domingo, 24 de marzo de 2019

Trieste.- Dasa Drndic (1946-2018)


Resultado de imagen de dasa drndic 
Franz Suchomel, SS-Unterscharführer (subteniente)

«-¿Cómo fue posible "procesar" a dieciocho mil personas al día?
 Dieciocho mil. Es una exageración.
 -Pero es lo que está escrito en los informes.
 No tengo ninguna duda.
 -Para poder liquidar dieciocho mil personas al día...
 Se trata de una mera exageración, señor Lanzmann.
 -¿Cuántos, entonces?
 De doce a quince mil. Trabajando todas las noches. En el mes de enero, los trenes empezaban a llegar a las seis de la madrugada.
 -Es decir, que primero llegaban los trenes, ¿y luego?
 Los trenes llegaban a Treblinka desde Malkinia. La distancia que las separa es de unos diez kilómetros. Treblinka es un pueblecito. En el auge de la acción llegaban entre treinta y cincuenta vagones diarios. Cada vez llegaban a la rampa del campo quince vagones, mientras los otros esperaban en la estación. Las aperturas en los vagones estaban protegidas con alambre de espino, nadie hubiera podido escapar. En los techos de los vagones hacían guardia los cerberos -los ucranianos y los letones. En la rampa delante de cada vagón había dos judíos de la Unidad Azul, encargados de meter prisa a la gente, vamos, más rápido, más rápido, todos fuera. Detrás de ellos estaban los SS y los ucranianos armados. Los efectivos de la Unidad Azul estaban distribuidos por aquí y los de la Unidad Roja, por allá. Allí mismo.
 -¿Y qué hacían los de la Unidad Roja?
 Se llevaban la ropa. En la misma rampa, las personas se tenían que desnudar. Y los de la Unidad Roja eran los encargados de llevarse la ropa de allí.
 -¿Cuánto tiempo pasaba entre el desembarque y que se empezasen a desnudar?
 Las mujeres, por ejemplo, una hora, hora y media. Para vaciar el tren entero, dos horas. En dos horas todo estaba acabado...
 -Dos horas desde la llegada hasta...
 La muerte.
 -¿Todo estaba acabado en dos horas?
 Sí, en dos horas, en dos horas y media. Nunca más de tres.
 -¿Todo un tren?
 El tren entero
 -¿Y para un convoy? ¿Para diez vagones? ¿Cuánto tiempo se necesitaba para procesar diez vagones?
 No lo sé. Los convoyes llegaban uno detrás del otro, ¿me entiende usted? Los hombres estaban sentados allí, esperando. Y nosotros enseguida empezamos a dirigirlos hacia el "tubo". Las mujeres iban las últimas. Ellas esperaban ahí, en grupos de cincuenta. Ellas esperaban ahí, un grupo de cincuenta, sesenta mujeres con niños, esperaban a que en las cámaras se retirasen los cadáveres de los que iban primero. Todos esperaban desnudos. En verano y en invierno.
 -Los inviernos en Treblinka debían de ser fríos.
 Hasta menos cuatro o cinco grados. A nosotros, al comienzo, nos parecía un frío terrible. No llevábamos los uniformes adecuados.
 -Dentro del túnel debía de hacer aún más frío. Describa usted ese túnel.
 Era ancho, unos cuatro metros, y cerrado por los dos lados con alambre de espino en el cual estaban enganchadas ramas de pino. ¿Lo entiende usted? Eso se llama camuflaje. Existía en el campo también una Unidad de Camuflaje, que consistía en doce judíos. Iban cada día a los bosques y traían ramas frescas. No era posible ver nada a través de ese vallado. Ni desde dentro ni desde fuera.
 -¿Ese túnel se llamaba "el camino hacia el cielo", Himmelsweg, no es verdad?
 Los judíos lo llamaban el Día de la Ascensión.
 -¿Y luego? Las personas entraban en el túnel, completamente desnudas. ¿Y luego?
 Completamente desnudas. Aquí, ¿lo ve?, aquí había dos guardias ucranianos con látigos y aguijoneaban a todos los que se rezagaban. Repartían latigazos sólo a los hombres. A las mujeres no.
 -Parece humano.
 La mujeres esperaban en el túnel. Podían oír el zumbido de los motores. Es posible que oyeran las súplicas desde dentro de las cámaras. Mientras estaban allí esperando sentían "el pánico de la muerte". Y cuando uno siente "el pánico de la muerte", los esfínteres se relajan, todo se relaja. El vientre se vacía por delante y por detrás. Le pasó lo mismo a mi madre cuando estaba muriendo. Se meo dentro de su propia cama. Pobre.
 -¿Su madre?
 Sí. Así fue, allí donde estaban esperando las mujeres quedaban después seis filas de deposiciones. De deposiciones diversas.
 -¿Lo hacían de pie?
 Es posible que de pie o bien agachadas. No lo vi nunca en persona. Lo único que vi fueron sus deposiciones.
 -¿Y eso es lo que les pasaba a las mujeres?
 Sí, a las mujeres. Los hombres no tenían tiempo. Ellos eran azuzados para pasar el túnel lo más rápido posible. Svidse, Svidse, gritaban los guardias y repartían latigazos. No puedo pronunciar bien esa palabra, me faltan los dientes. Svidse, quiere decir más rápido. Y las mujeres tenían que esperar a que las cámaras se vaciaran.
 -Es decir, ¿ése era el procedimiento?
 Sí. Todo tenía que hacerse con prisa, con mucha prisa. La Unidad Azul tenía que "acompañar" a los viejos y a los enfermos hasta el "ambulatorio" para que no obstaculizaran el flujo de las personas hacia las cámaras de gas. Los alemanes eran los que decidían quién estaba destinado al "ambulatorio" y quién acababa en la cámara. A algunos hasta los llevaban en camilla. Las mujeres viejas, los niños enfermos, los niños de las madres enfermas, los nietos de viejecitas débiles, esas personas eran destinadas al "ambulatorio". En el edificio del "ambulatorio" estaba la bandera blanca con la cruz roja, nadie se esperaba lo que les habían preparado, no protestaban. Hasta el "ambulatorio" conducía un pasillo protegido por un vallado que continuaba hasta las fosas. Hasta que no llegaban delante de las fosas, esas personas no podían ver los montones de cadáveres. Allí mismo tenían que desnudarse completamente y sentarse al borde de la fosa. Recibían un disparo en la nuca y se desplomaban dentro del precipicio. Dentro de la fosa había basura y restos de papel. Siempre había también fuego encendido. Las personas son un combustible excelente.»
 
   [El texto pertenece a la edición en español de Automática Editorial, 2015, en traducción de Simona Skrabec. ISBN: 978-84-15509-28-8.]

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Realiza tu comentario: