Primera parte: Fonología general
I.-Introducción
«3.-Tenemos, pues, en el plano de la expresión dos clases de hechos: de un lado, un número infinitamente variado de sonidos realizados y perceptibles en el habla; de otro, una serie limitada de reglas abstractas que forman el sistema expresivo de la lengua y sirven de modelo ideal en las manifestaciones individuales y concretas. Para los primeros fonólogos, estas dos clases de fenómenos: los primeros, físicos y fisiológicos; los segundos, inmateriales y sociales, no podían ser objeto de una misma disciplina científica. Los primeros son la sustancia o materia palpable del significante; los segundos, su forma. La disciplina que se ocupa de los sonidos, de la sustancia del significante, es la fonética, que no tiene en cuenta la función de lo fónico en el signo lingüístico, pero que sólo se ocupa de los sonidos usados en el lenguaje. La disciplina que se ocupa de las normas que ordenan esa materia sonora, de la forma del significante, es la fonología. La primera opera con hechos materiales y concretos; la segunda, con puras abstracciones, inmateriales y formales, que constituyen un sistema.
4.-La fonética estudia los elementos fónicos en sí, en su realidad de fenómenos físicos y fisiológicos, y se plantea el problema de cómo tal sonido y tal otro son pronunciados, y qué efecto acústico producen, pero olvida por completo la relación que tienen con una significación lingüística; puede definirse como la ciencia del plano material de los sonidos del lenguaje humano.
La función del significante es la de evocar un determinado significado, distinguiéndolo de todos los demás significados. Es una función diferencial. Para cumplirla es necesario que los significantes se diferencien entre sí, y, por tanto, que los elementos que los constituyen se distingan claramente. La materia expresiva, los sonidos, debe ser ordenada para este fin por la forma del sistema y debe distinguir una serie de elementos diferenciales de los significantes. Elemento diferencial será aquel que en un determinado significante distingue un determinado significado de entre todos los demás. Para ello el número de estos elementos tiene que ser limitado. La función de los elementos fónicos del lenguaje es, pues, la de distinguir la significación de las palabras o de las frases y asegurar así la comunicación entre el hablante y su interlocutor.
La fonología investiga las diferencias fónicas asociadas con diferencias de significación, el comportamiento mutuo de los elementos diferenciales y las reglas según las cuales éstos se combinan para formar significantes. El complejo fónico que estudia el fonetista posee una enorme cantidad de propiedades acústicas y musculares; para el fonólogo, la mayor parte de ellas carecen de importancia, ya que sólo son esenciales las que tienen valor distintivo de significaciones. Los sonidos del fonético no coinciden con las unidades diferenciales del fonólogo: éste sólo ve en los sonidos las características que cumplen una función en la lengua.
5.-Sin embargo, aunque la fonología no deba confundirse con la fonética, pues sus respectivos fines son distintos, no puede prescindir de ésta como punto de partida para poder abstraer de la materia fónica bien descrita las unidades abstractas de la forma fónica, que son su objeto propio. No hay que olvidar que aprehendemos la lengua por los datos que nos ofrece su materialización fónica. Gracias a estas señales físicas (articulatorias y acústicas) acotamos las entidades abstractas que constituyen el sistema formal de la lengua. Sin aquellas señales (u otras equivalentes, pero también materiales) no reconoceríamos ni distinguiríamos estas entidades. Es ineludible un puente entre la fonética y la fonología. Son puntos de vista diferentes, pero ambas son disciplinas lingüísticas. La fonética no estudia los sonidos en general, sino los sonidos del lenguaje, esto es, como dice Coseriu, una sustancia fónica formada. Y la fonología estudia no puras formas, sino "formas de sustancia fónica".
6.-La fonología y la dualidad sincrónico-diacrónica.- También Saussure fue el que separó la lingüística en dos campos opuestos, según el sentido en que se estudiara la lengua: si se investiga un estado de lengua, describiéndolo sobre el "eje de las simultaneidades", hacemos lingüística sincrónica; si, por el contrario, se estudia el proceso de evolución y transformación de una lengua sobre el "eje de las sucesividades", hacemos lingüística diacrónica. Para el ginebrino, la oposición entre estos dos métodos es irreductible, y el estudio propiamente dicho de la lengua, como sistema, no puede ser más que estático o sincrónico, ya que los sistemas son simultaneidades y no sucesividades; de acuerdo con este principio, separó la fonética histórica de la fonética descriptiva, que llamó fonología. Pudiera creerse que si la fonología estudia la función de los elementos fónicos y por ende su sistema, esta disciplina es eminentemente sincrónica. En efecto, las primeras investigaciones fonológicas llevadas a cabo fueron estudios de índole sincrónica. Pero ya en 1928, en los primeros años de la fonología como ciencia independiente, sus corifeos llamaron la atención sobre el hecho de que sus métodos eran también aplicables al estudio de la evolución de la lengua, a la lingüística diacrónica. Junto a la fonología sincrónica, que estudia el sistema fonológico de un estado de lengua determinado, apareció la fonología histórica o diacrónica, según la cual la evolución de los hechos fónicos de las lenguas debía ser estudiada en relación con el sistema que sufría los cambios. La fonología, pues, no es una disciplina necesariamente sincrónica, sino que sus métodos son extensibles a las investigaciones diacrónicas. La abundancia visible de estudios sincrónicos, comparada con la escasez de los dedicados a los hechos diacrónicos, se ha debido únicamente a que la investigación sincrónica es, por necesidad, previa al estudio diacrónico. Como ha señalado bien Coseriu, la antinomia sincronía-diacronía no pertenece al objeto estudiado, el lenguaje, sino al plano de la investigación, la lingüística. La sincronía observa una abstracción: un estado de lengua, donde se elude el hecho de que la realidad del lenguaje es un hacer la lengua. La diacronía estudia ese hacerse sistemático de la lengua.»
[El texto pertenece a la edición en español de Editorial Gredos, 1981. ISBN: 84-249-1101-6.]
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