II
"Los cerdos revelaron entonces que, durante los últimos tres meses, habían aprendido a leer y escribir mediante un libro elemental que había sido de los chicos del señor Jones y que, después, fue tirado a la basura. Napoleón mandó traer unos botes de pintura blanca y negra y los llevó hasta el portón que daba al camino principal. Luego Snowball (que era el que mejor escribía) tomó un pincel entre los dos nudillos de su pata delantera, tachó "Granja Manor" de la traviesa superior del portón y en su lugar pintó "Granja Animal". Ése iba a ser, de ahora en adelante, el nombre de la granja. Después volvieron a los edificios, donde Snowball y Napoleón mandaron traer una escalera que hicieron colocar contra la pared trasera del granero principal. Entonces explicaron que, mediante sus estudios de los últimos tres meses, habían logrado reducir los principios del Animalismo a siete Mandamientos.
Esos siete Mandamientos serían inscritos en la pared; formarían una ley inalterable por la cual deberían regirse en adelante todos los animales de la "Granja Animal". Con cierta dificultad (porque no es fácil para un cerdo mantener el equilibrio sobre una escalera), Snowball trepó y puso manos a la obra con la ayuda de Squealer que, unos peldaños más abajo, le sostenía el bote de pintura. Los Mandamientos fueron escritos sobre la pared alquitranada con letras blancas, y tan grandes, que podían leerse a treinta yardas de distancia. La inscripción decía así:
LOS SIETE MANDAMIENTOS
1.-Todo lo que camina sobre dos pies es un enemigo.
2.-Todo lo que camina sobre cuatro patas, o tenga alas, es un amigo.
3.-Ningún animal usará ropa.
4.-Ningún animal dormirá en una cama.
5.-Ningún animal beberá alcohol.
6.-Ningún animal matará a otro animal.
7.-Todos los animales son iguales.
Estaba escrito muy claramente y exceptuando que donde debía decir "amigo" se leía "imago" y que una de las "S" estaba al revés, la redacción era correcta. Snowball lo leyó en voz alta para los demás. Todos los animales asintieron con una inclinación de cabeza demostrando su total conformidad y los más inteligentes empezaron enseguida a aprenderse de memoria los Mandamientos.
-Ahora, camaradas -gritó Snowball tirando el pincel-, ¡al henar! Impongámonos el compromiso de honor de terminar la cosecha en menos tiempo del que tardaban Jones y sus hombres.
En aquel momento, las tres vacas, que desde un rato antes parecían estar muy intranquilas, empezaron a mugir muy fuertemente. Hacía veinticuatro horas que no habían sido ordeñadas y sus ubres estaban a punto de reventar. Después de pensarlo un momento, los cerdos mandaron traer unos cubos y ordeñaron las vacas con regular éxito, pue sus patas se adaptaban bastante bien a esa tarea. Rápidamente hubo cinco cubos de leche cremosa y espumosa, que muchos de los animales miraban con gran interés.
-¿Qué se hará con toda esa leche? -preguntó alguien.
-Jones a veces empleaba una parte mezclándola en nuestra comida -dijo una de las gallinas.
-¡No os preocupéis por la leche, camaradas! -expuso Napoleón, situándose delante de los cubos-. Eso ya se arreglará. La cosecha es más importante. El camarada Snowball os guiará. Yo os seguiré dentro de unos minutos. ¡Adelante, camaradas! El henos os espera.
Los animales se fueron en tropel hacia el campo de heno para empezar la cosecha y, cuando volvieron, al anochecer, notaron que la leche había desaparecido".
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