor, que dejo aquí y en otras partes, nunca muere.

 3
Señero, insatisfecho, conspiro para la rebelión,
camarada de los criminales, hermano de los esclavos,
astuto, despreciado, ganapán, ignorante,
paria de semblante triste, negro, pero en lo profundo de mi corazón tan altivo como el que más,
levantado ahora y siempre contra quienquiera que, menospreciándome, pretenda gobernarme,
malhumorado, lleno de ardides, cargado de recuerdos, caviloso, con muchas tretas
(aunque han creído que he sido derrotado y rechazado, y acabadas mis tretas: pero eso no sucederá
                  jamás),
altanero, yo, Satanás, vivo aún, pronuncio aún palabras, me aparezco en los países nuevos (y también
                en los países viejos),
de mi bando, soy el que permanece aquí, agresivo, igual a otro cualquiera, tan real como otro
                cualquiera,
ni el tiempo ni su mudanza alterarán jamás mi ser ni mis palabras".

jueves, 23 de junio de 2016

"Si esto es un hombre".- Primo Levi (1919-1987)


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  Los hundidos y los salvados

 "Ésta, de la que hemos hablado y hablaremos, es la vida ambigua del Lager [campo de concentración]. De esta manera, dura, estrujados contra el fondo, han vivido muchos hombres de nuestros días, pero todos durante un tiempo relativamente breve; por lo que quizás sea posible preguntarse si realmente merece la pena, y si está bien, que de esta excepcional condición humana quede cualquier clase de recuerdo.
 A esta pregunta estoy inclinado a responder afirmativamente. En efecto, estoy persuadido de que ninguna experiencia humana carece de sentido ni es indigna de análisis, y de que, por el contrario, hay valores fundamentales, aunque no siempre positivos, que se pueden deducir de este mundo particular del que estamos hablando. Querría hacer considerar de qué manera el Lager ha sido, también y notoriamente, una gigantesca experiencia biológica y social.
 Enciérrense tras la alambrada de púas a millares de individuos diferentes en edades, estado, origen, lengua, cultura y costumbres, y sean sometidos aquí a un régimen de vida constante, controlable, idéntico para todos y por debajo de todas las necesidades; es cuanto de más riguroso habría podido organizar un estudioso para establecer qué es esencial y qué es accesorio en el comportamiento del animal-hombre frente a la lucha por la vida.
 No creo en la más fácil y obvia deducción: que el hombre es fundamentalmente brutal, egoísta y estúpido tal y como se comporta cuando toda superestructura civil es eliminada, y que el Häftling [prisionero] no es más que el hombre sin inhibiciones. Pienso más bien que, en cuanto a esto, tan sólo se puede concluir que, frente a la necesidad y el malestar físico oprimente, muchas costumbres e instintos sociales son reducidos al silencio.
 Me parece, en cambio, digno de atención este hecho: queda claro que hay entre los hombres dos categorías particularmente bien distintas: los salvados y los hundidos. Otras parejas de contrarios (los buenos y los malos, los sabios y los tontos, los cobardes y los valientes, los desgraciados y los afortunados) son bastante menos definidas, parecen menos congénitas y, sobre todo, admiten gradaciones intermedias más numerosas y complejas.
 Esta división es mucho menos evidente en la vida común; en ésta no sucede con frecuencia que un hombre se pierda, porque normalmente el hombre no está solo y, en sus altibajos, está unido al destino de sus vecinos; por lo que es excepcional que alguien crezca en poder sin límites o descienda continuamente de derrota en derrota hasta la ruina. Además, cada uno posee por regla general reservas espirituales, físicas e incluso pecuniarias tales que la eventualidad de un naufragio, de una insuficiencia ante la vida, tiene menor probabilidad. Añádase también la sensible acción de amortiguación que ejerce la ley y el sentimiento moral, que es una ley interior; en efecto, un país se considera tanto más desarrollado cuanto más sabias y eficientes son las leyes que impiden al miserable ser demasiado miserable y al poderoso ser demasiado poderoso.
 Pero en el Lager sucede de otra manera: aquí, la lucha por la supervivencia no tiene remisión porque cada uno está desesperadamente, ferozmente solo. Si un tal Null Achtzehn vacila, no encontrará quien le eche una mano, encontrará más bien a alguien que le eche a un lado, porque nadie está interesado en que un musulmán* más se arrastre cada día al trabajo: y si alguno, mediante un prodigio de salvaje paciencia y astucia, encuentra una nueva combinación para escurrirse del trabajo más duro, un nuevo arte que le rente unos gramos más de pan, tratará de mantenerla en secreto, y por ello será estimado y respetado y le producirá un beneficio personal y exclusivo; será más fuerte y será temido por ello y quien es temido es, ipso facto, un candidato a sobrevivir.
 En la historia y en la vida parece a veces discernirse una ley feroz que reza: "a quien tiene, le será dado; a quien no tiene, le será quitado". En el Lager, donde el hombre está solo y la lucha por la vida se reduce a un mecanismo primordial, esta ley inicua está abiertamente en vigor, es reconocida por todos. Con los adaptados, con los individuos fuertes y astutos, los mismos jefes mantienen con gusto relaciones, a veces casi de camaradas, porque tal vez esperan obtener más tarde alguna utilidad. Pero a los "musulmanes", a los hombres que se desmoronan, no vale la pena dirigirles la palabra, porque ya se sabe que se lamentarán y contarán lo que comían en su casa. Vale menos aún la pena hacerse amigo suyo, porque no tienen en el campo amistades ilustres, no comen nunca raciones extras, no trabajan en Kommandos ventajosos y no conocen ningún modo secreto de organizarse. Y, finalmente, se sabe que están aquí de paso y que dentro de unas semanas no quedará de ellos más que un puñado de cenizas en cualquier campo no lejano y, en un registro, un número de matrícula vencido. Aunque englobados y arrastrados sin descanso por la muchedumbre innumerable de sus semejantes, sufren y se arrastran en una opaca soledad íntima, y en soledad mueren o desaparecen, sin dejar rastros en la memoria de nadie".
 
