martes, 7 de junio de 2016

"El último encuentro".- Sándor Márai (1900-1989)


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 "-Estaría bien saber -prosigue el general, como si estuviera discutiendo consigo mismo-, si de verdad existe la amistad. No me refiero al placer momentáneo que sienten dos personas que se encuentran por casualidad, a la alegría que les embarga porque en un momento dado de sus vidas comparten las mismas ideas acerca de ciertas cuestiones o porque comparten sus gustos y sus aficiones. Eso todavía no es amistad. A veces pienso que la amistad es la relación más intensa de la vida... y que por eso se presenta en tan pocas ocasiones. ¿Qué se esconde detrás de la amistad? ¿Simpatía? Se trata de una palabra hueca, poco consistente, cuyo contenido no puede ser suficiente para que dos personas se mantengan unidas, incluso en las situaciones más adversas, ayudándose y apoyándose de por vida... ¿por pura simpatía? ¿O se trata quizás de otra cosa? ¿Habrá tal vez cierto erotismo en el fondo de cada relación humana? Aquí, en mi soledad, en mis bosques, al tratar de comprender los múltiples aspectos de la vida, puesto que no tenía otra cosa que hacer, alguna vez lo he llegado a pensar. Naturalmente, la amistad es algo distinto, no tiene nada que ver con la atracción enfermiza de quienes buscan la satisfacción con personas de su propio sexo. Al erotismo de la amistad no le hace falta el cuerpo... no le es atractivo, resulta incluso inútil. Sin embargo, no deja de ser erotismo. En el fondo de todo amor, de todo cariño, de toda relación humana late el erotismo. ¿Sabes? He estado leyendo mucho -apostilla, como para disculparse-. Hoy se escribe de todo esto con más libertad. También he releído muy a menudo a Platón, puesto que en la Academia no entendí nada de lo que quería decir. La amistad, así lo creo (aunque tú, que has recorrido medio mundo, sabrás de esto mucho más de lo que yo haya podido dilucidar aquí en mi soledad rural), la amistad es la relación más noble que pueda haber entre los seres humanos. Es curioso: los animales también la conocen. Existe la amistad entre los animales, el altruismo, la disposición para ayudar. Un conde ruso ha escrito sobre ello... no me acuerdo de su nombre. Existen leones y urogallos y también otros animales de distinto género y procedencia que intentan ayudar a los de su especie cuando se encuentran en apuros, incluso tratan de salvar a animales de otras especies: lo he visto con mis propios ojos. ¿Has visto algo parecido en el extranjero?... Allí seguramente la amistad significa otra cosa, más desarrollada, más moderna que aquí, en este mundo nuestro tan atrasado. Los seres humanos organizan su ayuda común... aunque a veces les cuesta vencer los obstáculos que se presentan; siempre, en cada comunidad de seres vivos, hay personas fuertes y abnegadas. He visto cientos de casos en el mundo animal. Entre los hombres he visto menos. Para ser exactos, no he visto ninguno. Las relaciones basadas en la simpatía que he visto nacer y desarrollarse entre los seres humanos han terminado ahogándose inevitablemente en los cenagales de la egolatría y de la vanidad. El compañerismo y la camaradería adquieren en ocasiones el aspecto de la amistad. Los intereses en común pueden producir situaciones humanas que se parecen a la amistad. También la soledad hace que las personas se refugien en relaciones más íntimas: al final, se arrepienten aunque al principio crean que esa intimidad es ya una forma de amistad. Claro, todo esto no tiene nada que ver con la verdadera amistad. Uno está convencido, y mi padre todavía lo entendía así, de que la amistad es un servicio. Al igual que el enamorado, el amigo no espera ninguna recompensa por sus sentimientos. No espera ningún galardón, no idealiza a la persona que ha escogido como amiga, ya que conoce sus defectos, y la acepta así, con todas sus consecuencias. Esto sería el ideal. Ahora hace falta saber si vale la pena vivir, si vale la pena ser hombre sin un ideal así. Y si un amigo nuestro se equivoca, si resulta que no es un amigo de verdad, ¿podemos echarle la culpa por ello, por su carácter, por sus debilidades? ¿Qué valor tiene una amistad si sólo amamos en la otra persona sus virtudes, su fidelidad, su firmeza? ¿Qué valor tiene cualquier amor que busca una recompensa? ¿No sería obligatorio aceptar al amigo desleal de la misma manera que aceptamos al abnegado y fiel? ¿No sería justamente la abnegación la verdadera esencia de cada relación humana, una abnegación que no pretende nada, que no espera nada del otro? ¿Una abnegación que cuanto más da menos espera a cambio?".

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