viernes, 10 de junio de 2016

"El código Da Vinci".- Dan Brown (1964)


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 "-Leigh dice que la historia del Grial está por todas partes, pero esta noche ha sido la primera vez que yo he oído hablar de ella.
 Langdon hizo el ademán de ponerle la mano en el hombro para tranquilizarla, pero se contuvo.
 -Seguro que la has oído más veces, Sophie. Todos la conocemos. Lo que pasa es que no nos damos cuenta.
 -No te entiendo.
 -La historia del Grial está en todas partes, pero oculta. Cuando la Iglesia prohibió hablar de la repudiada María Magdalena, su historia tuvo que empezar a transmitirse por canales más discretos... canales llenos de metáforas y simbolismo.
 -Claro. El mundo de las artes.
 Langdon se acercó a la reproducción de La última cena.
 -Un ejemplo perfecto Algunas de las más destacadas obras pictóricas, literarias y musicales nos hablan secretamente de la historia de María Magdalena y de Jesús.
 Langdon se refirió brevemente a las obras de Leonardo da Vinci, de Botticelli, de Poussin, de Bernini, de Mozart, de Víctor Hugo. En todas latía el intento por restaurar el culto a la prohibida divinidad femenina. Leyendas clásicas como las de Sir Gawain y el Caballero Verde, el Rey Arturo o la Bella Durmiente eran alegorías del Grial. El jorobado de Notre Dame, de Víctor Hugo, y La flauta mágica, de Mozart, estaban llenas de simbología masónica y de secretos sobre el cáliz.
 -Una vez abrimos los ojos al Santo Grial -dijo Langdon- lo captamos por todas partes. En pinturas, en piezas musicales, en libros. Hasta en los dibujos animados, en los parques temáticos, en las películas más populares.
 Langdon le enseñó su reloj de Mickey Mouse y le dijo que Walt Disney había dedicado su plácida existencia a trabajar para transmitir la historia del Santo Grial a las futuras generaciones. A lo largo de toda su vida, a Disney lo consideraron siempre como "una versión moderna de Leonardo". Los dos se adelantaron  mucho a su tiempo, los dos fueron artistas extraordinariamente dotados, miembros de sociedades secretas y notorios bromistas. Al igual que en el caso de Leonardo, a Walt Disney le encantaba incluir mensajes ocultos y símbolos en sus obras. Para el ojo entrenado del experto en simbología, ver alguna de las primeras películas de Disney era quedar sepultado bajo un alud de alusiones y metáforas.
 La mayor parte de sus mensajes trataban de la religión, de la mitología pagana y de las historias de la diosa sometida. No es casualidad que retomara los cuentos de la Cenicienta, la Bella Durmiente y Blancanieves; en las tres se trata el tema de la encarcelación de la divinidad femenina. Además, a nadie le hace falta saber mucho de simbología para entender que Blancanieves -una princesa que cayó en desgracia tras darle un bocado a una manzana envenenada- representa una clara alusión a la caída de Eva en el Jardín del Edén. Ni que la princesa Aurora de la Bella Durmiente -"Rosa", en nombre clave, y escondida en la espesura del bosque para protegerse de las garras de la bruja malvada-, es la historia del Grial contada a los niños.
 A pesar de su imagen de seriedad corporativa, la factoría Disney ha mantenido siempre ese elemento fresco y desenfadado, y los creadores se divierten incorporando símbolos secretos a sus producciones. Langdon no olvidará nunca el día en que uno de sus alumnos le trajo un DVD de El rey león y detuvo la película en un fotograma en el que se leía claramente la palabra SEXO escrita con partículas de polvo sobre la cabeza de Simba, el protagonista. Aunque la primera reacción de Langdon fue atribuirla más a una broma adolescente del dibujante que a una alusión ilustrada a la sexualidad pagana, había aprendido a no desestimar el simbolismo de Disney. La Sirenita, por ejemplo, era un cautivador tapiz de símbolos espirituales relacionados hasta tal punto con la diosa que no podía ser obra del azar".

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