martes, 21 de junio de 2016

-Desolación de la quimera".- Luis Cernuda (1902-1963)


Resultado de imagen de luis cernuda  
A sus paisanos 

 "No me queréis, lo sé, y que os molesta
cuanto escribo. ¿Os molesta? Os ofende.
¿Culpa mía tal vez o es de vosotros?
Porque no es la persona y su leyenda
lo que ahí, allegados a mí, atrás os vuelve.
Mozo, bien mozo era, cuando no había brotado
leyenda alguna, caísteis sobre un libro
primerizo lo mismo que su autor: yo, mi primer libro.
Algo os ofende, porque sí, en el hombre y su tarea.
 
¿Mi leyenda dije? Tristes cuentos / inventados de mí por cuatro amigos
(¿Amigos?) que jamás quisisteis / ni ocasión buscasteis de ver si acomodaban
a la persona misma así traspuesta. / Mas vuestra mala fe los ha aceptado.
Hecha está la leyenda, y vosotros, de mí desconocidos, / respecto al ser que encubre mintiendo
     doblemente,
sin otro escrúpulo, a vuestra vez la propaláis.
 
Contra vosotros y esa vuestra ignorancia voluntaria, / vivo aún, sé y puedo, si así quiero, defenderme.
Pero aguardáis al día cuando ya no me encuentre / aquí. Y entonces la ignorancia,
la indiferencia y el olvido, vuestras armas / de siempre, sobre mí caerán, como la piedra,
cubriéndome por fin, lo mismo que cubristeis / a otros que, superiores a mí, esa ignorancia vuestra
precipitó en la nada, como al gran Aldana.
 
De ahí mi paradoja, por lo demás involuntaria, / pues la imponéis vosotros: en nuestra lengua escribo,
criado estuve en ella y, por eso, es la mía, / a mi pesar quizá, bien fatalmente. Pero con mis expresas
     excepciones
a vuestros escritores de hoy ya no los leo. / De ahí la paradoja: soy, sin tierra y sin gente,
escritor bien extraño; sujeto quedo aún más que otros / al viento del olvido que, cuando sopla, mata.
 
Si vuestra lengua es la materia / que empleé en mi escribir y, si por eso,
habréis de ser vosotros los testigos / de mi existencia y su trabajo,
en hora mala fuera vuestra lengua / la mía, la que hablo, la que escribo.
Así podréis con tiempo, como venís haciendo, / a mi persona y mi trabajo echar afuera
de la memoria, en vuestro corazón y vuestra mente.
 
Grande es mi vanidad, diréis, / creyendo a mi trabajo digno de la atención ajena
y acusándoos de no querer la vuestra darle. / Ahí tendréis razón. Mas el trabajo humano
con amor hecho, merece la atención de los otros, / y poetas de ahí tácitos lo dicen
enviando sus versos a través del tiempo y la distancia / hasta mí, atención demandando.
¿Quise de mí dejar memoria? Perdón por ello pido.
 
Mas no todos igual trato me dais, / que amigos tengo aún entre vosotros,
doblemente queridos por esa desusada / simpatía y atención entre la indiferencia,
y gracias quiero darles ahora, cuando amargo / me vuelvo y os acuso. Grande el número
no es, mas basta para sentirse acompañado / a la distancia en el camino. A ellos
vaya así mi afecto agradecido.
 
Acaso encuentre aquí reproche nuevo: / que ya no hablo con aquella ternura
confiada, apacible de otros días. / Es verdad, y os lo debo, tanto como
a la edad, al tiempo, a la experiencia. / A vosotros y a ellos debo el cambio. Si queréis
que ame todavía, devolvedme / al tiempo del amor. ¿Os es posible?
Imposible como aplacar ese fantasma que de mí evocasteis".
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Realiza tu comentario: