martes, 28 de julio de 2015

"El Jarama".- Rafael Sánchez Ferlosio (1927)


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 "-Tú espérate que yo acabe de cansarme algún día y ya me dirás si me marcho o no me marcho -contestó el alcarreño-. Nada más que me apriete la vida como lo viene haciendo hasta la fecha y sigamos sin verle el desarrollo por parte ninguna, que verás tú qué pronto paso el charco y nos quitamos de enredos de una vez para siempre y de andar malviviendo para acá y para allá.
 -¿Y qué te crees que te ibas a encontrar allí tú, a la otra parte del charco, como tú lo llamas? Di. A lo mejor te imaginas que te ibas a topar con el oro y el moro nada más apearte del vapor.
 -Mejor que aquí me iría, eso seguro.
 -¡Pero cuidado las ilusiones de la gente! -replicaba el pastor-. Se creen que basta con irse uno muy lejos, para ya mejorar automático, de manera tajante. Cuanto más lejos se desmandan, mejor se piensan que les va a marchar. Pasar el charco, se pone, que por lo pronto ya no es tan charco, sino un pedazo de mar de bastantes respetos, como no se lo salta un gitano, y que se basta sin más, él solito, con estar de por medio, para tragarse ya unas pocas de las probabilidades de regreso, caso que toquen retirada. No sé la idea que tenéis de los Océanos; habláis de una manera, que es que, ¡vamos!, os los bebéis de un golpe, cada vez que los sacáis a relucir.
 -Nadie habla de esa forma. Yo nada más lo que te digo es que en América están las cosas muy distintas. En América...
 -¡Alto!, no te dispares -interrumpió el pastor-. Eso a la vuelta me lo cuentas. A la vuelta de allí me lo cuentas, lo que pasa en América, ¿de acuerdo?, si es que llegas a irte algún día y tienes luego la suerte de volver y si es que me encuentras todavía que aún no esté yo muerto para entonces. En eso quedamos. De momento, poquitas fantasías; más nos vale a los dos. Para escaldarme las seseras, tengo ya suficiente con el sol, que me las viene cociendo todo el día, cuando voy que me mato, detrás de las ovejas, bregando por esos llanos de setecientos infiernos.
 -¡Pues ahí te turres tú para toda tu vida, sabihondo! ¡Ojalá y que revientes igual que una castaña, por querer ser tú el único que tiene la razón!
 -Yo no pretendo saber más de lo que sé. Lo que no ando es con fantasías a lo tontuno, como los dililós que se figuran que más lejos está lo mejor y contra más retirado de su tierra, mejor se creen que los va a ir. Pues hay que trabajar en todas partes igualmente, y para uno ganarse los cuartos, uno de nosotros, no hay más narices ni más procedimiento que doblar la bisagra, y aquí lo mismo que en América y en la luna, si se pudiera montar. De bóbilis no se saca nada de nada ni se puede vivir en ninguna parte, los pelagatos como tú y como yo. Eso es lo único que certifico. Y si de América vuelven algunos con más dinero que se fueron, ha sido a base de quebrantarse los riñones, ni más ni menos que lo hacemos en España y en Pekín, y no vienen más que a trabar a la gente inculcándoles ideas falsas en la cabeza. Para los que vivimos del trabajo, ni que tú te lo sueñes, no caen esas brevas de tanta envergadura. Esa es la pura fetén. Y así que se me turre y returre, como tú dices, el cogote en esta tierra de la mala muerte, que sigue sin habérseme perdido en América cosa ninguna, y ya desde luego más turrado que lo tengo no se me puede turrar.
 -¡Chacho, cómo arremete! -exclamó Coca-Coña, levantando una cara risueña del periódico-. ¡Anda con el Amalio, qué manera de perorar!
 -Esto es un incordiante de marca mayor -contestó el alcarreño-. Menos mal que yo ya me lo conozco y no me da a mí la gana de tomárselo en cuenta. Como a ti; eso quisierais los dos: que yo me desencadenara, cuando me achucháis con vuestras pullas y maledicencias. Pero, amigo, hay correa para rato.
 -Y pobrecillo de usted si no la tiene -le dijo don Marcial-. Eso que ve usted ahí sentado -señalaba a Coca-Coña, con el brazo y el índice extendidos-; eso, pues eso es el bicho más malo que existe en cien mil hectáreas alrededor de él. Con eso no valen lástimas, hay que sacar la baqueta y arrear, ¡duro!, sacudirle de firme. Se lo aseguro yo, que soy el mejor amigo que tiene esta especie de escarabajo pisado y vestido de hombre, que llaman Marcelo Coca, y por mal nombre Coca-Coña y Bichiciclo y Niñorroto y El Marciano y qué sé yo cuántos más que le han sacado a lo largo de su vida..."     
 

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