 *Con el término Muselmann, ignoro por qué razón, los veteranos del campo designaban a los débiles, los ineptos, los destinados a la selección.      

miércoles, 22 de junio de 2016

"La Biblia".- Anónimo (900 aC - 100 dC)


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  Libro de Job

 Job,varón recto y justo

 "Había en tierra de Hus un varón llamado Job, hombre íntegro y recto, temeroso de Dios y apartado del mal. Naciéronle siete hijos y tres hijas; y era su hacienda de siete mil ovejas, tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes, quinientas asnas y siervos en gran número, siendo grande aquel varón entre todos los orientales. Acostumbraban sus hijos a tener banquetes en sus casas, cada uno en su día, invitando a sus tres hermanas a comer y beber con ellos. Cuando se completaba el ciclo de los días de convite, los convocaba para purificarlos; y levantándose de madrugada, ofrecía por ellos holocaustos, según el número de todos ellos, pues decía Job: "No sea que hayan pecado mis hijos y hayan maldecido a Dios en su corazón." Así hacía Job siempre.

 Job, probado por la adversidad

 Sucedió un día que los hijos de Dios fueron a presentarse ante Yavé y vino también entre ellos Satán. Y dijo Yavé a Satán: "¿De dónde vienes?" Respondió Satán: "De dar una vuelta por la tierra y pasearme por ella." Y dijo Yavé a Satán: "¿Has reparado en mi siervo Job, pues no lo hay como él en la tierra, varón íntegro y recto, temeroso de Dios y apartado del mal?" Pero respondió Satán a Yavé diciendo: "¿Acaso teme Job a Dios en balde? ¿No le has rodeado de un vallado protector a él, a su casa y a todo cuanto tiene? Has bendecido el trabajo de sus manos, y sus ganados se esparcen por el país. Pero extiende tu mano y tócale en lo suyo, veremos si no te maldice en tu rostro." Entonces dijo Yavé a Satán: "Mira, todo cuanto tiene lo dejo en tu mano, pero a él no le toques." Y salió Satán de la presencia de Yavé.
 Y sucedió un día en que estaban sus hijos y sus hijas comiendo y bebiendo vino en casa de su hermano primogénito, que llegó un mensajero a Job y le dijo: "Estaban arando los bueyes y pacían cerca de ellos las asnas, y se echaron sobre ellos los sabeos y los cogieron, hiriendo a los siervos a filo de la espada. Yo solo he podido escapar para darte la noticia." Todavía estaba éste hablando cuando llegó otro, que dijo: "Ha caído del cielo fuego de Dios, que abrasó a las ovejas y a los mozos, consumiéndolos. Sólo he escapado yo para darte la noticia." Todavía estaba éste hablando, cuando vino otro, que dijo: "Los caldeos, divididos en tres tropeles, han dado sobre los camellos, apoderándose de ellos, y a los siervos los hirieron a filo de la espada. Yo solo he podido escapar para darte la noticia." Mientras hablaba éste todavía llegó otro, que dijo: "Estaban tus hijos y tus hijas comiendo y bebiendo vino en la casa de su hermano, el primogénito, y vino del otro lado del desierto un torbellino y conmovió las cuatro esquinas de la casa, que cayó sobre los jóvenes y han muerto. Yo solo he escapado para darte la noticia."

 Fidelidad de Job

 Levantóse entonces Job, rasgó sus vestiduras, rasuró su cabeza y, echándose en tierra, adoró, diciendo: "Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo tornaré allá. Yavé lo dio, Yavé lo ha quitado. ¡Bendito sea el nombre de Yavé!" En todo esto no pecó Job ni atribuyó a Dios insipiencia.

 Mayores pruebas

 Y sucedió que vinieron otro día los hijos de Dios a presentarse ante yavé, y vino también Satán entre ellos, presentándose ante Yavé. Y dijo Yavé a Satán: "¿De dónde vienes?" Respondió Satán a Yavé: "De dar una vuelta por la tierra y pasearme por ella." Y dijo Yavé a Satán: "¿Has reparado en mi siervo Job, que no hay como él en la tierra, varón íntegro y justo, temeroso de Dios y apartado del mal, y que aún persevera en su perfección a pesar de que me incitaste contra él para que sin razón lo arruinara?" Respondióle Satán a Yavé, diciendo: "¡Piel por piel! Y todo cuanto el hombre tiene los dará gustoso por su vida. Si extendiese tu mano y tocaras su hueso y su carne, veríamos si no maldeciría tu rostro." Yavé replicó entonces a Satán: "Ahí lo tienes a tu disposición, pero guarda su vida."
 Salió Satán de la presencia de Yavé e hirió a Job con una úlcera maligna desde la planta de los pies hasta la coronilla de la cabeza. Rascábase con un tejón y estaba sentado sobre la ceniza. Díjole entonces su mujer: "¿Aún sigues tú aferrado a tu integridad? ¡Maldice a Dios y muérete!" Pero él le replicó: "Como mujer necia has hablado. Si recibimos de Dios los bienes, ¿por qué no también los males?" En todo esto no pecó Job con sus labios".