IV.- Las mujeres y la ciudad de Atenas
La crisis de ciudadanos
«Pericles, en la oración fúnebre que pronunció cuando sólo había transcurrido un año de la Guerra del Peloponeso, exhortaba a las mujeres casadas a que tuvieran más hijos. La disminución de varones se convirtió en un hecho crítico ya que la guerra continuaba. La proporción de mujeres en la ciudad se incrementó notablemente por la partida de una fuerza expedicionaria compuesta de 4.000 hoplitas, 300 soldados de caballería y 100 trirremes, que en al año 415 a.C. marcharon sobre Sicilia. Además de esto, la ocupación de Decelea en el año 411 forzó a los atenienses a luchar durante todo el año y no sólo durante el verano como habían previsto. La evidencia de esta continua disminución de los hombres se encuentra en la necesidad de armar a los esclavos y en el anormal despliegue de jinetes en la batalla naval de Arginusae.
Un claro efecto de ello sobre las mujeres es la disminución del número potencial de maridos. Este tema es reconocido en la obra "Lisístrata", en el año 411 a.C. El corolario de la disminución de maridos sería, naturalmente, un descenso en el número hijos legítimos nacidos. Esta disminución tenía que resultar intolerable para un Estado empeñado en una larga guerra. Por lo tanto, debido a la falta de hombres y a la necesidad de incrementar la población, los atenienses ampliaron el concepto de legitimidad. Como dice Diógenes Laercio: "Pues dicen que los atenienses, por la escasez de hombres, tienen que incrementar la población, por lo que aprobaron un acuerdo por el que un hombre podría casarse con una mujer y tener hijos con otra". Esta práctica, pues, explica el hecho de que Calias, hijo de Hipónico, y Sócrates y Eurípides, tuvieran cada uno dos esposas, y que Mirto fuera la madre de los dos hijos de Sócrates, todavía niños en el año 399 a.C. Aunque la bigamia no era normalmente tolerada en Atenas, una bigamia temporal era una respuesta necesaria y expeditiva a un alto porcentaje de varones muertos por causa de la guerra, un excesivo número de mujeres y una necesidad de incrementar la población.
En estos tres casos conocidos de bigamia, todas las esposas eran ciudadanas de Atenas. De cualquier modo, desde el momento en que el principal requisito para la ciudadanía, según las leyes, era tener padres atenienses por ambos lados, y la ciudadanía no estaba implícita en el matrimonio real, el relajamiento de esta ley implicaba que a mujeres extranjeras se les permitiese ya ser madres de ciudadanos de Atenas. En otras palabras, lo que fue nuevo en este período no fue tanto el hecho de la bigamia legal -aunque es importante que tal legalización diera derecho a los hijos de la segunda mujer para heredar a su padre- sino más bien que la situación de Atenas antes del año 451 a.C. fuera restaurada, y que los hombres de Atenas pudieran casarse con mujeres extranjeras y tener hijos que disfrutarían de los privilegios de la ciudadanía.
Algunos atenienses pudieron muy bien preferir las mujeres extranjeras a las de Atenas. Uno de los crímenes más abominables de los Tiranos (404-403 a.C.) fue que eran responsables de la soltería de las hijas de los atenienses. Produjeron tal resultado, sin duda alguna, al hacer ejecutar a muchos hombres elegibles que eran sus adversarios políticos y al continuar tolerando la relajación de las leyes sobre la ciudadanía, no estaban forzando a los hombres supervivientes a casarse con mujeres de Atenas. Cuando los demócratas derribaron la tiranía en 403 a.C., las leyes sobre la ciudadanía volvieron a establecerse haciendo a las mujeres atenienses deseables para el matrimonio aunque fuera sólo porque volvían a ser el único medio de obtener hijos que pudieran ser legítimos herederos. (Los niños nacidos de uniones mixtas después del restablecimiento de estas leyes continuaron, sin embargo, considerándose ciudadanos).
Más de una obra teatral de la Comedia Nueva termina felizmente con el reconocimiento de que una joven de paternidad no conocida y que está a punto de convertirse en una concubina, es verdaderamente una mujer ateniense y puede casarse con su amante. Las mujeres extranjeras que residían en Atenas eran tentadas a pretender que eran ciudadanas con objeto de poder obtener la seguridad y las ventajas de un matrimonio con ciudadanos de Atenas. El famoso discurso "Contra Neaera", atribuido a Demóstenes, trata de la persecución, probablemente sobre el 340 a.C., de una mujer que había practicado la prostitución como esclava extranjera en Corinto, teniendo entre sus clientes personas notables y ricas. Cuando fue libre vivió en Atenas, con los hijos que había tenido cuando era esclava. Es indicativo de la respetabilidad adquirida por la prostituta ex-esclava tras convertirse en una respetable esposa ateniense que su último marido fue capaz de hacer pasar a su hija (nacida en esclavitud) como ciudadana, casándola dos veces también con ciudadanos, uno de los cuales era nada menos que el arconte rey, un alto magistrado religioso.»
[El texto pertenece a la edición en español de Ediciones Akal, 1987, en traducción de Ricardo Lezcano Escudero. ISBN: 84-7600-187-8.]
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