XIV.-Del diario de Mina Harker
Del diario del doctor Seward
"Yo moví la cabeza. El maestro se acercó a mí y se sentó a mi lado.
-Usted es un hombre listo, amigo John; y tiene un ingenio agudo, pero tiene también demasiados prejuicios. No deja usted que sus ojos vean y que sus oídos escuchen y lo que está más allá de su vida cotidiana no le interesa. ¿No piensa usted que hay cosas que no puede comprender y que, sin embargo, existen? ¿Qué algunas personas pueden ver cosas y que otras no pueden? Pero hay cosas antiguas y nuevas que no han debido ser contempladas por los ojos de los hombres y que se piensan o se creen sólo porque otros hombres lo han dicho. ¡Ah, es un error de nuestra ciencia querer explicarlo todo! Y, si no puede explicarlo, dice que no hay nada que explicar. Pero usted contempla cómo alrededor de nosotros cada día aparecen nuevas creencias, que se consideran a sí mismas nuevas, y que sin embargo son las antiguas que pretenden ser jóvenes como las finas damas en la ópera. Yo supongo que usted no cree en la transferencia corporal. ¿No? Ni en la materialización. ¿No? Ni en los cuerpos astrales. ¿No? Ni en la lectura del pensamiento. ¿No? Ni en el hipnotismo...
-Sí -dije yo-. Charcot ha probado esto último bastante bien.
Mi maestro sonrió, al tiempo que continuaba:
-Entonces, usted está satisfecho en cuanto a eso. ¿Sí? Y por supuesto, entonces usted entiende cómo actúa y puede seguir la mente del gran Charcot. ¡Lástima que ya no viva! Estaba dentro del alma misma del paciente que él trataba. ¿No? Entonces, amigo John, debo deducir que usted simplemente acepta los hechos y se satisface dejando completamente en blanco desde la premisa hasta la conclusión. ¿No? Entonces, dígame, pues soy un estudioso del cerebro, ¿cómo acepta usted el hipnotismo y rechaza la lectura del pensamiento? Permítame decirle, mi amigo, que hay actualmente cosas en las ciencias físicas que hubieran sido consideradas impías por el mismo hombre que descubrió la electricidad, quien a su vez no hace mucho tiempo habría podido ser quemado por hechicero. Siempre hay misterios en la vida. ¿Por qué vivió Matusalén novecientos años, y el "Old Parr" ciento sesenta y nueve, y, sin embargo, esa pobre Lucy, con la sangre de cuatro hombres corriéndole en las venas no pudo vivir ni un día? Pues, si hubiera vivido un día más, la habríamos podido salvar. ¿Conoce usted todos los misterios de la vida y de la muerte? ¿Conoce usted toda la anatomía comparada para poder decir por qué las cualidades de los brutos se encuentran en algunos hombres, y en otros no? ¿Puede usted decirme por qué, si todas las arañas se mueren pequeñas y rápidamente, por qué esa gran araña vivó durante siglos en la torre de una vieja iglesia española y creció hasta que, al descender, se podía beber el aceite de todas las lámparas de la iglesia? ¿Puede usted decirme por qué en las pampas, ¡oh!, y en muchos otros lugares, existen murciélagos que vienen durante la noche y abren las venas del ganado y los caballos para chuparlos y secarles las venas? ¿Cómo en algunas islas de los mares occidentales hay murciélagos que cuelgan todo el día de los árboles y que los que los han visto los describen como nueces o vainas gigantescas y que cuando los marinos duermen sobre cubierta, debido a que está muy caliente, vuelan sobre ellos y entonces en la mañana se encuentran sus cadáveres, tan blancos como el de la señorita Lucy?
-¡Santo Dios, profesor! -dije yo, poniéndome en pie-. ¿Quiere usted decirme que Lucy fue mordida por un murciélago de ésos y que una cosa semejante a ésa está aquí en Londres, en el siglo XIX?
Movió la mano, pidiéndome silencio, y continuó:
-¿Puede usted decirme por qué una tortuga vive mucho más tiempo que muchas generaciones de hombres? ¿Por qué el elefante sigue viviendo hasta que ha visto dinastías y por qué el loro nunca muere si no es de la mordedura de un gato o un perro u otro accidente? ¿Puede usted decirme por qué en todas las edades y lugares los hombres creen que hay unos hombres que viven si se les permite, es decir, que hay unos hombres y mujeres que no mueren de muerte natural? Todos sabemos, porque la ciencia ha atestiguado el hecho, que algunos sapitos han estado encerrados en formaciones rocosas durante miles de años, en un pequeño agujero que los ha sostenido desde los primeros años del mundo".
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